Hay cada vez más chicos que están en la calle

La cantidad se triplicó en la última década.

La cantidad de chicos que están en situación de calle, popularmente llamados «chicos de la calle», se triplicó durante la última década en los grandes centros urbanos del país, según estimaciones de especialistas y organismos abocados a esta problemática.

Además, en estos tiempos comienza a verse la segunda (y hasta en algunos casos la tercera) generación de chicos de la calle, es decir que muchos adolescentes que están desde pequeños en la calle ahora tienen hijos que crecen en esas mismas condiciones.

«Desde la década del 80 vemos que se triplicó la cantidad de chicos en situación de calle», dijo Carmen Frías, directora general de Niñez de la secretaria porteña de Desarrollo Social.

Asimismo, el psicóloga Alejandro Sorgio, del programa Buenos Aires Presente, coincidió al afirmar que «en los últimos 15 años se triplicó la cantidad de chicos en la calle».

El programa de Erradicación del Trabajo Infantil de la ciudad de Buenos Aires realizó 219 relevamientos entre abril y setiembre de 2003, en los cuales se detectaron 1.050 chicos en situación de calle que fueron vistos por primera vez en esa situación. Pero con anterioridad fueron registrados otros 1715, lo cual eleva a 2.765 la cantidad de chicos que están creciendo en las calles de la Capital Federal.

Aunque no hay estadísticas a nivel nacional, los expertos coinciden en que este aumento de casos se ha dado también en los grandes centros urbanos del interior del país.

No obstante, son datos estimativos, dado que «es una población difícil de sistematizar en estadísticas y hay mucha rotación», destacó Ana Julia Carvani, coordinadora de 30 hogares porteños de distintas ONGs para niñas, niños y adolescentes. «En estos hogares vemos que mensualmente se duplica la demanda», dijo Carvani, quien estimó que este aumento tiene que ver, no sólo con el incremento de chicos en la calle, sino con el hecho de que los menores se pasan la información y confían en los hogares, porque pueden entrar y salir por voluntad propia y saben que no los van a llevar a la policía.

Para Alberto Morlachetti, quien tiene una larga trayectoria en el trabajo con pibes de la calle del conurbano bonaerense, «no hay un relevamiento serio de esta situación».

«Los chicos habitan en los bordes, en esos barrios bonaerenses donde la desocupación es del 60 y 70 por ciento y donde 8 de cada 10 chicos está en la pobreza. Eso es lo real, más que la cifra a la que se puede llegar contando chicos de la calle», destacó.

«La mayoría de los pibes -continuó- están en esa situación, y cuando salen a la calle, a la ciudad, van a buscar pedacitos de vida, a defender su vida y son considerados 'delincuentes'. Pero si los chicos se mueren de hambre en sus casas, entonces son 'dignos'; eso es un absurdo, un horror».

Estos pibes no están sólo en las calles de Buenos Aires; las ciudades del interior del país también reproducen este dramático cuadro. «Es un fenómeno que se da allí donde hay más posibilidades de recursos, por eso en el interior del país se concentran en los conglomerados urbanos», expresó Pimpi Colombo, presidenta del Consejo Nacional de Niñez, Adolescencia y Familia.

La funcionaria señaló que dentro de esta situación hay dos problemáticas bien distintas que conviven y se ven tanto en Buenos Aires como en el interior. «Los más chiquitos son en general fuente de ingresos para la familia y los más grandes, los adolescentes, a veces también funcionan así, pero en general salen a la calle a buscar la posibilidad de salvarse en medio del desamparo que viven», apuntó.

Los especialistas destacaron también que una segunda generación de chicos en condiciones de mucha vulnerabilidad «ya está en situación de calle, y a veces hasta una tercera generación».

«Son mamás muy precoces, chicas excluidas del circuito familiar o en situación de calle», explicó Frías. (Télam)

Entre las estadísticas y el dolor

La mayoría de los chicos de la calle se desplaza por Buenos Aires en grupos y sus actividades más frecuentes son la mendicidad o el «cartoneo», aunque crece entre ellos una tendencia hacia las demostraciones artísticas.

Estas conclusiones se desprenden de los relevamientos hechos el año pasado por el programa de Erradicación del Trabajo Infantil del gobierno porteño en los barrios de Pompeya, Centro, Chacarita, Villa Urquiza, Núñez y Belgrano.

De esos barrios, las zonas más pobladas por chicos de la calle son las de Centro y Chacarita. En general los chicos se mueven en grupos, aunque se observó que un 33 por ciento, la mayoría mujeres, estaba con adultos.

 

Qué hacen en la calle

 

Las actividades más frecuentes que realizan son la de pedir monedas o comida y cartonear, tanto los chicos como las chicas.

En cambio, son los varones los que realizan con mayor frecuencia actividades artísticas callejeras, en general en las esquinas, cuando los autos se detienen por los semáforos.

Estas expresiones artísticas se inician a partir de los cuatro años, pero se hacen más frecuentes a partir de los siete y se afirman entre los adolescentes. Los más chiquitos son los que en general piden y a medida que crecen tienden a juntar cartones.

Este relevamiento se enmarca dentro del programa de erradicación del trabajo infantil en la ciudad de Buenos Aires, según la ley 937 aprobada a fines de 2002.

Otros programas porteños, como el de Salud para Niños y Adolescentes en situación de calle, cuenta con un consultorio móvil que recorre estaciones de trenes y subtes y que atiende un promedio de 15 chicos por día.

Por otra parte, el CAT, centro abierto donde la permanencia del niño, niña o adolescente es voluntaria, alojó en el primer semestre de 2003 a 215 chicos.

A su vez, la guardia permanente con que cuenta la Ciudad, que es un servicio de abogados que atiende por teléfono durante las 24 horas denuncias de vulneración de derechos de los chicos, recibió en el primer semestre de 2003 382 llamados y atendió a 508 chicos.

En el Centro de Atención Integral para Niños y Adolescentes en Situación de Calle (CAINA), donde la atención es voluntaria y diurna, se recibió en el 2002 la demanda de 1.275 chicos.

Estadísticas, relevamientos, conteos, todo desemboca en números; cada niño es un número y cada número un montón de niños que revelan la dimensión de las fallas del sistema. Mientras tanto, algunos programas, unos gubernamentales y otros comunitarios e individuales, buscan sortear las barreras de la exclusión y la pobreza para abrir un camino diferente. (Télam)


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