Humilde Flores, del globo de la muerte a “pelearla” en el río

La ribera del río Limay se convierte en el punto de encuentro para que las familias, grupos de amigos y parejas pasen la tarde en contacto con la naturaleza. El hecho de ser un espacio de recreación, lo transforma en escenario de picnics y juegos y también en un buen campo para las transacciones comerciales.

Los vendedores ambulantes ofrecen sus producciones en harinas que van desde los churros, rosquitas y torta fritas. Pero también hay vendedores que abastecen de juegos para los niños. Humilde Flores vende pelotas hace 20 años y recorre diariamente todos los balnearios.

“Yo siempre trabajé en la calle”, cuenta Humilde Flores. Pero antes de “caminar el río”, el hombre fue uno de los valientes que se animó a trabajar como motociclista en la rueda y la muralla de la muerte, espectáculos tradicionales de los circos.

Después comenzó a vender en el Parque Central, en los balnearios municipales y en el Paseo de la Costa. Los vendedores ambulantes se reinventan ante la caída de las ventas. “Hace dos años que las ventas están en caída, antes vendía 20 pelotas, hoy en un día con mucha gente vendo 10, pero hoy sólo vendí una”, indicó Humilde Flores.

La falta de ventas llevó a que el hombre extienda su oferta a los panificados. Ahora además de pelotas vende churros para no volver a la casa con las manos vacías.

Es la primera vez después de 20 años de trabajo que tiene que vender dos productos para poder ganar algún dinero y ayudar a su familia. La versatilidad de los vendedores ambulantes con sus productos se ve desafiada ante cada descenso de las ventas que cada vez son con más frecuencia, según cometan entre ellos.


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