Le dicen “Bikelele” y armó su “casita con ruedas” para recorrer el mundo

Con 45 años, hace nueve que Ramiro transformó su día a día, para vivirlo a bordo de su bicicleta. Desde entonces, cruzó desde la Patagonia a Chile y Jujuy, así como también desde Roma a Turquía. “Ya no soy el mismo”, confesó.

De ser docente en una escuela rural y trabajador de turismo en Chubut, Ramiro Díaz pasó a ser el único ocupante de una travesía a largo plazo: la de su propia vida, a bordo de su bicicleta de viaje.

Hoy vecino de Bariloche, este nacido en Esquel ya se imagina visitando nuevos destinos, pero mientras tanto compartió con Diario RÍO NEGRO algo de sus experiencias. Lejos del perfil de viajero que busca dar un giro drástico a una vida monótona, “Bikelele” según el apodo que lo acompaña, se define como todo lo contrario. “Empecé porque quería, mi trabajo me gustaba y mi familia no pensó que estuviera loco, al contrario, me apoyaron”, contó. Pero lo suyo iba por otro lado: había empezado a hacer algunas salidas a bordo de las dos ruedas y cada vez que volvía se quedaba con ganas de más.

Notebook, reposera y bicicleta, el equipo garantizado.

Ramiro y su «casa sobre ruedas» para viajar por el mundo | «Lo lindo y lo feo»


Con esta pasión que se cocinó a fuego lento adentro suyo, después de las primeras aventuras regionales, en 2022 renunció a sus trabajos. Un itinerario de un año y medio por Europa fue el mayor desafío que encaró en ese tiempo, en el que vivió de todo, además de conseguir un puesto temporal en un hostel y hasta construir una cabaña, mientras crecía en la carga de contenido a su canal de YouTube. Desde entonces, son 10.300 los seguidores fieles que integran su comunidad, la que espera los capítulos de cada temporada de viaje, como en las series de plataformas de streaming, donde comparte lo lindo y también lo complejo de elegir este estilo de vida.

“Cambié la guitarra por el ukelele para poder transportar música en las alforjas. Cada vez veo más difícil otra forma de vida”, reconoció en la descripción de su perfil en redes sociales. Lejos del lado romántico e idealizado que muchas veces se difunde, la trayectoria de Ramiro busca abordar, desde el humor, las realidades con las que se pueden cruzar las y los ciclistas en cada salida y por eso reconoce que “ya no es el mismo”.

Desde que empezó aprendió a planificar, a administrarse, a cubrir imprevistos, a resolver sus necesidades básicas sin padecerlas, a encontrar soluciones rápidas que antes le demandaban días. “A medida que pasan las semanas te vas dando cuenta de que no necesitas tanto para vivir, igual vas a comer, la gente te va a ayudar, si bien resignas mucho, podés pasar frío y mojarte, estás viviendo un montón de experiencias que ni te imaginabas”, contó.

Las labores que cumplió, el canal monetizado, el trabajo multimedia, todo le sirvió para pagar cuentas, resolver su día a día y seguir viajando. De esa experiencia comprobada, se animó a aconsejar a los que tengan este anhelo: “si el viaje es para escapar de algo o porque están hartos de su vida, quizás sea mejor que lo resuelvan antes de salir, porque lo más probable es que la pasen mal”, advirtió.

Frenar y disfrutar del paisaje vale la pena.
«Viajar en bicicleta es muy físico», contó Ramiro. En la última salida perdió 5 kilos.

Ramiro y su «casa sobre ruedas» para viajar por el mundo | Humor y disfrute


Para él, el humor y la actitud de “caradura” que abunda entre los argentinos, ha sido la mejor ayuda para sobrellevar situaciones complejas. “A los 15 días, eso que al principio puede incomodar, se vuelve un hábito”, dijo, y agregó que a las horas de soledad, aprendió a sobrellevarlas porque “se lleva muy bien consigo mismo”. “Los viajes son de autoconocimiento también”, aseguró, sumado al aprendizaje y el disfrute de los paisajes y lugares, porque no se trata sólo de llegar a destino sino de permitirse disfrutar.

Ahora, en medio de semanas de “quietud”, enfocado en actualizar el contenido con las imágenes que logró obtener en la última salida entre Bariloche y Jujuy, reconoció que pronto será momento para encarar la ruta con rumbo al norte neuquino. “Recorrí mucho pero la Patagonia es la que más me gusta”, concluyó.

El mate, infaltable.
Recuerdos imborrables en cada salida.

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