“La Peña de CheChelos”: viaje de la sala de conciertos al patio folclórico

El dúo de chelistas clásicos formado por Ramiro Zárate Gigli y Mauro Sarachián regresa a Neuquén con su proyecto reformulado y ampliado a cuarteto. Este jueves se presentan en el Cine Teatro Español con promesa de convertirlo en peña a puro baile.

De todas las particularidades que ofrece un proyecto musical como CheChelos, quizás la más curiosa haya sido que fueron teloneros de ellos mismos. O algo así.
Siendo miembros de la Filarmónica de Río Negro, dos de sus chelistas, Ramiro Zárate Gigli y Mauro Sarachian, solían, cada tanto, desmarcarse de la orquesta luego de los conciertos para salir a “chelear” por ahí. Se sumaban a las guitarreadas folclóricas, pero con sus chelos.
Martín Fraile, el director de la Filarmónica a la que pertenecían, los escuchó, le gustó y les ofreció montar un espectáculo de dos chelos antes de los conciertos.


Ramiro y Mauro dijeron que sí y, sucedió varias veces, los dos chelos tocaban piezas clásicas folclóricas para luego sumarse a la fila de cuerdas de la filarmónica y ser parte del concierto principal que ellos mismos habían teloneado.
CheChelos, el dúo de chelos conformado por Zárate Gigli y Sarachian, recorre el cancionero clásico del folclore argentino con un instrumento propio de la música de cámara con una propuesta de por sí original a la que le sumó composiciones propias.

Los llamamos violonchelos criollos y nosotros ya no somos músicos clásicos haciendo folclore, sino que nos definimos como folcloristas”.

Ramiro Zárate Gigli.


El viaje de los dos chelos tocando música popular argentina con instrumentos propios de la música de cámara se reformuló haciendo el camino inverso: fueron esos instrumentos propios de la música de cámara quienes dejaron su hábitat natural para habitar el espacio natural de las canciones folclóricas: las peñas.

Che, chelos! Ramiro Zárate y Mauro Sarachian, creadores del proyecto.


El resultado de este nuevo viaje es “La peña de CheChelos”. Mucho más que un espectáculo en sí mismo, s e trata de una reformulación musical y estética del proyecto a tal punto que amplió su formación a cuarteto, con la incorporación del bombo legüero de la reconocida percusionista Lola Funes y la guitarrista Virginia Morillas.
Viejos conocidos de la región, los dos chelos criollos regresan, este jueves, a las 21:30, bajo la forma de peña para un fiestón de chachareras, zambas, escondidos, gatos, arunguitas y bailecitos en el Cine Teatro Español. Las entradas, a la venta en boletería del teatro y en redes sociales de CheChelos.


Una historia de dos chelos

En 2014, de regreso de Estados Unidos, Martín Fraile, impulsó la formación de la Orquesta Filarmónica de Río Negro y lanzó una convocatoria abierta a músicos de todo el país. Zárate Gigli y Sarachian, quienes aún no se conocían, se presentaron y ganaron. Durante dos años, ambos viajaron a la provincia una vez por mes, Zárate Gigli lo hacía desde Córdoba y Sarachian, desde Buenos Aires.
Al año siguiente, Zárate Gigli se instaló en Río Negro y, junto a Sarachian, armaron el dúo de chelos mientras eran parte de la filarmónica. “Un día, Martin (Fraile) nos escuchó tocar y nos invitó a ser teloneros de la orquesta Improvisábamos, tocábamos folclore, llevamos el violonchelo a otras partes y le encantó”, recuerda, en una entrevista con diario RÍO NEGRO, Ramiro Zárate Gigli, quien pasa parte de sus días en Roca como docente del IUPA. “A partir de ahí apostamos por el proyecto porque vimos que funcionaba muy bien y que era novedoso”.

CheChelos en modo peña, con la incorporación del bombo legüero de Lola Funes.


En 2016, Ramiro, quien por entonces vivía en Icho Cruz, pueblito serrano del Valle de Punilla, en Córdoba, invitó a Mauro a dar una serie de diez shows en otros pueblos serranos. En tres días armaron un repertorio de quince clásicos del folclore arreglados para chelos. A las tres semanas, estaban tocando en la Fiesta de la Chaya, donde tocaron para 15 mil personas. “Nos fue bárbaro”, recuerda Ramiro. “Ahí nos dijimos de ir a Cosquín como un objetivo a futuro. Bueno, fuimos al año siguiente y fuimos Revelación del festival. Ahí empezamos a trabajar un montón”.

Una noche en La Peña de CheChelos, en Olivos.


Fue el comienzo del fin de primer CheChelos y comienzo de un camino que los llevaría directo a la peña. Al principio, hacíamos música de cámara porque si bien era folclore lo que tocábamos, lo trabajamos como si hiciésemos música clásica, llevábamos el folclore a la estructura de cámara. Pero nos fuimos saliendo de ese lugar porque nos dimos cuenta de algo: después de Cosquín nos empezaron a llamar de muchos festivales y cuando íbamos a esos festivales nos dábamos cuenta de que no teníamos un repertorio para festivales. Teníamos la música para teatros y salas, pero no para presentarnos en fiestas populares. Ahí fue cuando mutamos nuestro proyecto y empezamos a hacer nuestra peña”.
Los chelos pasaron a ser instrumentos de una peña. “Los llamamos violonchelos criollos y nosotros ya no somos músicos clásicos haciendo folclore, sino que nos definimos como folcloristas”.


Fue entonces que empezaron a pensar el proyecto en torno a la danza. “Armamos la música directamente pensada para la danza”, revela. A fines de 2021, estrenaron su propia peña, en un espacio en Olivos, a treinta cuadras de la quinta presidencial, aclara Ramiro entre risas. Funciona una vez por mes y este viernes será la primera vez que abra sin ellos. Por la peña de CheChelos pasaron artistas como Los Manseros Santiagueños, Bruno Arias y José Luis Aguirre.
“Fue resultado de una búsqueda nuestra”, reconoce el chelista que actualmente forma parte de la Sinfónica de Neuquén. “La música tiene otra historia cuando conecta con la danza, es otra dimensión, nos empezó a atrapar eso”. La Peña de CheChelos promete hacer bailar a todos este jueves. ¿Que si eso será posible en la sala del Español? Verán que sí.


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