La cobardía de los violentos

Sergio Wisky*


Hay momentos donde cualquier vecino se agota de intentar entender al otro, a ese que constantemente pone el no vínculo de la violencia como herramienta de dominación.

No hay peor cosa para las personas que tener miedo. Es tener un cuerpo sin ropa y sin piel, es un cuerpo en carne viva en el medio de la estepa patagónica. En ese lugar de cobardía extrema se para el violento, con su víctima a merced.

La libertad es lo opuesto, es no tener miedos paralizantes y por eso construimos una sociedad con normas, reglas que protejan nuestras libertades.

Eso es lo que se juega en nuestra sociedad, donde hay adoradores de la violencia que envalentonan a delincuentes o psicópatas a que hagan lo que se les antoje.

Estos días fueron de enojo extremo con la cobardía de la comodidad de un supuesto análisis intelectual de Horacio González, quien propuso que los hechos de violencia del 70 “deberían ser analizados positivamente”. Cuesta entender que la ceguera moral no lo deje ver que la violencia nunca sirvió, y no va a servir.

Vaya a saber desde qué nostálgico lugar puede llegar a esa reflexión, a decir que los asesinatos, raptos, robos, etc, pueden ser analizados positivamente. Solo pienso que puede ser un duelo patológico o tener la carga culposa de haber mandado, con esta idea, al infierno a muchos argentinos. Si es así, eso no lo resuelve con política, solo lo resuelve con psicoanálisis.

La sociedad en Argentina desde 1983 hizo el pacto de mayor civilidad que es la democracia y su pleno estado de derecho. Eso implica estar en la otra orilla, en la orilla de los acuerdos, consensos y búsqueda de la pacificación constante. Por eso acompañaré el proyecto del diputado Fernando Iglesias en repudio de estas nefastas expresiones.

Por el mismo camino que el intelectual kirchnerista reflexiona la positividad de la violencia, aquí mismo en Río Negro hay una señora que puso su cuerpo y su alma para demostrar que la violencia no tiene nada de positivo, nada.

Se vino la acción de los delincuentes, amparados por enésima vez en reclamos reivindicativos vaya a saber de qué. Antes, no solo habían destruido oficinas públicas, sino que este lunes avanzaron en escrachar y violentar el domicilio particular de nuestra delegada de desarrollo social en General Roca, Miriam Saigg. Cortaron la calle, tiraron huevos, elementos contundentes, rompieron el auto de su vecina, mientras ella estaba ahí junto a su familia.

¿Los personajes? Conocidos, obvio, y con causas, que dicen tener comedores o merenderos que nadie ve o puede controlar y que usan toda su violencia para que se les dé lo que ellos quieran y que nadie los controle.

¿La justicia? Se despertó varias horas después y luego de que se tuviera que llamar al gobernador para la fiscalía actúe. ¿Tiene que ser así? Todas las cosas que hicieron estos tipos están tipificadas en el Código Penal.

Se necesita una clase dirigente cohesionada para no permitir que esto suceda. Se necesita coraje cívico para que esto se vaya de nuestra sociedad. Se necesita mucha responsabilidad y compromiso de la Justicia para que nos construya en el orden que protege a cado uno, permitiendo el pleno desarrollo que la paz da a una sociedad civilizada.

Todo nuestro afecto y respaldo social y político a la mamá, abuela, vecina, funcionaria y ciudadana Miriam Saigg, y que sepa que la violencia nos enoja y duele, pero nunca permitiremos que crezca. Para eso la mejor fórmula: más y mejor justicia.

* Diputado nacional (Juntos por el Cambio).


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