Juana Manso: aún el pasado no está cerrado

Por Mabel Bellucci

Fue una de las primeras voces feministas que se oyeron en el país a mitad del siglo XIX.

Educadora, periodista, poeta y ensayista, inició junto con Juana Manuela Gorriti la literatura femenina en la Argentina. No obstante, Juana Paula Manso se la considera una de las personalidades femeninas decisivas de ese siglo en América Latina.

Durante su exilio en Brasil -obligada a refugiarse primero en el Uruguay por los principios liberales de su padre- fundó en 1852 el periódico feminista «O Jornal das Senhoras». Desde los primeros números estableció el objetivo de la «emancipación de la mujer para conquistar el pleno goce de todos sus derechos que el brutal egoísmo de los hombres le roba y que de una vez por todas los hombres deberán dejar de considerarlas como de su propiedad».

En 1853 decidió regresar a la Argentina. Trajo consigo una gran experiencia docente y de lucha por los derechos sociales y culturales de las mujeres. Llegó apremiada también por su fracaso matrimonial y la responsabilidad económica de mantener a sus dos hijas.

Un año más tarde, editó «Album de señoritas», con el fin, de acuerdo con lo que revela su epígrafe, de «emancipar a las mujeres de preocupaciones torpes y añejas que les prohíben hasta hacer uso de su inteligencia, enajenando su libertad y conciencia». Desde estas páginas propuso recapacitar sobre el lugar de la mujer en la sociedad, «porque Dios no es contradictorio en sus obras y cuando formó el alma humana no le dio sexo».

La dimensión de esta apuesta periodística y el esfuerzo por abrir camino a una nueva conciencia, recrea con riqueza la situación de las mujeres de su época dentro de los marcos morales que rigen sus vidas y sus relaciones afectivas y de sociabilidad.

«Album de señoritas» no fue aceptada por la pequeña aldea y desapareció por falta de apoyo. Finalizó con el número ocho.

Alrededor de 1858, el poeta José Mármol fue quien contactó a Juana Manso con Domingo F. Sarmiento. Ella necesitaba de su apoyo para llevar a cabo nuevos presupuestos educativos. A la vez, Sarmiento tampoco podía prescindir de su figura. Cabe suponer que son pocas las mujeres con temple y osadía que estaban dispuestas a acompañarlo en la aventura educativa. De allí que él dijo de Juana Manso:

«Una mujer pensadora es un escándalo. ¡Ay pues de aquel por quien el escándalo venga! ¡Y usted ha escandalizado a toda la raza! sufra usted por lo tanto, con la pena, tanta dicha. Entra pues, usted en el camino de esas mujeres que hicieron una obra magnífica que otros siguieron o seguirán después. Por estar sola, usted allá es menos meritoria?»

En esos momentos, Sarmiento generó una experiencia novedosa en materia educativa oficial: la escuela mixta. En 1859, Juana Manso aceptó el desafío y dirigió un establecimiento público con estas características: la Escuela Mixta Nº 1. Esta exploración no persistió por mucho tiempo debido a los duros cuestionamientos de la población porteña. Dijo Sarmiento: «La coloqué en una escuela de ambos sexos, a fin de aprovechar su conocida instrucción y honrar en ella el talento, pues es la única mujer que se consagra a las letras».

En esa etapa de su vida, Juana Manso desplegó una intensa actividad. Se dio tiempo para todo: profesora en diversas asignaturas, enseñó francés, publicó artículos en los periódicos «La Tribuna» y «El Nacional» e hizo lecturas públicas con debates.

En 1862, Sarmiento -siendo gobernador de su provincia natal- le confió la dirección de «Los anales de la Educación», donde encontró un espacio para el análisis y defensa de sus teorías educativas.

En ese mismo año, Juana Manso escribió «Compendio de la historia de las Provincias Unidas del Río de la Plata», considerado por Bartolomé Mitre -en ejercicio de la presidencia de la Nación- como un material apropiado para la enseñanza histórica a nivel escolar. Pese a las duras críticas recibidas, fue el primer libro sistematizado que se utilizó en la escuela primaria local destinado a estudiar Historia. Se la acusó en términos injuriosos por sus posiciones vanguardistas en el campo educativo y, sobre todo, por su visión emancipadora en torno de la opresión y subalternidad de las mujeres. Sarmiento, desde Estados Unidos, la alentó a proseguir con tenacidad su campaña en marcha.

En 1869, Nicolás Avellaneda la designó vocal del nuevo Departamento de Escuelas. No es aventurado señalar que Juana Manso fue la primera mujer que asumió en la Argentina un cargo público.

Murió en 1875, a los 56 años, agotada por los padecimientos sufridos frente a una situación económica precaria y por la incomprensión de una sociedad pacata que la exilió a la soledad de sus fuerzas.

Su consecuente posición feminista, sumada a su decidida apuesta anticlerical que la llevó a elegir el protestantismo como religión, provocaron la «negación de su sepultura en el cementerio de la Capital, permaneciendo sus restos en el de disidentes hasta 1915, cuando fueron depositados en la Chacarita». Aun hoy, Juana Paula Manso merece más que una simple nota como la escrita.


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