Caso Carrasco: las periodistas que hicieron historia el drama de una familia

El tres de marzo de 1994 y tras haber sido sorteado junto a la clase 1973, Omar Octavio Carrasco, un joven de Cutral Có, se incorporó al Grupo de Artillería 161 del Ejército Argentino en Zapala. Estaba a 78 kilómetros de su ciudad natal.

Caso Carrasco: cómo se convirtió en historia el drama de una familia

Por: Carlos Ñanculeo y Andrea Saldía

El soldado Omar Carrasco fue asesinado el 6 de marzo de 1994. A 24 años del crimen, dos periodistas recuerdan el caso.

El tres de marzo de 1994 y tras haber sido sorteado junto a la clase 1973, Omar Octavio Carrasco, un joven de Cutral Có, se incorporó al Grupo de Artillería 161 del Ejército Argentino en Zapala. Estaba a 78 kilómetros de su ciudad natal.

De familia humilde, él y sus padres desconocían que tendrían un rol fundamental en la historia de nuestro país. Ese día no fue un miércoles cualquiera, tampoco el abrazo que se dieron en una de las últimas mañanas tibias de Zapala. El verano se despedía de la ciudad y ellos de su único hijo varón. El adiós se demoró un poco más en los brazos de su madre, que mezcló los últimos consejos de cuidado con un “vamos a venir en unos días hijo”, sí contestó Omar, quien ignoraba que moriría tres días más tarde y que con su muerte se pondría fin al Servicio Militar Obligatorio en Argentina.

Su historia fue escrita muchas veces y difundida por diferentes medios. Sin embargo, las nuevas generaciones poco lo recuerdan y en la ciudad que lo vio partir, sólo queda de él la tumba y una calle que lleva su nombre escrito en un cartel prácticamente ilegible.

La calle Omar Carrasco queda en el barrio Progreso de Cutral Có.

Al cumplirse 24 años de su asesinato y en el intento por recordarlo, charlamos con Andrea Vázquez y Verónica Morell, quienes en ese entonces trabajaban como corresponsales de este medio en la agencia Cutral Co y fueron piezas fundamentales en esta historia.

“El hombre ingresó a la oficina a media mañana y lo atendí porque la recepcionista no estaba”, abre el relato Verónica. Francisco Carrasco, padre del que luego fuera conocido como el soldado Carrasco, consultó cuánto costaba poner un aviso de búsqueda de persona. “Le pedí más datos y él me indicó que estaba buscando a su hijo que había ingresado hacía poco al Ejército; que viajaron a visitarlo a Zapala en su primer franco y allí les dijeron que no estaba en el lugar, había desertado. Él y Sebastiana, la madre, necesitaban con urgencia saber su paradero”, dice con la mirada puesta en la distancia y con un brillo en los ojos que refleja la potencia de aquellos recuerdos.

Morell, a pesar del paso del tiempo recuerda como si fuera ayer la seguridad con que Francisco Carrasco hablaba de su hijo; sabía que era imposible que hubiera desertado sin volver a su casa. Quedó impactada, pero necesitaba tiempo para hablar del tema con su compañera, por eso le dijo que esperara para el aviso.

De inmediato compartió la información con Andrea Vázquez, juntas intuyeron que la situación ameritaba un artículo en el diario y no un simple aviso. Faltaba consultar al entonces jefe de la sección policiales, Guillermo Berto, quien autorizó la publicación pero con un requisito: la foto de Carrasco.

Por esos días no había celulares, ni mucho menos whatsapp, por eso tuvieron que acercarse hasta la casa en la que vivía la familia Carrasco en busca de la imagen. Francisco encontró sólo una de tipo carnet, fue la primera que salió publicada y con la que se lo conoció a nivel nacional días más tarde. Ambas, recuerdan que todo requería mucho mayor esfuerzo ya que en aquella época las comunicaciones eran muy precarias. Todo se enviaba a Roca, por encomienda, en colectivo, los tiempos eran otros.

Pasaban los días y Omar seguía sin aparecer. Los padres volvían al Cuartel pero la información que les daban era siempre la misma: que su hijo había desertado. Mientras tanto bomberos, la policía, el pueblo entero lo buscaba.

“Decían que lo habían visto en Picún, después lo habían visto en otro lado, miles de versiones circulaban. Pero el papá se mantenía en su certeza y eso fue lo que nos transmitió a nosotras. La seguridad del papá era de que el chico no había desertado, no se había ido por sus propios medios, sino que realmente algo había pasado”.

Andrea y Verónica, que se habían vinculado estrechamente con Francisco Carrasco y Sebastiana Barrera, al verlos tan solos, vulnerables y desprotegidos, hicieron de nexo entre ellos y un estudio de abogados que resolvió tomar el caso sin cobrarles un peso. Con el patrocinio legal, hicieron la denuncia por desaparición de persona y comenzó a intervenir un Juzgado Federal. Recordaron que a partir de allí tomó fuerza la situación y las publicaciones comenzaron a sucederse con mayor frecuencia hasta que el cuerpo finalmente apareció. A partir del hallazgo y las circunstancias en que se encontró, el caso se nacionalizó.

El sufrimiento que padecieron cuando supieron que habían encontrado el cadáver de Omar en el predio del Ejército fue mucho. “El chico no aparecía hasta que finalmente apareció y cómo apareció”. En ese momento, fueron a la casa de la familia y compartieron con los padres el dolor.

“Éramos muy chicas. Estábamos muy involucradas con todo esto”.

Andrea Vázquez

Ambas habían ingresado a la agencia pocos meses antes y tenían por aquellos días un par de años más que aquel soldado. Además, la limitante en la comunicación, hizo que el vínculo fuera mucho más personal y cercano. “Nosotras lo íbamos a buscar o él venía, en general se acercaba en el auto, era una familia muy humilde que vivía en un puesto de campo. Para mi fue un golpe muy duro” recuerda entre lágrimas y con voz quebrada por las imágenes que encuentra en su memoria Morell.

El diálogo continuó y vino a su mente el temor que las sorprendió cuando empezaron a tomar conciencia de su trabajo. En aquella época había todavía un miedo generalizado y persistente, resabio del terrorismo de Estado. Nadie quería hablar. La democracia era incipiente; no sabían si perduraría; no podían concretar notas con compañeros del Servicio Militar de Omar Carrasco. Los papás protegían a sus hijos, los escondían. “Me acuerdo que una vez estábamos en las 500 viviendas, en el barrio San Martín, estábamos entrevistando a un papá, golpearon la puerta y veo que le hace un gesto al hijo con la mano para que se vaya”. Ese papá, como tantos otros, protegía a su hijo de nosotras, la prensa.

La charla terminó con lágrimas por el recuerdo, con risas por aquella juventud tan distinta a la de hoy, y el aire se impregnó de una sola idea, la importancia de mantener activa la memoria. “Las nuevas generaciones deben conocer por que no hay Servicio Militar Obligatorio en nuestro país, ya que el cambio fue a consecuencia de la pérdida de la vida de un joven. De acá nomás. De Cutral Co”, sentenció Andrea Vázquez y sentimos que nuestra labor sumó un granito de arena en esa causa.


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