Gobernar sin internas
Por Gerardo Bilardo
En 40 días de gobierno, la interna del Movimiento Popular Neuquino ha estado prácticamente ausente en la gestión de Jorge Sobisch. Y si asomó la cabeza fue por una vía indirecta.
El caso más claro es el de los 1.500 empleados que las autoridades piensan despedir porque sus nombramientos coinciden con la derrota del felipismo en la interna del partido provincial.
Conociendo la virulencia de los enfrentamientos ocurridos el pasado en este partido, esta decisión de reducir la planta de personal, en segmentos donde hasta el sindicato le resulta difícil defender, es apenas una sutileza.
A diferencia de lo que sucedió a partir del 10 de diciembre de 1995 no existe, por el momento, un ataque sistemático hacia las autoridades salientes. Resulta evidente que se está cumpliendo estrictamente con la orden impartida por Sobisch a todos sus funcionarios de no mezclar el ajuste con los problemas domésticos que, una vez que se inician, después son difíciles de frenar.
Sobisch busca la mayor tranquilidad posible para que su ya famosa “bala de plata” cumpla buena parte de su recorrido y no se pulverice en el camino. Y ponerse a discutir sobre el pasado reciente, investigando a sus antecesores, sería despertar anticipadamente una lucha interna que el gobernador necesita prolongar lo más posible.
Sobischistas y felipistas parecen haber cerrado un pacto tácito de no agresión, de convivencia en el silencio, que ayuda al gobierno a continuar con su plan sin necesidad de desviar esfuerzos en atender conflictos internos y ajenos al ajuste. Y a los funcionarios salientes a sobrellevar, sin alteraciones, unas buenas vacaciones. Es una opción que, en esta etapa, pareciera que les conviene a dos sectores enfrentados que viven bajo el mismo techo partidario.
Pero esta partida de póquer que recién comienza se transformará inevitablemente en un juego menos pacífico. Sólo es cuestión de tiempo, porque en el MPN se acabaron los liderazgos indiscutidos y la puja por ese puesto sigue vacante, aunque en la coyuntura algunos dirigentes hoy coticen más que otros.
Señales rionegrinas
En términos también muy finos y delicados, la interna emepenista estuvo presente en Neuquén durante la semana que acaba de finalizar. Y llegó de la mano de Pablo Verani.
Durante la reunión que mantuvo con Sobisch, el gobernador rionegrino dejó señales claras acerca de quién es hoy su amigo en esta provincia. “Por don Felipe tengo un gran respeto y por Sobisch un gran afecto; somos amigos”, dijo Verani. Sentado a su lado, el anfitrión no logró disimular su sonrisa al escuchar este distinguido piropo político.
La reunión entre los gobernadores de ambas provincias, que se realizó el jueves último en la ciudad de Neuquén, sirvió para pulir algunas diferencias que separan a Río Negro y Neuquén y para dejar escrito un compromiso de intenciones que el tiempo se encargará de demostrar si se trata de un fogonazo o de promesas que se cumplirán.
De todos los temas que figuraron en una agenda demasiado abultada como para liquidarla en tres o cuatro horas de reuniones, sólo tres acuerdos están firmes y uno de ellos ya ofrece resistencia de este lado del río Neuquén.
La construcción del tercer puente para unir a las dos provincias a la altura del barrio Rincón de Emilio puso de malhumor a los vecinos. La bronca llegó tan lejos que están dispuestos a recurrir a la Justicia para evitar lo que ellos consideran un despropósito que terminará arruinando sus vidas por la contaminación ambiental y sonora.
Otro pacto habilita a un privado a invertir dos millones de pesos para unir, a través de un puente, el paraje rionegrino Las Perlas con el barrio Valentina Sur, ubicado sobre Neuquén. Dicho de esta forma suena como si se tratara de una obra de caridad. Pero lo cierto es que el inversor es el dueño de casi todas las tierras ubicas a orillas del río Limay, sobre la costa sur, y este puente abrirá la puerta a un atractivo negocio inmobiliario. Además, el vecino recibirá ayuda estatal porque Río Negro y Neuquén contribuirán con 600.000 pesos para realizar esta obra.
En la reunión de los gobernadores también se dejó abierto el camino para poner fin al tironeo del cual eran víctimas los pacientes rionegrinos que se atienden en los hospitales públicos de Neuquén y viceversa. Esta batalla por definir quién se hace cargo de los enfermos ajenos se intentará saldar con un mecanismo de compensación de gastos, entre otras medidas que apuntan a integrar a los sistemas de salud de Río Negro y de Neuquén.
Para los representantes de ambos gobiernos la reunión fue breve pero intensa en definiciones y significa el principio de un camino que conducirá a un mayor entendimiento regional.
Los aliancistas de Río Negro y los emepenistas de Neuquén incluso piensan que este paso puede ser el primero para contagiar a las restantes provincias de la Patagonia y lograr una unión de fuerzas que mejore el peso político en las negociaciones con el gobierno nacional. Están hablando de temas que los puede llegar a unir y enseguida aparece la discusión que se abrirá cuando se negocie en Buenos Aires una nueva distribución de los recursos que se coparticipan.
En el Salón de Acuerdos de Casa de Gobierno los entendimientos alcanzados el jueves último se vivieron con euforia.
En el lugar había tanta gente bien vestida que era como ver a un batallón de funcionarios desfilando. Y cuando se juntaron para cerrar la cumbre lo hicieron con un efusivo aplauso.
Toda esa gente de traje parecía estar celebrando el fin de una guerra y el comienzo de una nueva relación.
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