Septiembre: ¿Época de dietas?

Las dietas milagrosas no existen. Está comprobado científicamente que su resultado inmediato provoca daños físicos y mentales una vez que se abandona. Es importante consultar con un profesional antes de embarcarnos en un cambio de hábito más saludable. Y sobre todo, pensar en un plan de actividad física para el acompañamiento de pérdida de peso.

Por Prof. Lic. Samuel B. Garcia – Nutricionista / MP:108



Septiembre marca un punto de inflexión en el calendario, con la llegada de la primavera, los días más largos y las temperaturas más agradables, muchas personas empiezan a pensar en el verano, en las vacaciones y, con ello, en “ponerse en forma”. Es común escuchar frases como “empiezo la dieta para el verano” o “quiero bajar esos kilos de más antes de diciembre”.

Aparecen las llamadas dietas shock, que prometen una rápida disminución del peso, la dieta Keto, Paleo, de la Luna, sin harinas, disociada, el ayuno Intermitente. Dietas mágicas, extremadamente bajas en calorías, sin hidratos de carbono, que suprimen las harinas, etc. alteran totalmente el vínculo con la comida -tan necesario y tan importante, y dejan a un lado cuál es el sentido real de comer. La oferta de planes para adelgazar parece ser infinita, y sin embargo, cada vez más gente en el mundo tiene sobrepeso y obesidad.

Simplemente se trata de extremismos marketineros que nos aseguran bajar muchos kilos en tiempo récord. Dietas que nos dejan con un sentimiento de culpa y frustración cuando las abandonamos. Porque una dieta estricta, que te prohíbe comer las cosas que te gustan, que te alejan de la rutina y de tu vida social son imposibles de sostener en el tiempo.


En general las dietas tienen un principio y un final, y así sí funcionan. Las dietas funcionan para tratamientos agudos, cosas que empiezan y terminan, pero no sirven para tratar el sobrepeso y obesidad, que es algo crónico. Sólo con un real cambio de hábitos se logra perder peso y sostenerlo en el tiempo.

¿Por qué las dietas no son la solución al exceso de peso? La dieta prohíbe, restringe alimentos que son parte de nuestro hábito, y esta restricción también afecta la vida social.

El sobrepeso y la obesidad son consecuencia de un desequilibrio bioquímico, hormonal, de neurotransmisores, lo cual no solamente puede ser resuelto con la restricción calórica de los alimentos. Poder tener un peso corporal acorde y una composición corporal armoniosa, que se traduzca en una estética que a la persona le agrade, trae aparejado mucho trabajo y una conciencia de ser disciplinado respecto a ciertos hábitos que traerán como consecuencia ese equilibrio bioquímico, hormonal, neurológico para poder restablecer el peso corporal.


Los errores más comunes al empezar dietas en septiembre son:
* Querer resultados rápidos y hacer dietas muy estrictas o milagro, lo que genera frustración y fracaso. El cuerpo necesita cambios graduales y sostenibles para adaptarse y perder peso de forma saludable.

* Adoptar metas a corto plazo extremas e ir de la noche a la mañana a una rutina muy dura de dieta y ejercicio, sin planificación ni adaptación a las necesidades individuales.

* Culpar a los carbohidratos en general y hacer dietas bajas en ellos, cuando el problema real son los alimentos ultraprocesados ​​y altos en grasas trans y azúcares. Los hidratos de carbono saludables son necesarios especialmente si se realiza actividad física.


* Crear un déficit calórico muy grande comiendo muy poco y ejercitándose mucho, lo que provoca deficiencias en nutrientes, mal estado de ánimo y pérdida de masa muscular en lugar de grasa.

* Saltarse las comidas o reducir excesivamente la variedad y calidad de los alimentos, afectando el equilibrio nutricional.

* Seguir consejos de influencers sin base científica o seguir dietas sin personalización, ignorando la importancia de los ajustes según edad, sexo, gustos y necesidades.


* No respetar el descanso ni manejar el estrés, factores que impactan negativamente en la pérdida de peso y salud general.

La clave para evitar estos errores es planificar una dieta equilibrada y adaptada, con metas realistas y sostenibles, priorizando la calidad nutricional, el consumo de alimentos frescos y de temporada, y un estilo de vida saludable con actividad física moderada y descanso adecuado.


Dieta versus estilo de vida



Es importante aclarar que “hacer dieta” no significa restringir drásticamente alimentos ni seguir planes mágicos de moda. Septiembre debería ser el mes de construir hábitos sostenibles, que no solo preparen para el verano, sino que acompañen durante todo el año.

Algunos consejos para tener en cuenta:
1- Organizá tus comidas: Hacé 4–5 comidas al día, evitando largos períodos de ayuno. Armá platos equilibrados: ½ verduras + ¼ proteínas + ¼ carbohidratos saludables.

2- Elegí alimentos frescos y de estación: Prioriza frutas y verduras de primavera–verano (sandía, melón, frutillas, durazno, zapallito, tomate). Son livianos, refrescantes, ricos en agua y ayudan a hidratarte.


3- Proteínas magras en cada comida: Pollo, pescado, huevo, legumbres, yogur descremado. Ayudan a mantener la saciedad y proteger la masa muscular mientras bajás de peso.

4- Carbohidratos de calidad: Optá por integrales: avena, arroz integral, quinoa, batata. Reducí panificados y harinas refinadas.

5- Grasas saludables: Incorpora aceites, semillas, frutos secos, palta. En cantidades moderadas, mejoran la saciedad.

6- Hidratación constante: 2 litros de agua al día. Evitá bebidas azucaradas y alcohólicas (aportan calorías vacías).


7- Controla las porciones: Usá platos medianos, servite primero verduras, comé despacio y escucha tu saciedad.

8- Reducí ultraprocesados: Menos fiambres, snacks, golosinas y comidas rápidas. Cambiá “picoteo” por frutas frescas o frutos secos.

9- Colaciones inteligentes: Yogur con frutas, licuados naturales, bastones de zanahoria o pepino, puñado de nueces.

10- Constancia y equilibrio: No se trata de hacer dietas extremas, sino de adoptar hábitos sostenibles. Permitite algún gusto ocasional, pero sin perder la regularidad.

Recordá que el cambio no es solo la balanza, también se nota en tu energía, el sueño, la piel y la vitalidad. Combiná estos hábitos con actividad física regular (caminar, bicicleta, natación o gimnasio).

Septiembre es un gran mes para motivarse y comenzar, pero el objetivo debería ser sentirse bien todo el año. La clave no está en la “dieta de verano”, sino en aprender a alimentarse mejor, moverse más y disfrutar del proceso.


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