La Baita cambia de manos y también de rumbo en Bariloche

Paula Fenoglio volvió a quejarse de la falta de apoyo estatal. Los nuevos dueños, que desarrollaron Puerto Rock, prometen inversiones y un programa de calidad.

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El final del teatro La Baita se decidió a mediados de septiembre. Sus propietarias, Laura y Paula Fenoglio, enfrentaban la clausura del espacio y apuntaban a la “burocracia municipal”.

La imagen del teatro sin cartelera y con bolsas de consorcio en su interior contrasta con aquella pomposa inauguración que contó con la presencia del productor teatral Lino Patalano y la bailarina Eleonora Cassano.

“Dijimos que íbamos a llegar hasta diciembre”, remarcó Paula Fenoglio a “DeBariloche” acerca del anuncio realizado en aquella conferencia de prensa en la que denunció “palos en la rueda” para continuar con la actividad cultural.

Este martes se concretó el traspaso a la firma Power Link con la promesa de “jerarquizar” el lugar. La misma empresa tiene a su cargo a Puerto Rock, en el que se ofrecen conciertos para estudiantes y residentes.

Fenoglio se mostró conforme con el acuerdo logrado con los nuevos dueños que, además del fondo de comercio, adquirieron el edificio ubicado a una cuadra del Centro Cívico. Además aseguró que buscaron “la mejor opción” para darle continuidad a la sala y que no se convirtiera en un estacionamiento, según las pretensiones de otros interesados.

La empresaria también se refirió a la falta de apoyo por parte del municipio y del gobierno provincial, y recordó que “pasaron tres intendentes” pero ninguno le dio un sustento “claro y conciso”. Entre las críticas también hubo espacio para el gobernador Alberto Weretilneck, a quien acusó de no pagar la deuda por la cesión del espacio durante la recorrida de la entonces presidenta Cristina Fernández de Kirchner, durante el Tedeum del 2012.

“La cultura está relegada en esta provincia”, añadió acerca del cierre del teatro y dijo que “nunca jamás” hubo aportes, a través del alquiler de la sala, que permitieran contar con un fondo fijo para sostener los gastos corrientes. Fenoglio reconoció que el emprendimiento era “deficitario” y que en ocasiones debió recurrir a sus bienes personales para mantenerlo activo.

Sin dar a conocer la cifra del traspaso, se limitó a decir que se trató de una venta “sin fines de lucro” y que en cambio apostaron a pagar deudas, indemnizaciones, además de saldar las infracciones que llegaron desde el Municipio.

“Esperamos que esta nueva empresa lo pueda sacar adelante”, confió acerca del emprendimiento que nació hacia finales del 2011 en el mismo lugar en el que funcionó el mítico Cine Arrayanes.

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