Crimen en la comisaría de Cipolletti: se frustra el ascenso de un jefe policial y podría regresar un fiscal

El homicidio de Jorge Gatica en la unidad 45 desató una crisis interna en las fuerzas de seguridad. La ola de robos y la balacera en la vivienda del expresidente del Club Cipolletti también ponen bajo la lupa a la fuerza policial.

Los golpes y patadas que terminaron con la vida de Jorge Gatica en una comisaría de la ciudad reavivaron la crisis policial en Cipolletti que acumula un extenso prontuario de abuso de autoridad. El gobierno de Río Negro, como en otras ocasiones, solo se limitó a publicar un escueto comunicado en el que promete investigaciones administrativas cuyos resultados nunca se conocen.


Recién una semana después salieron a hablar oficialmente; ya cuando la justicia detuvo, formuló cargos y dictó prisión preventiva para los cinco policías implicados en el homicidio, tres de ellos bajo la modalidad domiciliaria.

El crimen de Gatica, tal vez el más grave en la historia policial local, se sumó a otros hechos ocurridos durante las últimas semanas: los aprietes al expresidente del club y una inusitada ola de robos en el mismo sector de la localidad anticipan cambios no solo policiales, sino también en el Ministerio Público Fiscal.


Innumuerables antecedentes


Desde la pandemia en adelante RIO NEGRO dio cuenta del crecimiento de la violencia institucional, que tuvo como epicentro Cipolletti y el corredor del Alto Valle Oeste. En ninguna ocasión la ministra de Seguridad Betiana Minor, máxima responsable política de las fuerzas de seguridad, dio explicaciones acerca de los hechos. A esta altura ya parece ser la política comunicacional de la cartera provincial.


Detenciones por fuera de la normativa, abusos de poder, allanamientos sin autorización judicial, interpretaciones caprichosas de las leyes y hasta un antecedente de tortura (que no incluyó una muerte como en el caso de Gatica pero sí un abuso sexual) fueron algunos casos que sucedieron en el último tiempo. Ese hecho también ocurrió en la Comisaría 45, del barrio Anai Mapu.


En un pasado no muy lejano la Policía de Cipolletti arrastra el asesinato del adolescente Nicolás Scorolli y otros hechos graves que demuestran un patrón común en su accionar.


Uribe



A diferencia de otras ciudades de la provincia el jefe de la Regional Quinta Daniel Uribe pareciera inamovible y durante diciembre su nombre se rumoreó como el próximo jefe de la Policía provincial si el senador Alberto Weretilneck gana las elecciones a gobernador.

El homicidio de Nahuel Vera que ocurrió en vísperas de la Navidad en una toma de la ciudad puso las sospechas sobre la Policía rionegrina. Entonces se activó el protocolo que generó el Procurador Jorge Crespo ante tantos casos de violencia policial.


Intervino la fuerza federal y la investigación se estancó sin mayores novedades. Desde la fiscalía se negó en ese momento la participación policial.


La balacera y la ola de robos


Llegó un enero convulsionado con una crisis institucional en el Club Cipolletti que se desató a raíz de la balacera en el domicilio del hoy expresidente Pedro Gutiérrez. El propio dirigente ya había denunciado amenazas por parte de una faceta de la barrabrava y no obtuvo respuestas.

En el mismo barrio donde ocurrió la balacera se desencadenaron una serie de robos que terminaron con casas desvalijadas en el sector que abarca las calles Mariano Moreno, San Luis y hasta la Circunvalación, todo jurisdicción de la Comisaría 32. Las primeras semanas de enero transcurrieron con una sensación de inseguridad y una Policía que estaba lejos de dar soluciones.

Los hechos tenían un patrón común y la investigación fiscal derivó en allanamientos que se hicieron este fin de semana en el que se recuperaron algunos elementos. La sorpresa fue mayúscula: el domicilio allanado pertenece al máximo referente de la barrabrava del club ¿Casualidad o causalidad?

Cuando todo parecía tomar sus carriles normales para la fuerza que conduce el comisario Uribe, la policía federal detuvo a cuatro hombres y a una mujer de la subcomisaría 45. La autopsia del joven Gatica fue concluyente: recibió más de 50 golpes y le facturaron siete costillas. Eso le perforó el hígado y le produjo un shock hepático. Lo golpearon esposado.


Una agente se quebró


La audiencia de formulación de cargos confirmó la teoría fiscal: la única policía mujer, hoy en prisión preventiva domiciliaria, se quebró y contó los pormenores de esa feroz golpiza. Relató como el cabo Jorge Sosa le pegó a Gatica una patada con el borceguí en las costillas derechas cuando ella le exigió que lo dejara de castigar. Fue como el último golpe de despedida, quizás el mortal.


La audiencia se hizo por Zoom y generó mucho interés por parte de la organización policial. Se advirtieron varios uniformados conectados, incluso la comisaria Adriana Fabi que es querellante por la muerte de su hijo en Viedma en un hecho que también involucra a la institución azul.

Fabi fue responsable de la Regional Quinta que abarca de Catriel a Fernández Oro hasta la promoción de Uribe que estaba al mando de la Cuarta. El detenido Gatica estaba en la unidad 45 por averiguación de antecedentes sospechado de comprar unos chorizos y de retirarse sin pagar.


Desde la reforma del Código Contravencional que rige desde el año pasado y que impulsó el legislador oficialista Lucas Pica, la policía ya no tiene facultades para detener de manera discrecional.

Entonces hay dos posibilidades: la detención es ordenada por la fiscalía o por algún juez o jueza (penal, de familia o incluso de Paz) o los detenidos permanecen en la unidad policial a “cargo exclusivamente” de la fuerza. Esa segunda opción tiene su resguardo legal en la propia ley orgánica policial y fue la que se utilizó para trasladar a Gatica a la unidad 45.

Durante enero, la política está ocupada por las alianzas, los avales y los tiempos electorales que son muy exiguos. Pero la interna policial y un tamaño episodio de tortura se logró colar en la agenda pública.
Las fuentes consultadas admitieron que las expectativas de Uribe para acceder a la máxima jerarquía policial podrían verse opacadas.

El candidato a gobernador Alberto Weretilneck sigue de cerca lo que ocurre en Cipolletti, su ciudad de despegue político. Tiene propiedad sobre el tema seguridad y justicia y por eso ya se analizan cambios dentro del Ministerio Público Fiscal.


La elección de Diego Vásquez, querellante en la causa Gatica, como fiscal el anteúltimo día de diciembre podría formar parte del movimiento de fichas. Se baraja, además, el regreso a la ciudad del fiscal jefe Gustavo Herrera, hoy a cargo de Cinco Saltos y Catriel.

Herrera es tal vez el único funcionario judicial con capacidad para administrar la interna policial. Cuenta con legitimidad por su pasado policial y a pesar de que le tocó estar al frente de la audiencia del sábado por ser el fiscal de feria su desempeño fue prolijo.


La relación con la policía es de mutuo respeto y los uniformados le responden porque él los escucha y los respalda. El tema cada vez más se cuela en la agenda política: ¿se va Uribe y vuelve Herrera?.


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