Geografía imponente e historias de argentinos en doce relatos

LECTURAS DE VERANO

Por Leticia Pogoriles

En su segundo libro “Historias de mi país. Geografías argentinas II”, el periodista, documentalista y viajero Martín Jáuregui presenta doce relatos donde hombres y mujeres anónimos interactúan constantemente con imponentes y cotidianos paisajes de las diferentes latitudes del país.

“Son ficciones con datos”, define el actual columnista del programa “Con sentido público” (Canal 7) sobre este segundo libro editado por Planeta en el que reconstruye las vidas de personas que habitan la Argentina, casi como una innegable invitación literaria a recorrer el país y a conocer el ADN de su gente.

El libro hace escalas geográficas con relatos que involucran, por ejemplo, a una partera ante un complicado nacimiento en Pampa Alegre, un pueblito en la inhóspita y fría Línea Sur, el encuentro en clave de realismo mágico de un maestro con la Salamanca en el monte santiagueño o la búsqueda de la libertad de una motoquera porteña por los pueblos bonaerenses.

“Los relatos existen, pero la ficción es mía. Si vas a buscar a la partera Mónica Zurita no la vas a encontrar, pero sí hay una mujer como ella en el sur. Nunca cuento algo de un lugar donde no estuve. Todos los lugares del libro los pisé”, comenta a Télam.

El primer relato “La línea más fría del mundo” es justamente un nacimiento en manos de una partera-narradora, que calma a la dolorida madre con relatos antiguos de su tierra. “No es casual esa situación. Fue darle valor al cuento en sí. En Argentina hay muchos narradores y las historias se transmiten de forma oral y de generación en generación y no se escriben. Sucede en Santiago, Salta, Jujuy o en tierra mapuche”, reivindica.

El autor viaja hace 25 años y ya sumó un millón y medio de kilómetros argentinos. Ese camino lo llevó a conocer anécdotas como la del tano Ennio, un rabdomante (buscador de agua) en Rafaela; Clara, la pescadora en el río Uruguay que denuncia la contaminación; Teresa, una guardaparques de Malargüe que cae por accidente en la caverna de las Brujas o la del joven escéptico de Standford que llega a Merlo para estudiar el microclima.

Jáuregui -porteño y seudocartógrafo, como se define- le dedicó un sentido prólogo a su mentor Juan Alberto Badía (1946-2012), quien lo alentó para dedicarse al periodismo viajero.

“Me apasiona viajar y de lo que más sé es de la Argentina. Durante el programa `Estudio País` con Badía en 2006, él me dijo `sos el que más sabe, no te dediques a otra cosa. Si sos muy bueno en algo, sos referencia, te van a buscar`. Este libro es eso”, cuenta.

El rasgo llamativo es que Jáuregui evita la clásica crónica de viajero para hacer literatura donde él mismo es una suerte de testaferro de algunas situaciones.

“Hay crónicas en interpósita persona, diría un filósofo”, observa, como el cuento de María Molina, la motoquera que va encontrando guías-amigos en Olavarría, Azul, Tornquist y Sierra de la Ventana. “Eso me pasó a mí”, dice.

La mayoría de los cuentos son protagonizados por mujeres, para el autor, eso se vincula con que “los hombres como género hicimos de este mundo una humanidad dura, donde el sufrimiento es un valor. Tenemos que reformular eso. La mujer no aliena y su objetivo no es dominar el mundo, sino buscar satisfacciones espirituales, artísticas, estéticas, una vida en armonía. Algo mucho mejor”.

En el medio de cada historia, Jáuregui mecha recuadros con datos de corte didáctico sobre geografía, paisajes, fauna, flora, mitos, hidrografía y economía de cada lugar dando cuenta de la riqueza e inmensidad argentina. “Lo que más me impacta de viajar son las distancias, el tamaño de este país es enorme”, indica.

En el libro sobrevuela un espíritu latinoamericano, pero emerge a las claras en la historia tomada del texto de Fray Merchan de Barraceda (1543) sobre Inti Aguaysol Cápac, descendiente de los incas que vivió Tucumán (actuales ruinas de Quilmes) y que predicó la unidad de los habitantes del Tahuantinsuyo para luchar contra el invasor español.

“Hoy hay una identificación inmediata con América Latina, es un proceso colectivo. No tenés que ser colla para ser latinoamericano, pero si sos latinoamericano sos un poco colla. La Pachamama (Madre Tierra) está muy presente, somos `pacheros`. En el país tenés toda Latinoamericana a tu disposición. En Buenos Aires la encontrás, pero tenemos los ojos y la cabeza muy galvanizados por el hecho de vivir en una gran ciudad”, sostiene.

La extinción del huemul en la Patagonia, la contaminación de la fauna del río Uruguay, el desmonte en Santiago y la venta indiscriminada de tierras a grandes empresas hoteleras en Salta son algunas problemáticas que Jáuregui introduce en los relatos sin ninguna sutileza.

“Es una preocupación mía -indica- y es un reflejo de la gente, más allá de lo que los medios de comunicación decimos y me incluyo. La toma de conciencia es complicada por que cada vez son más grandes los que toman decisiones y más chicos los que toman conciencia. Hay que apurar el tranco para revertir la curva”.

Su libro anterior “Geografías argentinas. Mitos, historias y secretos de un país” con otros doce relatos tuvo seis ediciones y vendió 18 mil ejemplares, una cifra nada envidiable en los rankings locales. “Tenía razón, Badía…”, reconoce este viajero, orgulloso de haber recorrido el país “en serio”.

“Creo que la gente tiene ganas de que le cuenten cosas, nadie cuenta nada, todo es demasiado igual. Yo no soy el mejor, pero me esfuerzo en que el contenido esté. Es retomar esa fórmula del `había una vez`”, concluye. (Télam)