Europa sobre ruedas: Guido en las rutas de Austria

Sexta etapa del viaje del pintor de Villa La Angostura. Guido Ferrari recorre museos, se baña en el Danubio y, justo cuando se le acaba el dinero en Viena, una mujer le compra una pintura mientras lo ve trabajar. Y lo invitan a exhibir sus trabajos en una galería de arte.

En Dresden, Alemania, ya contaba con poco dinero, así que hice una pequeña inversión en materiales de pintura y paspartu, para presentar las pinturas de mejor manera y así poder mostrarlas en un futuro. Ese futuro llegaría temprano, en Viena. Luego de la pedaleada más larga del viaje, estuve dos o tres días en un hostel en las afueras: desde allí al igual que en Praga tenia unas vistas impresionantes de Viena.

Luego de una semana recorriendo, conociendo y visitando algunos museos, me quedé sin dinero. Estaba durmiendo en un bello bosque a 5 kilómetros de la ciudad. Bañándome en el famoso Danubio, me sorprendía todas las mañanas escuchando vida salvaje tan cerca de la ciudad, ciervos y jabalíes, como era usual.

Postales en el camino mientras avanzaba por Austria.

Una venta salvadora

Al día siguiente de quedarme sin dinero, fui a pintar al parque principal. Allí, una mujer me vería en pleno trabajo y me compraría una pintura. Aquí la rutina unas semanas más sería fácil gracias al verano pero laboriosa, ya que andar con todas las cosas de la bici era muy pesado: en las ciudades se intensifica, armar y desarmarlo todos los días, lo mismo si me ponía a pintar.

Atardecer en Viena.

Cuando iba a los museos no ataba la bici, tenía un candado pero no la llave y dejaba todo el equipaje armado. En todo el viaje solo me faltó una campera de lluvia, que me la sacaron una noche a las afueras de Viena. Y un día en Munich, de lejos veía como un hombre en silla de ruedas se acercaba de a poquito a la bici, hasta que se quedó varios minutos junto a ella.

Y de a poquito empezó a meter mano en el equipaje, me acerqué no muy apurado para ver hasta dónde llegaba, así que lo observé de atrás, hasta que me cansé y me le puse enfrente bastante confrontativo. Me empezó a preguntar cosas en alemán, lo único que entendí fue una pregunta, si la bicicleta era mía. Creo que en las capitales anteriores no me robaron nada más porque tenía pinta de homeless ¿Y quién le roba a un homeless? Así que me acostumbré a estar bastante relajado y no es porque los países lo ameriten, aquí también hay vandalismo.

Detrás de la bici… una bella vista de Viena.

La famosa ópera, la Secesión, Klimt, la música, psicología y pensadores, esta ciudad fue gloriosa. Hoy es un poco triste ver cómo lo usan solo para el turismo. Luego de haber pisado algunas capitales escandinavas, las otras parecen un poco más complicadas en el sentido de limpieza y orden. Viena no es una ciudad sucia, pero tiene sus lugares en comparación.

Rumbo a los Alpes

Dejaría Viena con dirección a los Alpes, no sabía lo que me esperaría allí. Saliendo de la ciudad, en un semáforo me doy cuenta que un bolso se me había caído en el camino.

Pego la vuelta rápidamente, pues era todo bajada, retrocedí unos cuantos km recordando exactamente el camino que venía haciendo y en un puente encontré el bolso. Estaba roto y revuelto, pero con todas las cosas que habían cuando se me cayo, tenía la billetera con los últimos euros, comida, la cámara con todas las fotos del viaje y algunas cosas más.

Cocinando en un bosque cerca de St. Pölten.

Después de algunas lluvias y vientos en contra, llegando a St. pölten, Austria, en el medio de la ruta veo una mujer gritándome, con lo poco que puedo hablar alemán le pregunte si hablaba español o inglés, ella respondió “a little bit” (un poco).

Luego me contó que me había visto unos kilómetros atrás y que decidió pararme para hacerme una nota en NÖN, diario austríaco. Luego de una ensalada de frutas le ofrecí mi mail para poder transcribir algunas preguntas, ella accedió y cada uno siguió su camino. Cuando llegué a la siguiente ciudad recibí el mail de Christine, con algunas preguntas más, respondí y también le envié algunas fotos del viaje.

Una periodista en la ruta

Dos noches después y varios km adelante recibí un mail de ella con la nota sin publicar y también había escrito “ojalá te hubiese comprado una pintura, las vi por internet y me enamoraron”.

La periodista Christine Hell le hizo una entrevista.

Respondí que sin problema podríamos vernos de nuevo y así vería las pinturas, todo esto vía mail y sin wifi.

Nos encontramos, no sé cómo, en un café de la ruta entre medio de los dos (ya estábamos a más de 100 km de distancia, que para la bici es mucho).
Esta nota replicaría en cinco localidades de Austria, además de St. Pölten y en una de ellas, la dueña de una galería me invitaría a exhibir mis trabajos a mediados de diciembre.

Temporal. Árboles caídos y todo mojado. Las lluvias continuaron varios días y tardé en secar todas mis cosas.

Luego de este amigable reencuentro estuve durmiendo en el camino, pero una gran tormenta me alcanzó y cuando estaba secando mi ropa a orillas de un río, el viento sopló tan fuerte y de repente un árbol cayó a metros de dónde estaba. Esa noche dormí refugiado bajo un manzano, mitad adentro de la carpa y mitad afuera para resguardar un poco las pinturas.

La lluvia continuó varias semanas y tardé en secar del todo mis cosas. Tras llegar a Salzburgo, luego seguiría hasta Bludenz donde pintaría unas cuantas pinturas para mi mentor Georg Miciu, nacido en esta localidad austríaca, en el medio de los Alpes, en la frontera con Liechstenstein y Suiza.

Contacto: www.guidoferrari.com
Instagram y facebook: Guido Franco Ferrari


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