«Historias bajo cero»: Cuando El Chocón… 12-4-03

Julio del 2022. Horacio Pedro Marengo pasó la caja por detector láser. La pantalla mostró hermeticidad total. Construida en titanicid, similar a la madera. Resistencia muy superior. Pulsando números clave, saltaba la tapa. Invento argentino. En ella, sus libros queridos: «Apuntes Históricos del Río Negro» de José Juan Biedma, obsequiado por Roberto Biedma en Buenos Aires. Hubo lágrimas. Edición 1887, impreso en Biedma (Viedma), primer libro en castellano editado en la Patagonia, y «Crónica Histórica del Río Negro de Patagones» del mismo autor, edición Canter 1906, regalo del médico Platense F. Crismann. Documento original firmado por Francisco de Viedma, de 1787. ¡Cuánta historia patagónica! Horacio Pedro, desde su llegada al Alto Valle, habíase interesado por el pasado patagónico. Así descubrió, casualmente, aquella batalla del Cerro de la Caballada con los invasores brasileños, sin mención en sus textos primarios y secundarios. Esos y otros temas del sur lo atraparon con pasión, desde El Colorado a la Antártida. No sabía por qué quería seguridad para algunos de esos libros. ¡Bah… total 2,30 pesos, no eran nada y por las dudas! Las cajas tenían pinta y el contenido, salvado de manipuleos desgastantes. Usaba copias laserizadas. En etapa final alentaba cuidado y sucesión apropiada para cerca de 7.000 títulos patagónicos. Su vida. Que no ocurriera como cuando llegó: carencia de material bibliográfico patagónico. En los últimos años el Alto Valle del Río Negro e inferiores del Limay y Neuquén experimentaban llamativos cambios climáticos. Algunos sorprendentes. Fuera de ello, la margen sur del Limay y Negro tenía incipientes cultivos bajo riego-aspersión -pese a lo desparejo- con presencia de colonos rusos, ex yugoslavos y matrimonios de jóvenes porteños corridos éstos por la gran epidemia y falta de trabajo. Municipios de Neuquén, Cipolletti, General Roca, Villa Regina y Choele Choel -luego de la catastrófica inundación de los últimos tiempos- terminaban oficinas principales en las bardas. Progreso. Seguridad, decían. También el antiguo diario «Río Negro» de Roca y otras grandes empresas instalábanse en zonas seguras, al norte de defensas aluvionales. Asomaban puentes peatonales por peaje sobre el río Neuquén, entre Cipolletti y Barda del Medio. Proyectábanse similares para el Negro y Limay. ¡Estos italianos y japoneses! La supercarretera Chichinales-Senillosa tenía tramos habilitados sin peaje. Desde hacía diez años aproximadamente existía conciencia popular sobre ventajas y problemas con las presas regionales. Entraban en licitación internacional similares, más chicas, para el Negro, postergadas por revueltas cívicas en pueblos valletanos que no las querían. Lamentaba Horacio Pedro que los salmones no subieran desde el Atlántico al Nahuel Huapi. ¡Ni que hablar de modificaciones en clima, flora y fauna! Hasta aumento de consultas psicoanalíticas por posibles colapsos hídricos. ¿De qué clase? Máxima energía al gran Buenos Aires dada la escasez del fluido eléctrico. Dos centrales nucleares fuera de servicio. Por aquí, incrementada contaminación fluvial por desechos cloacales, industriales y agroquímicos chacareros. ¿Total para qué? ¡Pobres ríos norpatagónicos, lo que fueron y los que son! -pensaba. Llovía casi diariamente desde abril. Desastres en Río Negro, Neuquén y parte del Chubut. Actividad restringida. Días sin clases. Ruta 22 cortada en varios tramos y caminos vecinales intransitables en gran parte. Sin ser época, canales y desagües saturados. El remodelado aeropuerto del Neuquén, inoperable, pistas hundidas e inundadas. El