Cómo dejar de fumar: beneficios, riesgos del humo de tercera mano y consejos clave
Aunque no fumes cerca de otros, el humo queda impregnado y sigue enfermando. Conocé los efectos del tabaco y las claves para dejarlo definitivamente.
Cada año, unas 45.000 personas mueren en Argentina por enfermedades relacionadas al tabaco. Pero más allá del daño que sufre quien fuma, el entorno también queda expuesto: familiares, bebés, mascotas y hasta las superficies del hogar.
“El humo de tercera mano queda impregnado en muebles, ropa, cortinas y paredes. Y aunque ventiles, no se elimina”, explicó la Dra. Cecilia Cortés, entrevistada por la médica Sonia Costantini en RÍO NEGRO RADIO. Este humo invisible contiene partículas ultra pequeñas con tóxicos, metales pesados y hasta sustancias cancerígenas, que se liberan desde la punta del cigarrillo aunque no se lo esté inhalando directamente.
Escuchá a Sonia Costantini y a Cecilia Cortés en «El diario del mediodía» por RÍO NEGRO RADIO:
¿Qué son los tres tipos de humo?
- Primera mano: el que aspira y exhala el fumador.
- Segunda mano: el humo que sale del cigarrillo encendido.
- Tercera mano: los residuos que permanecen en el ambiente y las superficies.
Según Cortés, la corriente lateral (segunda mano) es incluso más tóxica, porque sus partículas son más pequeñas y se dispersan con mayor facilidad.
Efectos en bebés, niños y animales
El humo de tercera mano aumenta seis veces el riesgo de muerte súbita en bebés, y se asocia a mayor incidencia de bronquitis, neumonías, otitis y bajo peso al nacer.
Además, las mascotas también enferman. “Está comprobado que aumenta el riesgo de cáncer de hocico y boca en perros y gatos”, explicó Cortés.
“Fumo poquito”: el mito más peligroso

“No hay dosis segura de tabaco. Fumar cinco cigarrillos al día incrementa un 40% el riesgo de infarto”, alertó la médica. Incluso los cigarrillos armados “a mano” o el tabaco suelto, aunque parecen más “naturales”, siguen liberando sustancias tóxicas y gases dañinos al quemarse.
¿Qué pasó con las políticas públicas?
Para la doctora Cortés, la ley de ambientes 100% libres de humo fue una de las pocas políticas sanitarias exitosas en el país: logró reducir el consumo de tabaco del 30% al 22,2% entre 2005 y 2018.
Sin embargo, la industria tabacalera sigue ejerciendo presión. “El vapeo no es inocente. Es una estrategia de mercado que apunta a los más jóvenes”, advirtió la especialista, en referencia a dispositivos prohibidos por ANMAT pero de fácil acceso.
¿Quiénes fuman más?
El 22% actual de fumadores en Argentina se concentra en poblaciones más vulnerables, con menor nivel educativo y sin cobertura médica. Además, se registra un aumento entre las mujeres, lo que representa una preocupación extra para la salud materno-infantil.
Decidir dejar: el primer paso
“Nadie puede dejar de fumar por otro. La decisión tiene que ser propia”, aclaró Cortés. El proceso comienza con una consulta médica para evaluar motivaciones, definir un día de cesación y elaborar un plan concreto.
“El método más efectivo es todo o nada. Reducir no sirve si no hay fecha de corte”, explicó. Esto se debe a que cualquier factor emocional puede volver a disparar el consumo.
¿Qué pasa en el cuerpo cuando se deja de fumar?
Los beneficios aparecen en las primeras 24 horas: mejora el gusto, el olfato y la capacidad pulmonar. En el mediano plazo, se reduce el riesgo de infartos, cáncer y enfermedades respiratorias.
“Hasta la piel y el cabello mejoran. Es un cambio integral”, remarcó.
Cómo atravesar el momento crítico
La crisis de abstinencia dura apenas 2 minutos. Pero puede parecer una eternidad. Por eso, la doctora recomienda un “botiquín de emergencia” con agua, caramelos sin azúcar, frutos secos, cereales, y técnicas de respiración o distracción (cepillarse los dientes, caminar, etc.).
Evitar reuniones con fumadores durante los primeros 15 días también es fundamental.
El rol de la familia y los amigos
Contar con apoyo del entorno es clave. “Avisar a los seres queridos que uno está dejando el cigarrillo ayuda a reducir recaídas. Y muchas veces, hasta contagia: otros también deciden dejarlo”, señaló la médica.
Educación y prevención: los desafíos pendientes
Pese a los avances, la edad de inicio del consumo está bajando. Hoy los adolescentes comienzan a fumar a los 13 años. Y aunque existen talleres escolares, falta una política sostenida de prevención desde la infancia.
¿Dónde pedir ayuda?
Además de consultas médicas individuales, existen tratamientos con medicamentos, grupos de apoyo y líneas de asistencia. Pero según la especialista, todavía hay escasa presencia del Estado en el acompañamiento integral.
“El cigarrillo es una droga legal, adictiva y mortal. Pero se puede dejar. Y cada día sin humo es una victoria para la salud”, cerró la doctora Cortés.
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