Espacio Pueblarte, teatro hecho a pulmón y por amor al arte en Cipolletti

Espacio Pueblarte es uno de los pocos centros culturales independientes de Cipolletti. Su creador e impulsor Héctor Paschetta nos cuenta su historia.

El arte ante todo. Paschetta eligió dedicarse al teatro.

A pulmón, con ayuda y muy de a poco. Así fue creciendo lo que en los años noventa fue un taller de escapes, y hoy es uno de los pocos, muy pocos, centros culturales independientes de Cipolletti. El Espacio Pueblarte empezó como un sueño, una “idea loca” que pasó por la cabeza de Héctor Paschetta, y que luego contagiaría a su compañera de vida y de aventuras, Patricia Pertovt.

Él, como muchos otros artistas, conoció desde muy temprana edad la pasión que corría en sus venas. Incluso antes de que nacieran sus padres, su abuela estuvo cerca a los míticos hermanos Podestá, y en él también continuó aquel amor por el teatro.

“Un simio claro”, una historia de perdedores que se contó en la sala..

Por cosas de la vida, terminó comprando una casa que dentro del terreno tenía un galpón, donde en los años 90 funcionó un taller mecánico.

Nadie lo supo, pero había echado el ojo a ese galpón, más que a la casa. Allá por el año 2004 pudieron tomar posesión del lugar.

“Ensayábamos en el living de la casa, que era amplio. Al tiempo empezamos a usar el garaje, adonde ahora funciona la recepción del teatro, nos cagábamos de frío”, recuerda con la claridad del que conoce el invierno patagónico.

No había pasado un año y ya estaban con algunos otros actores ensayando en el galpón. “El piso estaba destruido y tenía la fosa tapada con madera, ahí fue que lo empezamos a transformar”.

Tuvieron que pasar dos años, mucho esfuerzo y una gran ayuda, para que, en 2007 empiece a funcionar como taller de teatro, y con un elenco estable.

Épocas de cooperativismo en la que contaron con ayuda de otros espacios, como por ejemplo La Hormiga Circular, de Villa Regina.

“Dos comedias cortas” es una de las propuestas que ofreció lael espacio

“Mientras, lo íbamos convirtiendo en un teatro con guita propia y de las producciones que hacíamos con Patricia”. “En esos años hacíamos muchos musicales, y también producciones en otros teatros”, recuerda, “todo iba a parar al espacio”, recuerda.

Como muchas asociaciones cooperativas, terminó por disolverse, y todo amagó con quedar trunco. “Un día apareció Ariel Forestier y Pini Ullua y me preguntaron con palabras textuales: ‘viejo ¿qué vas a hacer con esto?”, rememoró.

Así volvieron al ruedo, tras algunos meses de estancamiento, y retomaron la construcción y el trabajo cultural.

En junio de 2017 se hizo la primera función abierta al público. Héctor y Patricia presentaron un musical de canciones de París, y además hicieron otras dos funciones. “Todo fue a total beneficio de la sala. Con eso terminamos las tarimas y las divisiones del interior”, cuenta emocionado.

Por estos días hay dos elencos que podría decirse, son los estables del lugar: EsToCada VEP y El Piso de Arriba, cuyos integrantes son colaboradores y en el caso de Javier Santanera y de Pablo Aguirre, “son dos de las columnas de Pueblarte”, confesó.

Héctor Paschetta, “toda la vida” en el escenario

Patricia Pertovt y Héctor Paschetta le ponen todo al espacio.

Héctor Paschetta nació en Carmen de Patagones, pero se considera sanantoniense. Tiene fotos con un elenco a los siete años, pero siente que actuó “toda la vida”.

Desde los menemistas años 90 se radicó en Cipolletti, tras un plan de retiro voluntario que le otorgó el Poder Judicial de Sierra Grande, donde trabajó por aquellos años.

“Mi abuela paterna vino de Italia muy pobre, y vivió un tiempo en Uruguay. Sus padres se juntaron y empezaron a trabajar en el circo de los Podestá, y pasó sus primeros 15 años con ellos”, contó Héctor.

Pese a que dedicó gran parte de carrera a la docencia, y hasta fue uno de los fundadores de un colegio técnico en Sierra Grande. A los 40 años decidió hacer la carrera universitaria de actor y consumar así, el amor de toda una vida con el arte. Al poco tiempo estaría dando clases, pero ahora de teatro, para jubilarse tras casi una década.

Durante la carrera conoció a Patricia Pertovt, su amor y compañera de tablas, con quien emprendió Pueblarte, y muchas cosas más. Hace años que ella coordina los grupos de danzas circulares que se desarrollan todas las semanas en la sala.

Mientras tanto, formó varios talleres de teatro y empezó a edificar lo que hoy es Espacio Pueblarte.

Durante varios años fue una cooperativa, pero por estos días funciona como un teatro y centro cultural.

Danzas circulares que curan

Las danzas circulares son danzas del mundo que se bailan en ronda, generalmente en círculo. Ancestralmente se hacía alrededor del fuego, que hace de centro. Martes y jueves son coordinadas por Patricia Pertovt.

“Bailar en ronda tiene los beneficios de compartir la energía, no hay jerarquías, solo hay un coordinador que focaliza, y ese rol puede cambiar”, explicó Patricia.

“Este es un grupo que se viene sosteniendo hace cerca de cinco años, es estable. Hay muchos que vienen con menor frecuencia”, relató y aclaró que “la propuesta es libre, pero estamos dos veces por semana, dos horas”.

“Viene mucha gente mayor, les hace muy bien”, aseguró. “Es una actividad física suave, mejora mucho la coordinación, y genera empatía porque nos tomamos de las manos, nos sostenemos”, resumió.

Piden $100 de colaboración por encuentro, pero ellas saben que si no pueden “vienen igual”. “Es un desahogo”, cuenta una de las participantes.


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