de Roca, solamente para aviones chicos. Las bases desaparecían con las correntosas aguas barderas. Playas ferroviarias de Cutral Co, Senillosa y otras hasta Choele Choel, Bariloche, Pilcaniyeu y Comallo, repletas de vagones ferroviarios con pobres y pudientes: nivelación forzosa. Grandes pérdidas. Escasez alimenticia. Además, torrenciales lluvias cordilleranas. Arroyos desbordados. Lagos hinchados. Cañadones repletos como cientos de años antes. Cuises, perdices, maras, ovejas y aves descuartizados con restos de ranchos y corrales. Desastre nacional. ¡El diluvio norpatagónico! Noticias radiales alarmantes. Como tantos, Horacio Pedro no podía dormir. Pensaba en sus miles de impresos patagónicos. «Conectamos con la RAP» (Red Alarma Permanente), informó la LU 55. «Se interrumpió recepción de estación uno Alicurá. Móvil del helicóptero IP2 informó avance de gran masa de agua. Atención estaciones tres y cuatro… ¿escuchan?». Silencio. Desde Arroyito a Choele Choel, la mayoría de las poblaciones comenzó tránsito a pie y en bicicletas -únicos permitidos- a las bardas por los CER (Corredores de Evacuación Rápida). Nada de automotores. Solamente ambulancias, camiones con abastecimientos y cocinas del ejército. Algunos vecinos con vehículos sobrecargados buscaban huellas impensables por intransitables terrenos para eludir lo dispuesto. Con los evacuados, carpas y alimentos según la CEC (Cartilla de Emergencia Comunitaria). ¿Adiós al famoso Alto Valle? Se oyó: «Aquí estación cuatro en Chocón… el agua…» -escuchose algo parecido a gran estallido y… nada más. Silencio en los receptores. Al rato, desde el helicóptero IP6 informose que el dique El Chocón había sido rebasado por arriba y costados. «Solamente se ven partes de barandas y algo de la villa» -dijo el operador- pero… ¡oh Dios!». (Fue el estallido escuchado). El Chocón de Onganía abrió puertas naturales a las aguas cordilleranas. ¡Suban los salmones al gran lago y vengan a pescar y bañarse los tehuelchitos en el antiguo Lime! Volvía el fantástico paisaje de antes de 1970. ¡Al diablo cemento y máquinas hidráulicas! Desde Alicurá, columnas con pesados cables besaron la tierra virgen, aflojadas por las lluvias. Horacio Pedro había tenido presentimiento y transportó, a las bardas, en el camión de Atilio, todas las publicaciones que pudo. Desde el gran balcón contemplaban el agua vengadora. Las lejanas lomas en la margen sur del Limay, única sensación de tierra. ¿Y los edificios torres? Algunos parecían inclinados. Y los puentes y el casino cipoleño? Con su amigo, impotentes hasta las lágrimas. ¡Hubieran bombardeado la costa rionegrina cerca de Arroyito para producir desvío natural al Bajo Santa Rosa! No estaba previsto. Su casa neuquina, desmoronada como tantas. Logró tráiler de petrolera operando en Chos Malal. Recordaba la caja que con otras no pudo cargar, pensando en otro viaje. Semanas después, la provisoria radioemisora informaba que la isla Choele Choel era llamativo cementerio: desde ropa interior, restos de muebles, autos y hasta formularios de la DGI. ¡Gran mudanza! El 22 de octubre del 2022 la edición en colores de 92 páginas del «Río Negro» -varios meses sin aparecer- mencionaba posible descalabro económico-financiero de concesionarias ex Hidronor, de once compañías aseguradoras y este aviso: «La Subprefectura Naval Carmen de Patagones comunica: en médanos paraje «El Estacionario» (boca del Río Negro) hallose caja color madera con leyenda Biblioteca Patagónica, Neuquén 2022. La pieza está a disposición del o los propietarios en oficinas provisorias ex estación ferroviaria local». ¡Menos mal! Héctor Pérez Morando


