Intimidad de un detenido de lujo en un barrio alterado

Menem recibe decenas de visitas a diario.

Una cárcel de lujo

(Infograma)

En la medianoche del jueves, cuando vio al jefe de mejor humor, el dueño de casa lanzó su primera broma del día, reeditando su título de bufón del menemismo practicado durante diez años.

Muy solemne, mientras Carlos Menem, Cecilia Bolocco y una veintena de invitados disfrutaban de las empanadas, el ex titular de la Casa de Moneda lanzó: «Quería avisarles que, en vista de las nuevas condiciones, he decidido cambiar de rubro: ya no voy a hacer más camisas, ahora me voy a dedicar a los pijamas y a las robes, más cómodas para la gente que se queda mucho encerrada».

Todos rieron, incluso el ex presidente, detenido en el domicilio de su amigo, propietario de la cadena de camisas Rigar»s. Gostanián suele enorgullecerse: «Yo le regalé a Carlitos una camisa por cada día de gestión». Más allá de las exuberancias, los cálculos asombran: Menem debería tener al menos 3.740 camisas.

Menem ya pasó dos noches en la estupenda quinta ajena de Don Torcuato. Nadie sabe cuánto se quedará allí. Si Jorge Urso lo procesa y confirma su detención, y si la Cámara de apelaciones o la Corte Suprema no salen en su rescate, el caudillo riojano podría pasar tres años arrestado; según los cálculos más optimistas, el juicio oral se efectuaría recién a principios del 2004.

¿Mudanza?

Ayer ya circulaban rumores sobre un eventual pedido al juez federal para una pronta mudanza.

Mariano Cavagna Martínez, que quiso reunirse en la víspera con el juez, desmintió la versión. «Por ahora se quedará donde está», dijo.

Se supo, eso sí, que se intensificaron los trabajos de albañilería en la casona que el ex presidente adquirió en Martínez antes de casarse con Cecilia Bolocco. Esa es una posibilidad cierta: que en un par de meses se mude a su propia mansión. Mariano Cúneo Libarona, otro de los abogados de Menem, cree que Urso no pondría reparos en aceptar ese traslado: aunque en un principio había pedido que el ex presidente cumpliera su arresto domiciliario en la Capital Federal, luego accedió a la oferta de Don Torcuato, que no queda lejos de la mansión de dos millones que Menem y Bolocco están remodelando. «Cecilia es la garante de que Carlos cumpla con los requisitos que pide la Justicia, así que da lo mismo un lugar u otro, mientras esté con ella», aclaró Cúneo Libarona.

A las nueve de la mañana del jueves de la detención, un vehículo utilitario de Rigar»s bajó en la casa de Gostanián tres valijas, con ropa y efectos personales de Menem. Las cinco empleadas domésticas que el rey del merchandasing menemista dispuso para sus huéspedes de honor se encargaron del orden.

El ex presidente aún no había llegado al juzgado de Urso, pero ya sabía cuál sería la decisión. Incluso, los vecinos de Don Torcuato comentan que en la propiedad se aceleraron algunas reformas. Hace dos semanas se levantó un alambrado de casi tres metros en todo el perímetro, que acompaña al cerca de ligustrina original, y la semana pasada fue contratada una empresa de jardinería para que pongan a punto el enorme parque, que estaba en estado de semi-abandono.

Desde marzo que Gostanián no visitaba su quinta de fin de semana. Ahora, los cinco ovejeros tendrán que acostumbrarse a la actividad . La mansión de estilo colonial y tejas rojas, tiene 1200 metros cuadrados cubiertos y un parque de 5000 metros cuadrados con árboles frutales, una pileta de 20 metros, un jardín de invierno y un exquisito patio español con fuente incluida. La casa está enteramente a disposición de Menem y su flamante esposa. El matrimonio se ubicó en la suite principal del primer piso, aunque ella desembaló su equipaje en una suite contigua. Hay otras seis habitaciones en ese piso, pero quedarán desocupadas. Los allegados y el secretario privado se alojan en viviendas contiguas, dispuestas para huéspedes.

En el mediodía del jueves, apenas llegado, Menem almorzó pollo con ensalada. Y apuró un par de copas de vino para dormir mejor su siesta. A media-tarde, comenzaron a llegar las visitas. A las 18 arribó un camión de mudanzas: Bolocco hizo traer a la quinta los muebles que compró en Buenos Aires Design para su nueva propiedad de Martínez.

Para cuando llegaron las empanadas pedidas por Gostanian, ya estaban en el inmenso living los hermanos Munir y Eduardo Menem, acompañado por su hijo diputado, Adrián; los ex ministros Carlos Corach, Eduardo Bauzá. Guido Di Tella; los ultramenemistas Alberto Lestelle y Francisco «Paco» Mayorga; el médico personal del detenido, Alejandro Tfeli; el único gobernador que acudió a Don Torcuato fue el pampeano Rubén Marín. Completaban el elenco el ex todopoderoso secretario Ramón Hernández y los abogados Cavagna Martínez, Cúneo Libarona y Oscar Roger, que dejaron sus internas de lado para ayudar al ánimo del riojano.

Por la noche, Menem se sentía mejor y el chiste de Gostanian ayudó a descomprimir la preocupación general. A medianoche, los invitados comenzaron a abandonar la quinta. Cecilia Bolocco subió a la suite a la una. El ex presidente la siguió una hora después.

El viernes fue más tranquilo. A la mañana lo visitó el ex juez federal y colaborador en su defensa, Adolfo Bagnasco. El diputado Daniel Scioli los acompañó en el desayuno. Al mediodía, ya eran una decena de personalidades para el almuerzo de bife de chorizo. Gostanian lo quiere empachar en carne: ya está organizando un gran asado, con show folclórico incluido para el sábado a la noche. Todo sea para aliviar la prisión del «jefe».

Gonzalo Alvarez Guerrero


Formá parte de nuestra comunidad de lectores

Más de un siglo comprometidos con nuestra comunidad. Elegí la mejor información, análisis y entretenimiento, desde la Patagonia para todo el país.

Quiero mi suscripción

Comentarios