Intento de femicidio en Neuquén: la víctima había llamado a la Línea 148 hacía una semana para pedir ayuda
La fiscal aseguró que la mujer solicitó un dipositivo dual "que nunca fue colocado". Su expareja incumplió con la prohibición de acercamiento y la atacó en el cuello con un cuchillo, en el barrio Almafuerte II. La jueza ordenó la prisión domiciliaria.
«Me dijeron que no te haga nada, pero yo te voy a matar a vos», le dijo Claudio Eduardo Calfuqueo a su expareja antes de agredirla. Pese a que tenía prohibido acercarse a ella, ayer a la madrugada saltó el portón de la casa, forzó la puerta y la lastimó en la zona izquierda del cuello con un cuchillo tramontina. La mujer incluso pidió ayuda a la Línea 148. Hoy fue acusado por intento de femicidio en Neuquén.
Se trata de un caso de violencia de género crónica, cuyo primer rastro es en 2015 y fue incrementándose hacia 2023. El 31 de diciembre la víctima denunció lesiones y amenazas con un arma de fuego. En 2024 la jueza de Familia, Adriana Saralegui, dispuso el cese de todo acto de violencia y la prohibición de acercamiento, además de la custodia policial. Lo notificaron el 6 de enero.
El 7 de enero la víctima se comunicó con la Línea 148 e informó que Calfuqueo la cruzó en la calle. «La agarró por la espalda y le apretó el cuello. Le gritaba que esa noche iba a matarla», afirmó la fiscal Silvia Moreira en la audiencia de formulación de cargos. Tres días después comenzó a amenazarla con llamadas, a dejarle cartas y la jueza amplió la medida: no podía acercarse no a 200 sino a 500 metros.
La mujer, entonces, no era una desconocida para el sistema de protección de la provincia. Incluso, dijo la fiscal, solicitó un dipositivo dual «que nunca fue colocado» (el aparato lo tiene puesto el agresor y lo ubica georreferencialmente, así en el centro de monitoreo saben si se acerca a la denunciante).
El viernes 19 de enero, a las 5 de la mañana, el hombre de 39 años, que trabaja como oficial amolador hace cinco meses en una empresa petrolera de Añelo, desobedeció la orden judicial.
Saltó el portón externo y luego de romper la puerta de entrada de la casa de su expareja, ubicada en el barrio Almafuerte II, logró ingresar a la vivienda. La mujer dormía y alertada por los ruidos se despertó.
Él se abalanzó sobre ella, la sujetó y la arrinconó contra el ropero próximo a la cama. Le destrozó el celular. Mientras la insultaba y le decía que iba a matarla sacó un cuchillo tramontina de mango negro y le efectuó un puntazo.
La mujer gritó y los vecinos comenzaron a tirar piedras a la casa. El hombró huyó del lugar, y arrojó el cuchillo que luego fue recuperado por la fiscalía.
A la mujer la trasladaron al hospital Castro Rendón, donde se constató la lesión.
Habían estado 19 años en pareja y ella fue víctima de múltiples episodios de violencia de género física y psicológica. Se separaron hacía seis meses. Uno de las vecinas que declaró manifestó: «ella siempre tenía un moretón nuevo».
Una coartada inverosímil
Moreira acusó a Calfuqueo de homicidio doblemente agravado: por el vínculo y por mediar violencia de género, en grado de tentativa, en concurso ideal con violación de domicilio y desobediencia a una orden judicial.
La fiscal enfatizó en el lugar que eligió el imputado para provocar la herida: «una zona vital, donde transcurre los vasos sanguíneos, la arteria carótida y la vena yugular como así la vía aéreo digestiva, los que son primordiales para mantener un cuerpo con vida».
Indicó que la lesión tiene 2 milímetros en la cara lateral del cuello y es superficial, además de hematomas en ambos brazos.
La mujer declaró mientras estaba en el hospital. Aseguró que quedó «inmóvil frente al ataque» que le «agarró pánico».
La funcionaria planteó que el acusado «esperó a que estuviera dormida, sin posibilidad de defenderse, acometió contra ella sabiendo que se encontraba sola, utilizando un arma blanca que es un elemento de alta letalidad, más la zona del cuerpo a la que fue dirigido».
Mientras Calfuqueo se iba del lugar se encontró con un móvil policial y le hizo seña. Les contó, según la fiscal, «que su expareja se había autoinflingido esta lesión y que quería hacer una denuncia».
«Total dominio del hecho»
La defensora pública, Verónica Zingoni, propuso otra calificación legal: violación de domicilio, desobediencia a una orden judicial y lesiones leves, agravadas en contexto de violencia de género.
Si bien no negó los hechos, ni la participación de su asistido, sostuvo que de haber querido cometer un femicidio estaba en «total dominio del hecho» y «él desiste voluntariamente del mismo».
Retomó algunas fragmentos de la declaración de la mujer ante la fiscalía, como que estaba cansada de ser ella la encarcelada (por los rondines policiales que le habían dispuesto) y que se encontraba «muy decepcionada del fuero de Familia», ya que no había podido acceder a una tobillera electrónica.
La fiscal pidió seis meses de prisión preventiva. La propuesta de la defensora fue prisión domiciliaria, que finalmente aceptó la jueza de Garantías, Natalia Pelosso.
Subrayó que era una buena medida para «neutralizar el riesgo para la víctima». Resolvió que sea con custodia permanente hasta tanto le coloquen una tobillera al acusado. Después de eso, ordenó tres rondines policiales diarios y la prohibición de contacto por cualquier medio. Esto por el plazo de cuatro meses, que coincide con el tiempo que tendrá la fiscalía para desarrollar la investigación.
Moreira anticipó que apelará esta decisión.
La defensora destacó que hay lista de espera para las tobilleras. «No se sabe cuál es el plazo», mencionó.
La jueza le explicó al imputado que no puede salir de su casa, y si por alguna razón necesita algo debe llamar a su defensor y decirle «doctor» y realizarle el pedido.
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