La abstención colectiva como reguladora de precios

Miguel Ángel Knecht*

El consumo de carnes en general, sumando la vacuna, la aviar, la porcina y también el pescado, se ha calculado en un total de 127 kilogramos por habitante para el presente año (63,5 kg por semestre), ya que en el 2014 el consumo estuvo en los 126 kg, batiendo en esa instancia su máximo histórico. El dato señalado fue aportado la Cámara de la Industria y Comercio de Carnes y Derivados de la República Argentina (Ciccra).

El dato señalado sirve para complementar el suceso ocurrido entre el 14 y el 18 de marzo del presente año, donde se llevó a cabo en la ciudad de Comodoro Rivadavia una muestra de rechazo a los recurrentes aumentos de la carne vacuna.

Ocurre que los precios de los productos cárneos (carnes rojas) han aumentado desconsideradamente y lo que se buscó en esta instancia fue -mediante la abstención de consumo- provocar un alto impacto social generado por esta innovadora medida, previamente anunciada por las redes sociales.

La misma ha sido autorrestrictiva, al privarse por cuatro días de la compra y consumo de carne vacuna.

Antiguamente a la veda (como se la denominaba) la impulsaba el gobierno nacional; en la actualidad, los consumidores.

El mensaje del no aumento, implícito bajo la figura de la abstención, genera un efecto oscilante en una economía pendular representada por los matarifes y frigoríficos cuyas características están dadas por el considerable respaldo monetario de los mismos.

Pero ocurre que, al tornarse incansable el acceso de los consumidores a la carne de venta legal (por calificarla de algún modo), se considera como alternativa válida de consumo la compra de “carne ilegal o clandestina”. En esa instancia, el efecto concurrente de la comisión del delito conjugado con el elevado consumo de carne clandestina agrava y complica sustancialmente la situación con la intervención de otros actores.

Lo ocurrido en la Sociedad de Comodoro Rivadavia resulta un claro, palpable y evidente ejemplo del rechazo ciudadano logrado por la abstención colectiva, lo cual visibilizó una situación de “rebeldía social”.

No obstante el hecho, lo sucedido no garantizó la obtención de un resultado exitoso.

La gente adhirió a una medida restrictiva como la implementada pero nadie aseguró que la misma modificara el precio de los productos cárneos en el mostrador.

La medida refleja el mensaje de una unidad de concepción y de acción que la sociedad utilizó como método efectista, pero que no obtuvo el resultado deseado. Ocurre que los matarifes disponen de un poder económico superlativo que han logrado capitalizar, mientras que la unión de los consumidores constituye una jerarquía menor.

Siempre los consumidores constituyen el eslabón más débil de la cadena de comercialización. Durante décadas sucedió este desequilibrio pero resulta más aliviado en la actualidad dado que la fuerza de aquellos consumidores y usuarios juntos han posibilitado el logro de un equilibrio más equitativo y armónico entre las partes.

Quien gana la pulseada es quien ostenta el mayor peso económico y de ese modo, una vez más, el dinero se sobrepone a la voluntad de las personas.

*Docente, exconcejal por el PJ, fundador y 1º presidente de la Asociación de Defensa del Consumidor de Viedma


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