Julio del 2022. Horacio Pedro Marengo pasó la caja por detector láser. La pantalla mostró hermeticidad total. Construida en titanicid, similar a la madera. Resistencia muy superior. Pulsando números clave, saltaba la tapa. Invento argentino. En ella, sus libros queridos: "Apuntes Históricos del Río Negro" de José Juan Biedma, obsequiado por Roberto Biedma en Buenos Aires. Hubo lágrimas. Edición 1887, impreso en Biedma (Viedma), primer libro en castellano editado en la Patagonia, y "Crónica Histórica del Río Negro de Patagones" del mismo autor, edición Canter 1906, regalo del médico Platense F. Crismann. Documento original firmado por Francisco de Viedma, de 1787. ¡Cuánta historia patagónica! Horacio Pedro, desde su llegada al Alto Valle, habíase interesado por el pasado patagónico. Así descubrió, casualmente, aquella batalla del Cerro de la Caballada con los invasores brasileños, sin mención en sus textos primarios y secundarios. Esos y otros temas del sur lo atraparon con pasión, desde El Colorado a la Antártida. No sabía por qué quería seguridad para algunos de esos libros. ¡Bah… total 2,30 pesos, no eran nada y por las dudas! Las cajas tenían pinta y el contenido, salvado de manipuleos desgastantes. Usaba copias laserizadas. En etapa final alentaba cuidado y sucesión apropiada para cerca de 7.000 títulos patagónicos. Su vida. Que no ocurriera como cuando llegó: carencia de material bibliográfico patagónico. En los últimos años el Alto Valle del Río Negro e inferiores del Limay y Neuquén experimentaban llamativos cambios climáticos. Algunos sorprendentes. Fuera de ello, la margen sur del Limay y Negro tenía incipientes cultivos bajo riego-aspersión -pese a lo desparejo- con presencia de colonos rusos, ex yugoslavos y matrimonios de jóvenes porteños corridos éstos por la gran epidemia y falta de trabajo. Municipios de Neuquén, Cipolletti, General Roca, Villa Regina y Choele Choel -luego de la catastrófica inundación de los últimos tiempos- terminaban oficinas principales en las bardas. Progreso. Seguridad, decían. También el antiguo diario "Río Negro" de Roca y otras grandes empresas instalábanse en zonas seguras, al norte de defensas aluvionales. Asomaban puentes peatonales por peaje sobre el río Neuquén, entre Cipolletti y Barda del Medio. Proyectábanse similares para el Negro y Limay. ¡Estos italianos y japoneses! La supercarretera Chichinales-Senillosa tenía tramos habilitados sin peaje. Desde hacía diez años aproximadamente existía conciencia popular sobre ventajas y problemas con las presas regionales. Entraban en licitación internacional similares, más chicas, para el Negro, postergadas por revueltas cívicas en pueblos valletanos que no las querían. Lamentaba Horacio Pedro que los salmones no subieran desde el Atlántico al Nahuel Huapi. ¡Ni que hablar de modificaciones en clima, flora y fauna! Hasta aumento de consultas psicoanalíticas por posibles colapsos hídricos. ¿De qué clase? Máxima energía al gran Buenos Aires dada la escasez del fluido eléctrico. Dos centrales nucleares fuera de servicio. Por aquí, incrementada contaminación fluvial por desechos cloacales, industriales y agroquímicos chacareros. ¿Total para qué? ¡Pobres ríos norpatagónicos, lo que fueron y los que son! -pensaba. Llovía casi diariamente desde abril. Desastres en Río Negro, Neuquén y parte del Chubut. Actividad restringida. Días sin clases. Ruta 22 cortada en varios tramos y caminos vecinales intransitables en gran parte. Sin ser época, canales y desagües saturados. El remodelado aeropuerto del Neuquén, inoperable, pistas hundidas e inundadas. El de Roca, solamente para aviones chicos. Las