«Estado mal pagador»

Injusta, desconsiderada, impúdica. Por lo menos estos calificativos le caben a la actitud de los administradores del Estado neuquino (los que se fueron en diciembre y quienes los reemplazaron) por el trato que les dan a sus proveedores de productos y servicios, que no son pocos y, por lo tanto, su situación repercute fuertemente en la actividad de la ciudad y la provincia.

El Estado tiene deudas por centenares de millones de pesos con empresarios, comerciantes, profesionales e instituciones de todos los rubros; en algunos casos no les paga desde julio y agosto del año pasado. Para los que tienen respaldo financiero fuerte, los inconvenientes son menores; para los más débiles, la asfixia es una realidad dramática. Pero unos y otros, a su vez, dejan de pagar a sus proveedores y éstos a los suyos: así se forma una cadena de atrasos y moras que recorre toda la sociedad.

Si un contribuyente se atrasa en el pago de sus obligaciones fiscales, el Estado lo sanciona con intereses, como corresponde; pero el Estado deudor y moroso es impune, así como también los funcionarios que generan la irregularidad y los que la sostienen.

Los funcionarios de hoy culpan a los que se fueron en diciembre, un gesto inaceptable, porque los nuevos no estaban tan alejados de sus reemplazados y, por lo tanto, no deben eludir responsabilidades. Durante la campaña previa a las elecciones de octubre, los candidatos a cargos provinciales escucharon de representantes de distintos sectores sus reclamos por los atrasos en cobrar sus deudas. Por eso no se puede aceptar la sorpresa que hoy manifiestan Jorge Sapag y su gente por la deuda acumulada. Es más, desde la oposición política se venía advirtiendo el crecimiento de la deuda con proveedores, por lo que la situación no podía ser desconocida por los candidatos del propio partido del gobierno.

Hay otra derivación dentro de este cuadro. Como es tradición que el Estado pague con atrasos, muchos son los proveedores que se «cubren» sobrevaluando sus prestaciones o productos. Entonces, el Estado compra caro, muy caro. Y también se comenta -aunque nadie levanta la voz de reprobación y muchos los utilizan como recurso válido- que estas situaciones alientan la aparición de «gestores» para agilizar pagos, con una comisión que se ajusta de acuerdo con montos y urgencias. Este «ítem» también se cargaría en el precio de la prestación o el producto.

La descripta es una situación más entre las que deberían integrar un catálogo de lo que no debe hacer un gobierno democrático, republicano y decente, que algún día los neuquinos tendremos que decidirnos a elegir, controlar y apoyar.

 

Ricardo Villar,

DNI 8.377.070

Neuquén


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