Crimen de Julián Dobra en Roca: su padre analiza dejar la querella, entre críticas a la fiscalía y el desánimo
“Estoy desanimado. Pienso seriamente en dejar la querella”, dijo Tomás Dobra, el padre de Julián, a 47 días del crimen aún sin respuestas en Roca.
Desde el 30 de abril, la vida de Tomás Dobra entró en un espiral de angustia y dolor. Aquel día apareció el cuerpo sin vida de su hijo Julián, profesor de Educación Física, en una remota zona de bardas en el norte de Roca. Si bien existen cinco personas imputadas por el hecho, a 47 días del hallazgo, el avance judicial sigue empantanado en pericias demoradas, informes técnicos que no llegan y un sistema que parece más trabado que activo.
Este Día del Padre fue el primero que Tomás atravesó sin Julián. Sin su voz, sin un abrazo, sin asado ni charla. La ausencia se sintió como un golpe seco en el pecho. En una entrevista con Diario RÍO NEGRO, abrió su intimidad para relatar su desencanto, su lucha constante por justicia y una decisión que empieza a pesarle: evaluar su salida como querellante en la causa.
«No la estoy pasando bien»: el peso del desgaste
«No hay avances, o si los hay, son mínimos e inexistentes», dijo Tomás. Su voz suena firme, pero triste. Quizá carcomida por la impotencia. Apuntó contra la fiscalía nuevamente. Considera que se actúa sin profundidad, que las pericias clave se diluyen en el tiempo: el ADN fue enviado a Mendoza por fallas técnicas locales, y el celular de Julián terminó en Brasil. La tecnología nacional, lejos de asistir, complica.
A ese escenario se suman las consecuencias personales: crisis nerviosas, presión alta, ansiedad constante. «Este proceso me está pasando factura. Mucho desgaste emocional, mental y económico», admitió. No lo dijo con resignación, sino con la pesadez de considerar que no hay respuestas.
«Pensar en dejar la querella no es abandonar la lucha por justicia»
Tomás diferenció claramente su posible retiro de la querella con una renuncia al reclamo de justicia. «No es que se acabó mi reclamo, pero estar adentro insume mucho desgaste«, expresó. Su lugar como padre le exige sostenerse, pero la desilusión con el sistema lo desanima. «No confío en nada de la justicia así como funciona».
La sensación de estar dando vueltas sin respuestas lo empuja a evaluar alejarse formalmente del proceso. El dolor que siente -aseguró- es permanente, pero cada paso judicial que no avanza le recuerda que está solo en esta travesía.
«Cuando la justicia es lenta, no es justicia»
La crítica más dura de Tomás es al aparato judicial. Para él, la fiscalía no estuvo a la altura desde el principio: permitieron limpiar el departamento antes de peritarlo, no preservaron pruebas, y las declaraciones en el trabajo de Julián fueron en su contra, todas «a coro», dice.
«No puedo confiar en una justicia así. Y si no hay un culpable claro, no me va a alcanzar ninguna sentencia», señaló. Y agregó: «El crimen parece que no tiene costo. Si seguimos así, vamos a agrandar el club de padres de víctimas sin justicia».
Además del dolor, Tomás enfrenta algo todavía más angustiante: amenazas explícitas e implícitas. Ya realizó denuncias y entregó pruebas en formato de audios y videos. «Me ven vulnerable y vienen a decirnos cosas. Algunos lo toman a la ligera, pero yo no», dijo sin querer detallar más sobre el tema.
Tiene miedo, no solo por él, sino por su familia. La justicia, asegura, tiene conocimiento de esas amenazas. «No sé si las investigan, pero están presentadas. Ya no quiero comprobar si uno de estos locos me emboca a mí o a alguien cercano».
La situación lo llevó a una crisis de nervios reciente, con subas peligrosas de presión arterial. “Estoy tocado. Me gané la lotería de la peor desgracia”, resumió.
El auto, las compras y una impunidad dolorosa
Uno de los datos que más lo indignó fue enterarse que los acusados usaron el auto de Julián después de su muerte. «Andaban para arriba y para abajo. Lo ofrecieron en Marketplace. Hasta hay fotos de cámaras donde aparece», relató.
La impunidad fue total: el auto fue quemado el día del entierro, frente a todos. También usaron su tarjeta de crédito para comprar videojuegos. Compraron productos para una Xbox que tenía Julián.
Para Tomás, el crimen tiene todos los elementos de una muerte organizada, vinculada a estructuras delictivas mayores, y siente que la fiscalía local no está preparada. «No saben enfrentar este tipo de casos. No tienen recursos ni formación».
La ausencia en el Día del Padre y la decisión que duele
Este domingo 15 de junio fue una jornada oscura para Tomás. Pasó el primer Día del Padre sin Julián. «Estoy pensando seriamente retirarme de la querella. Iré a las audiencias, estaré un rato, y me iré», empezó a pensar en voz alta.
Es que, a un mes y medio del hallazgo del cuerpo de Julián Dobra, la causa sigue con más dudas que certezas. Las pericias no llegan, los tiempos se dilatan, y la esperanza de respuestas se esfuma.
Tomás Dobra transitó este tiempo entre la bronca, la tristeza y la incertidumbre. No busca venganza, sino verdad. Pero la verdad duele más cuando parece lejana, inalcanzable. «Si no hay culpables claros, nunca voy a tener paz. Y si esto queda impune, todos estamos en peligro», sentenció.
Julián ya no está. Su familia exige respuestas. Y su padre, que hasta ahora fue una de las caras visibles del reclamo, piensa en dar un paso al costado para protegerse, sin dejar de pelear por justicia.
Comentarios