Historias de inmigrantes: la familia que convirtió un potrero en un polo tomatero

Los Muñoz, dueños de San Formerio, fueron unos de los tantos españoles que desembarcaron en Roca en busca de futuro. En menos de diez años hicieron un “emporio”. El testimonio de Eladio Muñoz, en el día del inmigrante.

Sólido, serio y conversador, a sus 76 años, Eladio Muñoz no deja pasar ni un detalle de aquellos días de mediados del siglo pasado cuando llegaban a estas tierras, junto a su padre Lorenzo Muñoz, su madre y su hermano Rafael.

La memoria casi intacta lo lleva rápidamente a recordarse como un niño en un pequeño ranchito en 1951 donde cuarenta años después se fundaría la planta de su empresa frutícola, San Formerio, sobre Ruta 65.

Eladio Muñoz. (Foto: César Izza)

Pisó por primera vez General Roca con tan sólo ocho años cuando acá había kilómetros y kilómetros de descampado y tierra ociosa. Llegaron con una maleta y nada más, contó en una entrevista con este medio.

Huían de los avatares de la guerra en busca de trabajo y futuro. Eran de la provincia de La Rioja (España) y llegaron a Buenos Aires en el buque de carga “Córdoba” abrazados por el gobierno de Juan Domingo Perón. Su padre (Lorenzo) había sido soldado y tenía mutilaciones de manos.

La tía Muñoz, hermana de su padre, los esperaría en Argentina, donde estaba desde 1917. Ella fue la primera en llegar y estaba radicada en Roca, empleada como cocinera en la compañía “Corral”, la yesera que recién empezaba a dar pasos.

A Roca llegaron en ferrocarril luego de varios días sin poder contactarse con la tía. En el largo viaje en tren, un “desconocido” les habló, les contó que era un médico recién recibido y se iba a Roca a trabajar. Luego se dieron cuenta de que se trataba del legendario doctor Agapito Román, quien meses después le salvó la vida al propio Eladio. “Venía con una maletita, igual que nosotros”, expresó.

Llegar a Roca fue todo un cambio para la familia, porque “pasamos de una cierta modernidad a un cierto retroceso”, analizó Eladio. Se instalaron en un “ranchito” en la esquina de lo que hoy es la planta de calle Alsina. Su primer desayuno en la Argentina fue media docena de higos que había en el lugar. “No teníamos nada”, contó. Hoy ese “ranchito” que los acogió sigue en pie para convertirse en un museo que pase a la posteridad.

En ese contexto de extrema precariedad, Eladio sufrió un problema en las piernas y pensaron que no sobreviviría. El médico Román -a quien habían conocido en el tren- lo atendió y entendió el diagnóstico a tiempo. Lo habían picado las vinchucas. Afortunadamente no estaban infectadas y se recuperó.

El sacrificio duró muchos años. Trabajo duro y vida sencilla. Mientras trabajaba de niño iba a la escuela, la 128 en aquella época.

La orden de mi viejo era ‘cosechá la uva, llená una caneca y te vas a la escuela'»

Eladio Muñoz, inmigrante español y dueño de San Formerio

Tiempo después se encontraron con el doctor Bagliani quien les cedió una parcela para sembrar, donde plantaron viñedos. Luego trabajaron en la colonia rusa con el doctor Scheroni.

Quien no sobrevivió fue su madre. Falleció producto de una enfermedad, más conocida como “desarraigo”, dijo Muñoz. “Nos quedamos solos pero seguimos luchando. Papá se juntó con una mujer nativa de apellido Sandoval. Seguimos para adelante”, contó.

El objetivo era adquirir tierras. “Vimos que había mucha tierra sin trabajar”, contó y largas horas del día dedicaban a “expedicionar”. Un día caminando por la costa del río vieron un terreno de 100 hectáreas, lo que hoy es Chacra Monte. Allí, empezaron a trabajar en un sector de 12 hectáreas, sin agua ni servicios, nada.

