Carreras de montaña y cordillera: qué lleva a muchos a participar de estos eventos exigentes
¿Es moda? ¿El running está viviendo una transformación cultural? ¿El bienestar está dentro de los propósitos de quienes compiten?
Por Oscar Aliaga, especial para «Estar Bien»

Un fenómeno que lleva más de dos décadas, que se potenció en esta última y que cada vez convoca a más participantes. Una mirada sobre el running, las carreras, los sponsors, las marcas, los medios y el papel de los atletas de elite y los corredores populares.
Carreras de trail, en montañas, en bardas, circuitos mixtos de ciudad y campo, tenemos hoy muchas opciones, pero si nos remontamos a los inicios y a las primeras competencias, había muy pocas al año, tomando como ejemplo a Neuquén o Río Negro. Con convocatorias de 200 o 300 corredores por carrera sumando las distancias, con las zapatillas y ropa que se conseguían por entonces, sin equipamiento técnico, con agua y fruta.

La Patagonia, el escenario preferido para la aventura
Lo que muchos decían equivocadamente que era una moda, siguió y creció hasta despertar el interés de las grandes marcas para esponsorear estos eventos que año tras año suman más participantes.
Y así, las carreras se multiplicaron, al punto que hoy tenemos muchas opciones para elegir, hay competencias todas las semanas, incluso muchas de las más convocantes en ocasiones se superponen.
Entonces es ahí donde los organizadores, junto a sus patrocinantes, buscan marcar diferencias para que los elijan. Obvio que los escenarios naturales de la montaña y la cordillera se imponen como primera opción. Aunque también los corredores hoy prefieren la calidad de los circuitos y lo que ofrece el evento.
Las carreras de montaña más grandes del país tienen su locación en esta zona de la Patagonia. Generan un gran movimiento turístico y económico para la región.

Las dos grandes clases de corredores
En estos eventos deportivos confluyen los corredores populares y los corredores de elite, deportistas de alto rendimiento. Ambos conviven dentro del mismo universo, el corredor popular es de alguna manera el que sostiene la actividad desde su participación masiva y el consumo de productos, mientras que el corredor de elite representa el nivel más alto de entrenamiento, esfuerzo y la competencia.
El corredor común es un consumidor del deporte, disfruta, se motiva y genera el volumen que hace posible todo el sistema. El atleta de elite, en cambio, necesita condiciones, estructura y acompañamiento y mucho apoyo para poder entrenar y estar en competencias.
Organizar una carrera de montaña demanda una logística enorme: equipos técnicos, comunicación, seguridad, atención médica, prensa y todo esto sin descuidar a los atletas, buscando generar un equilibrio entre lo comercial y lo deportivo.
Cuando los intereses comerciales se cruzan
Vemos últimamente que muchas veces las marcas comerciales eligen apoyar a influencers antes que a atletas, priorizando cuestiones estéticas o de visibilidad en redes sociales sobre el mérito deportivo.
Una realidad es que las empresas apuestan a quienes manejan mejor la comunicación o tienen más llegada, pero eso deja en desventaja a quienes verdaderamente entrenan y representan el espíritu deportivo. Imagínense que, para llegar a un nivel de elite, son muchas horas de entrenamiento y es imposible a eso sumar horas de redes sociales para generar contenido si no se tiene un conocimiento.
Pero surge la necesidad de que los deportistas aprendan también a construir su imagen pública con responsabilidad, entendiendo que la profesionalización no pasa solo por el rendimiento, sino también por la manera en que se muestran y comunican.

La montaña, una gran vidriera para los deportistas de elite
Además de buscar un lugar en el podio, ¿qué persigue realmente un atleta de elite en una carrera? Ganar, sí, pero también trascender. Obtener premios, hacerse visible, recibir invitaciones a nuevas carreras, representar a una marca, integrar una selección, competir en un sudamericano o alcanzar un mundial.
En definitiva, busca apoyo, reconocimiento y la posibilidad de seguir creciendo dentro del deporte que eligió.
Hoy terminó la 22° Edición del Asics K42 en la Villa La Angostura, Capital Provincial del Deporte de Montaña. Esta carrera fue la primera en organizar un maratón de montaña, era el año 2003 y en la Argentina la distancia más larga registrada hasta entonces era de 28.
El profesor Diego Zarba, campeón argentino de atletismo, es el creador del K42, y quien convenció a patrocinadores y corredores de calle de que era posible correr esa distancia en montaña. En la primera edición fueron cerca de 250 participantes, en distancias de 10 y 42 kilómetros.
El presente la ubica entre una de las mejores carreras de Latinoamérica, con más de 3.000 corredores que llegan cada año en noviembre para ser parte de esta competencia.

Hoy, el K42 de Villa La Angostura, es considerado una verdadera “vidriera” para el atletismo argentino y sudamericano. La visibilidad que ofrece un evento de esa magnitud para un corredor de elite puede significar mucho, porque posiciona al corredor frente a nuevas oportunidades, patrocinios y medios de comunicación.
Destacarse en una competencia internacional que ve todo el país, tiene que tener sus beneficios. El KSeries está pensado como un circuito que ofrece carreras en Argentina y España. Este año los ganadores de la distancia mayor accedieron a los tickets para correr K42 Anaga Marathon, en Las Islas Canarias, España.
La reflexión y la preparación, más que necesario
Al K42 llegan cada año los mejores corredores de montaña de la Argentina; la organización libera más de 200 inscripciones para corredores de elite. Algunos llegan con el apoyo de sus marcas; en otros casos, los corredores también son entrenadores y destinan parte de sus ganancias de trabajo para costear el viaje y estadía. En menor medida, los gobiernos locales también acompañan a los deportistas.
En una charla con Diego Zarba, nos cuenta que trabaja hace ya un tiempo en esta idea de crear espacios de reflexión y formación para los corredores.
Proyectar y generar ámbitos de capacitación y contención donde se trabajen aspectos como el manejo responsable de las redes sociales y comunicación, la preparación emocional y la proyección profesional.
Espacios para pensar el deporte desde una perspectiva más humana y formativa, resaltando también el papel que cumplen tanto los medios de comunicación como los entrenadores en el acompañamiento de los atletas.
Lo que realmente transforma al atleta es la exposición, la proyección y la posibilidad de crecer dentro de un circuito que lo reconozca.

El running necesita una transformación cultural
El running —al margen del rendimiento— necesita una transformación cultural: entender que el desarrollo personal de cada corredor impulsa el crecimiento colectivo de la disciplina.
Las carreras, más allá de la competencia, son una red de relaciones donde los protagonistas, o sea los corredores, junto a los organizadores, sponsors, marcas y medios, se necesitan recíprocamente.
Quizá la clave sea seguir fortaleciendo vínculos entre los actores con una mirada diferente, creando estos espacios de reflexión y formación para los corredores populares y de elite, donde cada uno pueda comprender su lugar y que siga siendo el deporte la excusa del encuentro.

Por Oscar Aliaga, especial para "Estar Bien"
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