Cosquín 2024: el malambo rionegrino de Ventisqueros va por su lugar en el festival

El conjunto de malambo rionegrino está listo para afrontar, en enero próximo, un nuevo Pre Cosquín, donde este año perdió en el desempate. ¿El premio? Un lugar en la Próspero Molina, nada menos.

Este verano, Ventisqueros va por más. E ir por más significa, para este talentoso conjunto de malambo rionegrino, llegar al festival de Cosquín. Ganadores por segundo año consecutivo del selectivo provincial, serán parte una vez más del Pre Cosquín, cuyo ganador tendrá la posibilidad de zapatear durante el festival propiamente dicho. 

Y ahí está la cosa: este año llegaron a la final, pero no les alcanzó para el premio mayor, por eso, en 2024, buscarán superar la instancia final y llevar el malambo rionegrino al escenario mayor. 

Quedamos entre los mejores cuatro conjuntos del país y en la ronda de desempate perdimos”, recuerda Guillermo Morales, uno de los integrantes del conjunto.  

“Se disfrutó igual, por supuesto, porque estábamos compitiendo con los mejores, pero queremos redoblar la apuesta para lograrlo porque el año pasado estuvimos muy muy cerca”, reconoce el bailarín roquense en su diálogo con Diario RÍO NEGRO.  

Ventisqueros: objetivo Cosquín

La participación de Ventisqueros en el Pre Cosquín comenzará el 3 de enero, por lo que el conjunto estará viajando a Córdoba el mismo 31 de diciembre. “Vamos a pasar Año Nuevo en viaje”, dice Guillermo entre risas. 

Tras algunos cambios en la formación que participó en la edición pasada del festival, Ventisqueros actualmente está conformado por Sergio Villegas, Cacho Villegas, Guillermo Morales, Cristian Mauna, Maximiliano Leiva, Ariel Villarruel, Emiliano Pino y Miguel Arias. Y junto a ellos los músicos Bautista Burgos ( guitarra) y Santiago Fonseca (acordeón). 

El redoble de la apuesta que propone Ventisqueros para superar la instancia final se apoya, en parte en la ampliación de su formación, de seis a ocho integrantes y en la incorporación de Cacho Villegas, uno de los grandes referentes del malambo rionegrino a quien Guillermo Morales llena de elogios. “Cacho Villegas es un ícono, la historia viva, con él vamos a amos a intentar llegar al escenario principal”, se entusiasma.  

Un dato que Morales destaca de Cacho Villegas es su edad y la destreza con la que se desempeña. “Cacho debe estar pasando los 60, nosotros tenemos entre 25 y 35. Generalmente, en malambo es como más jóvenes porque hay que estar preparado físicamente. Pero Cacho es especial”. 

“Quedamos entre los mejores cuatro conjuntos del país, ahora queremos lograrlo porque el año pasado estuvimos muy cerca”.

Guillermo Morales, integrante de Ventisqueros

Otro aspecto de este redoble de la apuesta que destaca Morales tiene que ver con la propuesta artística propiamente dicha. “Si bien nos inspiramos en los criollos rionegrinos por las formas de vestir y de actuar en cuanto a corporalidad, este año vamos a contar una historia en la cual, en este caso a partir de Cacho, montamos la coreografía en base a lo que él nos vaya proponiendo. Como él es el de más experiencias y un referente en Río Negro tratamos de aprovecharlo”.  

Sin querer adelantar demasiado lo que ofrecerán en escena porque, dice Guillermo, la sorpresa es parte de la rutina en el malambo, “vamos a contar nuestra historia y vivencias. La propuesta es que el rionegrino se sienta identificado. Tratamos de que no sea tan antiguo y que de alguna manera se vaya actualizado. Tiene rasgos rionegrinos con toques sureros. Es un malambo nuestro tratando de adaptarlo un poco al malambo actual, porque va evolucionando, es un trabajo bastante complejo el que venimos haciendo y espero que resulte, yo creo que va a andar bien”.    

El malambo es una danza folclórica argentina que se atribuye a los pueblos originarios de las regiones pampeana y patagónica. “El malambo abarcó todo el país, pero es diverso, tenés malambo antiguo o moderno; o sur o norte, como también se le dice”, revela Guillermo. “Fue tomando diferentes modalidades en cada provincia. Río Negro en particular tiene un malambo que se caracteriza como surero, si bien no hacemos ese malambo vamos por ese camino fusionando eso. El conjunto no es tan tradicional, aprovechamos eso, generamos una pequeña obra, con personajes, no solo zapateamos en la cual intentamos que cada uno interprete personajes”.  

Ventisqueros: malambo de acá y de allá

El clima, la geografía, la cultura de cada región hace que se baile distinto el malambo, sostiene Guillermo. “Tanto el malambo como cualquier danza a mi parecer va  a variar por el suelo que habitamos. Si bailo un chamamé en Chaco lo voy a bailar más arrastrado porque tienen un suelo donde pueden hacer eso, imagínate si lo quiere hacer acá en el suelo patagónico, con las piedras y demás, es imposible. Por eso acá lo hacemos más picaditos y más a tierra porque necesitamos una pisada segura por el tipo de suelo que tenemos. El rionegrino tiene una cadencia diferente al bailar o zapatear y es lo que nosotros queremos mostrar. Cambia en la forma no en la velocidad, trabajas más en la semiflexión, más a tierra por el suelo donde vivimos.  

¿Qué lo caracteriza al malambo rionegrino? Dice Guillermo Morales: “El rionegrino usa botas fuertes o botas españolas como le dicen algunos y bombachas de campo, pero más achupinadas, digamos, y el acompañamiento musical es más sureño”.  Con estos elementos, la propuesta de Ventisqueros, “tiene como más repiqueteos que los otros malambos, más fonéticos, es otra propuesta auditiva”. 

En cuanto a la rutina en escena, el malambo es muy estricto en cuanto su duración: de tres a cuatro minutos. Tres minutos cuarenta”, precisa Guillermo. Ni un segundo menos, ni un segundo más. Cualquier desajuste se paga con la descalificación. Así, la coordinación entre los bailarines no es solo estética, sino también temporal. “No es fácil”, asegura. “Sobre todo porque todos nosotros siempre fuimos solistas y de pronto generar ese vínculo en equipo es todo un trabajo”. 

Para él, una de las claves más importantes para lograrlo estuvo en los músicos con los que cuenta Ventisqueros: “Gracias a Dios tenemos buenos músicos que van marcando el tiempo, ellos han sido malambistas en su tiempo y eso ayuda mucho. En los ensayos cronometramos el trabajo en equipo para ir a tiempo y no adelantarnos. Es muy importante no empezar más rápido de lo que debe ser porque eso cambia todo el tiempo. Ni tampoco demasiado lento, claro. Trabajo, ensayo y conexión entre músicos y bailarines, de eso se trata”, resume. 


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