Cinco plantas fáciles que casi no necesitan cuidados y resisten el frío
Hay especies que soportan bajas temperaturas y requieren muy poco mantenimiento. Te contamos cuáles son ideales para mantener tu casa o jardín llenos de verde en los meses frescos.
A medida que bajan las temperaturas, la vida en las plantas también cambia. Muchas especies tropicales o de climas cálidos sufren con el frío, pierden hojas o incluso mueren si no se protegen. Sin embargo, existen variedades que resisten perfectamente las bajas temperaturas y que, además, son muy fáciles de cuidar.
Si querés seguir disfrutando del verde en otoño e invierno, sin preocuparte demasiado por el riego o la exposición al sol, estas plantas son opciones ideales para vos. Son resistentes, adaptables y muy decorativas, perfectas tanto para jardines como para interiores bien iluminados.
Lavanda: aroma y resistencia todo el año

La lavanda no solo es famosa por su perfume relajante: también es una de las plantas que mejor resiste el frío. Aunque prefiere los climas templados, soporta temperaturas bajas y sigue floreciendo si tiene buen drenaje y algunas horas de sol al día.
Además, sus flores secas se pueden usar para preparar saquitos aromáticos, infusiones o baños relajantes. Una planta que cuida la casa y el ánimo a la vez.
Clave de cuidado: regar poco en otoño e invierno, solo cuando la tierra esté completamente seca. Evitar que sus raíces permanezcan encharcadas.
Romero: un clásico que se fortalece en el frío

El romero es otra aromática rústica que tolera muy bien el clima fresco. Su porte leñoso y su estructura fuerte le permiten sobrevivir a heladas suaves y a vientos fríos. Además, sigue siendo una fuente de hojas aromáticas para cocinar todo el año.
El romero es tan adaptable que puede cultivarse en macetas grandes, en jardines o directamente en el suelo. Con mínimos cuidados, puede vivir varios años en el mismo lugar.
Clave de cuidado: ubicarlo en un lugar soleado y no excederse con el riego. Le gustan los suelos secos y aireados.
Crisantemos: color en los días grises

Los crisantemos son una excelente opción para quienes buscan flores resistentes al frío. De hecho, su temporada natural de floración comienza en el otoño, cuando otras plantas ya están marchitas.
Vienen en múltiples colores y formas, y pueden iluminar patios, balcones o canteros incluso en días grises. Son muy valorados por su larga duración y su capacidad de florecer en temperaturas bajas.
Clave de cuidado: ubicar en lugares con luz indirecta brillante, regar moderadamente y cortar las flores marchitas para estimular nuevas floraciones.
Cactus: fuerza y supervivencia

Aunque muchos cactus se asocian a climas cálidos, varias especies soportan el frío sin problemas, siempre que estén protegidos del exceso de humedad. Son ideales para interiores luminosos, terrazas techadas o espacios donde no reciban lluvias directas.
Los cactus son casi indestructibles si se respeta su necesidad básica: poca agua y buen drenaje.
Clave de cuidado: regar solo cuando el sustrato esté completamente seco y reducir al mínimo el riego en invierno.
Cyclamen: una joya para interiores frescos

El cyclamen es una planta que ama el clima fresco. De hecho, sufre más con el calor que con el frío. Florece en otoño e invierno, llenando los ambientes de tonos vibrantes como rosados, violetas, blancos o rojos.
Es ideal para decorar interiores, siempre que se ubique en lugares bien iluminados pero frescos, lejos de calefactores o corrientes de aire caliente.
Clave de cuidado: regar desde abajo (colocando agua en el plato de la maceta) para no mojar las hojas. Mantener el sustrato húmedo, pero no encharcado.
El secreto: elegir las plantas adecuadas para cada estación
El otoño no tiene por qué ser una estación gris. Con las especies adecuadas, podés seguir disfrutando de la belleza y los beneficios de las plantas durante todo el año. Elegir variedades resistentes al frío no solo facilita el cuidado: también ayuda a crear ambientes más vivos, saludables y armoniosos.
Adaptar el jardín o los espacios interiores a cada estación es una forma de conectar con el ritmo natural de la vida, acompañando los cambios en lugar de resistirlos.
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