bases desaparecían con las correntosas aguas barderas. Playas ferroviarias de Cutral Co, Senillosa y otras hasta Choele Choel, Bariloche, Pilcaniyeu y Comallo, repletas de vagones ferroviarios con pobres y pudientes: nivelación forzosa. Grandes pérdidas. Escasez alimenticia. Además, torrenciales lluvias cordilleranas. Arroyos desbordados. Lagos hinchados. Cañadones repletos como cientos de años antes. Cuises, perdices, maras, ovejas y aves descuartizados con restos de ranchos y corrales. Desastre nacional. ¡El diluvio norpatagónico! Noticias radiales alarmantes. Como tantos, Horacio Pedro no podía dormir. Pensaba en sus miles de impresos patagónicos. "Conectamos con la RAP" (Red Alarma Permanente), informó la LU 55. "Se interrumpió recepción de estación uno Alicurá. Móvil del helicóptero IP2 informó avance de gran masa de agua. Atención estaciones tres y cuatro… ¿escuchan?". Silencio. Desde Arroyito a Choele Choel, la mayoría de las poblaciones comenzó tránsito a pie y en bicicletas -únicos permitidos- a las bardas por los CER (Corredores de Evacuación Rápida). Nada de automotores. Solamente ambulancias, camiones con abastecimientos y cocinas del ejército. Algunos vecinos con vehículos sobrecargados buscaban huellas impensables por intransitables terrenos para eludir lo dispuesto. Con los evacuados, carpas y alimentos según la CEC (Cartilla de Emergencia Comunitaria). ¿Adiós al famoso Alto Valle? Se oyó: "Aquí estación cuatro en Chocón… el agua…" -escuchose algo parecido a gran estallido y… nada más. Silencio en los receptores. Al rato, desde el helicóptero IP6 informose que el dique El Chocón había sido rebasado por arriba y costados. "Solamente se ven partes de barandas y algo de la villa" -dijo el operador- pero… ¡oh Dios!". (Fue el estallido escuchado). El Chocón de Onganía abrió puertas naturales a las aguas cordilleranas. ¡Suban los salmones al gran lago y vengan a pescar y bañarse los tehuelchitos en el antiguo Lime! Volvía el fantástico paisaje de antes de 1970. ¡Al diablo cemento y máquinas hidráulicas! Desde Alicurá, columnas con pesados cables besaron la tierra virgen, aflojadas por las lluvias. Horacio Pedro había tenido presentimiento y transportó, a las bardas, en el camión de Atilio, todas las publicaciones que pudo. Desde el gran balcón contemplaban el agua vengadora. Las lejanas lomas en la margen sur del Limay, única sensación de tierra. ¿Y los edificios torres? Algunos parecían inclinados. Y los puentes y el casino cipoleño? Con su amigo, impotentes hasta las lágrimas. ¡Hubieran bombardeado la costa rionegrina cerca de Arroyito para producir desvío natural al Bajo Santa Rosa! No estaba previsto. Su casa neuquina, desmoronada como tantas. Logró tráiler de petrolera operando en Chos Malal. Recordaba la caja que con otras no pudo cargar, pensando en otro viaje. Semanas después, la provisoria radioemisora informaba que la isla Choele Choel era llamativo cementerio: desde ropa interior, restos de muebles, autos y hasta formularios de la DGI. ¡Gran mudanza! El 22 de octubre del 2022 la edición en colores de 92 páginas del "Río Negro" -varios meses sin aparecer- mencionaba posible descalabro económico-financiero de concesionarias ex Hidronor, de once compañías aseguradoras y este aviso: "La Subprefectura Naval Carmen de Patagones comunica: en médanos paraje "El Estacionario" (boca del Río Negro) hallose caja color madera con leyenda Biblioteca Patagónica, Neuquén 2022. La pieza está a disposición del o los propietarios en oficinas provisorias ex estación ferroviaria local". ¡Menos mal! Héctor Pérez Morando

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