Indicios y relatos “de oídas”
Análisis
Indicios hay muchos. Pruebas concretas, pocas. La investigación del juez Favio Igoldi reunió 31 testimonios de adultos, varias cámaras Gesell y cruzó sábanas de siete teléfonos. La víctima negó expresamente haber tenido relaciones con Bernardi, aunque el juez aparece mencionado como uno de los “hombres que tienen mucho poder” y que “sabían pagar chicas menores”. También hay personas muy cercanas a la menor que dicen haberla escuchado decir que ella nunca dirá lo que sabe, no sólo por temor sino porque “él nunca se propasó y siempre pagó”. Para Igoldi los indicios -que por definición no llegan a ser prueba directa- son tan “serios, graves y concordantes” que le permiten “superar el silencio judicial de la víctima”.
Pero no hay testigos directos ni prueba científica. Sí hay tres testigos “de oídas” y de endeble objetividad que lo señalan: uno es enemigo confeso de Julio Antueque, el supuesto “entregador” y protegido de Bernardi; otra es una chica que se sometió a un infructuoso careo con Antueque, que asegura que él y la víctima le relataron cómo eran los encuentros sexuales en la chacra; y otro es un excompañero de rehabilitación de Antueque que afirma que éste “se jactaba diciendo que le llevaba chicas”. Pero nadie dice “yo lo vi”. Hay una nube de sospechas sobre el juez, pero no se aclaran días, horarios ni circunstancias de ninguno de los supuestos encuentros. Y todos los relatos coinciden en que “no hubo sexo” la noche del asado.
Con la apelación planteada por la defensa, que afirma que el procesamiento “contraría todos los criterios científicos”, será ahora la Cámara la encargada de valorar si hay más certezas que dudas, como sostiene Igoldi, o si la acusación es un escandaloso castillo de naipes.
Marcela Marín
marcelamarin@rionegro.com.ar
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