Europa en bici: el viaje del pintor de Villa La Angostura sigue en Alemania

Cuarta escala para la aventura europea de Guido Ferrari. En el país germano, percibe los ecos del racismo, se mete en sus espectaculares museos y galerías de arte, elige dormir en los bosques y pinta hostels con nuevos amigos.

Guido Ferrari guidoferrari23@gmail.com

Al cruzar en un ferry de Dinamarca a Alemania, mi objetivo era seguro: llegar a Hamburgo por ser la ciudad grande más cercana. Fuertes vientos me impidieron hacerlo pronto, pero llegué el día que tenía que llegar. La Galería Nacional tenía horario extendido y cerraba a las 21 hs, así que fui a dejar mis cosas a un camping, que en realidad era un parking, literalmente. Y me fui a la Galería Nacional: súper recomendable, una gran colección.

Guido Ferrari con su amigo israelí.


En las ciudades mayormente no ataba la bicicleta ni tampoco entraba a los museos con todo el equipaje, sino que dejaba la bici armada completa.

En esta aventura que comenzó en Islanda en todo el viaje solo me faltó una campera de lluvia, que me la robaron de noche. Y un día vi a un hombre en silla de ruedas que se aceraba despacito y metía la mano en la alforja para sacar algo, me acerqué enseguida y le pedí que se vaya, la bici la moví de lugar y listo. Tampoco tuve problemas cuando estuve en Suecia y Noruega

La producción a salvo en el atelier rodante.

El puerto
Al día siguiente pinté cerca del puerto, uno de los más grandes del mundo. A la tarde me quería tomar un tren para un pueblito en dirección a Berlín, que me habían recomendado. No pude pagar el ticket antes de subir porque no tenía tarjeta, entonces me subí igual. Charlando con una ciclista que iba a Berlín me dijo que me podían multar hasta cuatro veces el billete: así fue que con esta distracción y mandando mensajes a mi familia (mucho transporte tiene wifi) me salteé mi parada, la única hasta Berlín. En el transcurso me pidieron el billete y mi compañera se sorprendió muchísimo al ver cómo no me cobraron nada… me lo perdonaron.

Con la bici que construyó su amigo israelí.

Hostel y museos
En la desmesurada ciudad dormiría en un hostel que me recomendó una mujer durante mi paso por Dinamarca: Fabrik hostel.

Lo recomiendo y quizás alguien que ande corto de dinero pueda charlar con los dueños para hacer algún canje y brindarle algún servicio, como hacer un grafiti en la pared.

Con Hillel, el amigo israelí. Los dos pintan, los dos viajan en bici.

Me tomé una o dos semanas para recorrer los museos y galerías, encontré museos y colecciones que no se pueden creer y lo bueno es que el modo de recorrerlos es muy didáctico y moderno.

Por las calles veía muchos grafitis dedicados al racismo y llegó un punto que me pareció muy exagerado, pero también escuché muchas historias de racismo extremo actuales… Una frase que me quedó grabada de las calles “Patriotismo es otra forma de racismo”.

La Catedral de Berlín


Aunque en la ciudad no sentí el racismo, pues tiene tanta variedad, turismo y cosa loca… en el transcurso de las siguientes semanas entendería. Seguí camino para el sureste sin rumbo exacto estuve dos semanas sin hablar con la gente, o más bien sin que ellos me respondieran, la gente de pueblo no me pareció solo fría, sino, totalmente excluyente.

Ciervos y jabalíes
Lo bueno es que en este tramo había lugares muy tranquilos, de aquí en adelante empecé a ver y escuchar ciervos y jabalíes todas las noches sin excepción. Por todos lados hay rutas de bicicleta, pero yo prefería rutas chicas en las que pasan muy pocos autos, a veces ninguno por horas. Un dato bueno para recorrer en bici es que casi todos los ríos grandes tienen una ruta de bicicleta y cruzan países, tampoco tienen mucha elevación por lo que las hace ideales. También estos lugares están más preparados para el cicloturismo, con hoteles y albergues seguidos, en algunos lugares baños públicos y hasta duchas…

A dormir en el bosque. Hay chanchos jabalíes, pero más riesgos causan los cazadores.


Pero en mi caso no buscaba la cosa resuelta y tampoco paraba en albergues, sino en bosques: esto me daba más libertad. Para este caso recomiendo no meterse en bosques chicos que en general son privados y si la huella esta muy marcada quiere decir que hay alguien cazando o retirando leña.

«Si hay una huella muy marcada seguro que hay cazadores», relata Guido.

Dormir en el bosque
Más adelante dormí en el límite de un bosque y un lote de caza, lo sabía porque habían a la vista más de siete garitas de caza, no me adentré mucho en el bosque porque quería que el sol de la mañana me secara las cosas. Así fue que temprano en la mañana siguiente se acercaron dos alemanes con traje militar, uno, el que comenzó a interrogarme estaba muy nervioso y se prendió dos puchos, me pidió el pasaporte, se lo di, me preguntó que hacía y le conté que estaba viajando en bici. Me respondió muy rápido que ahí no se podía dormir y que era muy peligroso.

«Elegí los bosques para tener más libertad», dice Guido.

Le pregunte por qué si eso no era tierra privada, y me dijo que habían muchos chanchos jabalíes, no le iba a explicar que ya venia lidiando con ellos todas las noches y aunque se escuchan muchas historias a mi no me hicieron nada. En realidad lo peligroso eran ellos cazando para cualquier lado. Muchísimas veces terminé en caminos de tierra y bosques extensos, el peor fue uno que se hizo de en arena, no sabía dónde terminaría y estaba sin agua, con sol de verano. Me salvó encontrar una vía de tren y seguirla hasta el próximo pueblito.

Hay rutas para bicis por todos lados.

Nuevos amigos
Esa tarde conocí a un brasileño que me invitó a comer corazones de gallina y me ofreció un cuarto en su casa, yo no estaba sufriendo, pero el me vio cansado y me dijo que deje la bici y que me tome un tren, que la vida no se hizo para sufrir! Flavio me contó que había sido abandonado de bebé por su madre en brasil y que sobrevivió dos días en la basura.
Unas noches más tarde llegaría a Dresden allí me hice amigo de Hillel de Israel, un pintor que viaja en bici (muy peculiar hecha por el mismo) y pintaba las fachadas de algunos hostels a cambio de estadía. Él me invitó a unirme en su rutina. Una noche yendo a armar las carpas los dos reaccionamos al ver como todo el bosque enfrente nuestro se movía rápidamente. Hillel tenía linterna y alumbró: era una manada de alrededor 30 jabalíes, después me contó que le habían dicho que los jabalíes se estaban juntando en grupos cada vez más grande porque estaban volviendo los lobos a cazarlos.

Contacto:
www.guidoferrari.com
Instagram y facebook: Guido Franco Ferrari


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