Intento de femicidio: la defensa planteó que Mercau no quiso matarla, sino «asustarla»

El argumento fue cuestionado por la fiscal y la jueza que sostuvo: "de ninguna manera justifica, aún existiendo conflicto, atentar contra la vida de una persona."

«Le voy a pedir que se baje el barbijo así lo conozco, yo voy a hacer lo propio para que usted me conozca», le dijo la jueza de Garantías, Carina Álvarez, a Juan Antonio Mercau apenas inició ayer la audiencia de formulación de cargos. El rostro del hombre de 51 años ya había sido divulgado por los medios y en las calles de Centenario: estuvo 15 días prófugo luego de que le disparó en la cabeza a Laura, su expareja durante siete años, y escapó.

La fiscalía lo acusó por intento de femicidio, lo que en términos del Código Penal se traduce como homicidio agravado por haber sido cometido por un hombre contra una mujer, con la que tenía una relación de pareja, por el contexto de violencia de género y el uso de arma de fuego, en grado de tentativa. Solicitó la prisión preventiva por peligro de fuga, entorpecimiento y el peligro contra la integridad física y psíquica de la víctima, durante seis meses. La jueza hizo lugar. El plazo de la investigación se fijó en tres meses.

Ese lunes Laura estaba cuidando a la pareja de su mamá de 90 años. A las 11.30 Mercau golpeó la puerta y le pidió entrar para tomar algo fresco. Ella lo dejó pasar. «¿Por que me denunciaste?», le preguntó y comenzó a gatillar. Lo hizo siete veces. No salió ningún disparo y entonces se fue.

Regresó a los pocos minutos y apuntó contra la puerta, la forzó, entró y le exigió al hermano de Laura y a su esposa, que también estaban ahí, que se encerraran en la habitación, que él quería hablar con ella. La tomó del cuello y la hirió en la zona del parietal izquierdo. «Le manifestaba que sino estaba con él, no iba a vivir», afirmó Titanti.

Laura lo denunció por abusar sexualmente de una integrante de su familia. Él fue declarado responsable en agosto pasado y se lo condenó a la pena de tres años de ejecución condicional. Tenía vigente una prohibición de acercamiento.

Antes de ingresar al quirófano del hospital Castro Rendón, la mujer alcanzó a decirle al equipo médico quién le había disparado. El 3 de diciembre fue dada de alta.

Mercau se presentó el martes 14 por la tarde junto a su defensor, el exjuez penal, Marcelo Muñoz. A las 20 quedó detenido en la comisaría primera. Entregó un teléfono y un arma, que según su abogado es la que utilizó el día del hecho. Su celular fue desactivado a las 12.30 del 29 de noviembre, de acuerdo a las indicaciones de las antenas, y su ubicación lo localizaba en Barda del Medio. La última comunicación fue con sus hermanos.

En Centenario se realizó una marcha para pedir justicia, mientras aún se buscaba al ahora imputado. Foto Oscar Livera.

Cuando escapó lo hizo en una camioneta Toyota Hilux, que después abandonó en Vista Alegre. Llamó a su hijo y le dijo «me mandé una macana» y le mencionó que «necesitaba irse». El joven fue hasta el lugar donde le marcó que había dejado el vehículo, sacó las llaves y las entregó en la policía.

Titanti subrayó que Laura estuvo en riesgo de vida y eso lo acreditó Carlos Gordillo, del cuerpo médico forense, en dos informes. «De no haber habido una asistencia médica inmediata podría haber sido fatal el resultado», sostuvo la fiscal.

Las lesiones que presenta en su cráneo, relató, son compatibles con la herida «producida por el proyectil de arma de fuego y por la intervención quirúrgica» y que esto «afectó la movilidad del brazo derecho de la víctima, respecto del cual presenta un déficit en su movilidad».

La funcionaria aseguró que Mercau hostigaba y perseguía a Laura, pretendiendo retomar la relación. El domingo 28 lo había visto por última vez. «Él quería seguir conmigo, a pesar de lo que había hecho, a pesar de que yo le decía que no», declaró la mujer una vez que se recuperó, y añadió que le reiteraba que «iban a morir juntos.»