Foto: Gentileza

En 1955 fue derrocado Perón con un golpe de estado. “Los españoles de mi generación somos todos peronistas”, rió Eladio y aseguró que fue el “presidente que les dio un plato de comida cuando tenían hambre”.

“El general Perón tenía la costumbre de tomar mate cocido una vez por semana con gente del interior que tuviera problemas (por ejemplo sin agua y sin títulos de propiedad), y un día le tocó a mi papá (Lorenzo)”, contó. Ese día lograron el compromiso de tener agua corriente.

Luego esas tierras entraron en disputa porque habían sido cedidas a un coronel que participó en la mal llamada “campaña al desierto” a modo de retribución.Finalmente perdieron esas tierras pero lograron un pequeño capital a modo de compensación por su trabajo, al igual que otras familias.

“Arar la tierra en lo que fueron años de potrero”


Ese fue el secreto, para Eladio Muñoz, del crecimiento. Así empezaron a avanzar a paso firme cuando en 1956 empezaron el cultivo de tomate en diez hectáreas de las tierras que pertenecían a López Lavayen, zona que hoy es el barrio Villa Industrial (Alsina a Brasil y Avenida Roca a San Juan).

Enfrente, hoy Alsina y Misiones, se había asentado la fabrica de conserva de tomates Indar a quienes les proveían la materia prima. “Lo que daba la fabrica por una hectárea de tomate equivalía a un tractor 0 km”, reconoció.

“Empezamos a tener mucha popularidad en el tomate”, contó ya que fueron sumando más y más tierras hasta que un año después, en 1957, un alemán de apellido Flügel que tenía una estancia en la zona de Guerrico los convocó para incorporar tomates en 60 hectáreas de las 1200 que tenía.

Llegamos a sacar 4 millones de kilos de tomate en temporada”

Eladio Muñoz, inmigrante y dueño de San Formerio

Ya para la década del 80 la familia Muñoz tenía el grupo más productivo de tomate (compuesto por César Muñoz, Alfredo Buono, Enrique Muñoz, Rafael Muñoz y Eladio Muñoz) que proveía a fábricas locales como Indar, Canale, Bagliani y Comai. Producían 10 millones de kilos de tomate en 200 hectáreas de la estancia Flugel, según los recuerdos de Muñoz.

Además, hicieron famosa una variedad de tomate perita propia y roquense, que se llamó “Roma Alto Valle” y fue para exportación a otras provincias.

Luego llega la retirada de las fábricas de tomate y con el la salida del cultivo para esta familia. En 1979 deciden incursionar en la fruticultura, fundando su primer frigorífico y un pequeño galpón de empaque, en la misma chacra a la que llegaban 29 años atrás. En 1992 fundaron San Formerio SRL en ese mismo lugar, sobre Ruta 65.

Artículo del diario Río Negro (archivo junio 1995).

Ya para 2018, a 26 años de la fundación de la empresa, tenían 2000 hectáreas de manzanas, cuatro plantas frigoríficas y cuatro galpones empleando a 1500 personas durante la temporada.

Una crisis sin precedentes


En la actualidad la firma está transitando un proceso de recesión y ajuste. Ya no exportan a ultramar sino que se dedican al mercado interno. “Nos achicamos”, aseguró consultado, y ese recorte incluyó personal lo que provocó sucesivas protestas de los trabajadores durante el año pasado.

Foto: César Izza

En este contexto Muñoz explicó que los “tarifazos” en luz y gas fueron las medidas económicas que más los afectaron y criticó duramente la política del presidente Mauricio Macri.

Antes de los tarifazos pagaba 420.000 pesos de luz en el primer mes de temporada (por los cuatro galpones que poseen), y después de la medida de Nación pasaron a pagar 1.600.000 pesos.

Esto es un desastre. Nos dejó descapitalizados. ¿Cómo lo pagás? El costo de la fruticultura ha dejado al Valle que da pena verlo”.

Eladio Muñoz, titular San Formerio

Pero a pesar de los vaivenes, la empresa familiar sigue en pie. La historia que los forjó trascenderá y es ya un capítulo de la historia de la ciudad, en sus 140 años de existencia.


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