Muñoz no objetó que su defendido haya sido el agresor, pero pidió que sea acusado por lesiones graves o gravísimas.

«La intención de él jamás fue matar, sí asustar, pero no matar», remarcó el defensor. Agregó que el imputado no sabía que el arma estaba cargada. Que la pareja no se había separado, que incluso le «regaló un auto» y que habían estado juntos en una jineteada. Mientras Muñoz hablaba, Mercau asentía con la cabeza.

Enfatizó que el imputado no se había presentado antes por un problema de agenda de él, que estaba ocupado con otros casos, como el del femicidio de Agostina Gifsman, y que eso lo había retrasado. «Jamás quiso fugarse», acotó y ofreció como medida cautelar la detención domiciliaria.

Antes de que pasara a resolver, la fiscal le pidió a la jueza que mirara el caso con perspectiva de género, porque de ningún modo se podía justificar la agresión.



A la hora de comunicar su decisión Álvarez se dirigió exclusivamente al imputado. Le explicó porque consideraba que con la prueba colectada hasta el momento tenía por probado que él tuvo la intención de matarla. Ponderó que le haya disparado directamente a la cabeza, una zona vital, y rebatió uno a uno los planteos de Muñoz.

La magistrada afirmó: «me resultó contradictorio el argumento introducido por su abogado defensor: decir que usted no sabía que el arma estaba cargada y que disparó siete veces al solo fin de asustarla, y luego decirme que debe calificarse este hecho como lesiones gravísimas, con lo cual a la postre, está de alguna forma habilitando un dolo de lesiones, que no se compadecen con no saber que no estaba cargada el arma y que solamente quería asustar a una persona.» Omitiendo, además, que regresó por segunda vez a dispararle.

Muñoz ejerce la defensa de Mercau. Foto Florencia Salto.

Señaló que tenía el deber de analizar el caso con perspectiva de género. «A los dichos de su abogado que habrían compartido evento juntos e incluso que ella quería estar con usted, nada, nada justifica, nada justifica (la repetición es textual) un acometimiento como el que presuntamente usted había realizado contra la vida de una mujer con la cual se compartió siete años de vida, siete años de relación. Nadie, nadie tiene derecho a decidir sobre la vida, aún cuando hubiera algún conflicto, pero de ninguna manera justifica, aún existiendo conflicto, atentar contra la vida de una persona», ratificó.

Álvarez hizo hincapié en que «la conducta de vigilarla permanentemente, de hostigarla, de perseguirla, de amenazarla, de que si no volvía iba a morir con él, perturbando abiertamente la psiquis y el normal desarrollo de la vida de Laura. Esto es violencia de género».

«Debo decir que me llamó mucho la atención que se diga que porque se presentó usted ayer (por el martes), que estuvo a derecho, entregó su celular y se puso a disposición esto no es un motivo para desarticular, para decir que no existe el riesgo de fuga. También me llamó la atención que se diga que no se entregó antes por el cúmulo de trabajo del señor defensor», dijo la jueza.

Manifestó que durante quince días «se montó todo un procedimiento de rastrillaje, con drones, con canes, con todo tipo de elementos y de herramientas para dar con usted» y que se llegó a dictar su captura internacional. Concluyó en que exhibió «un desprecio» por la vida de la mujer, «un desapego por la ley» al no cumplir con las medidas impuestas en su condena por abuso y que «está en grave peligro la integridad de Laura, y por lo tanto debo neutralizarlo a través de la medida más gravosa».

Dante, uno de los hijos de la víctima, hoy sobreviviente, estuvo presente en la audiencia. Contó que sintió «furor» al verlo. Su mamá siguió la formulación de cargos por Zoom. Estaba conectada sin cámara. Él recordó que en la comisaría quinta de Centenario no le tomaron la denuncia contra Mercau cuando decidió hacerla, porque el agente encargado «estaba en un allanamiento» y Laura debía irse: tenía que ir a buscar a una de sus hijas al colegio.


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