La educación es el pilar del tratamiento en personas diabéticas

Para los especialistas, la educación permite “una construcción progresiva de conductas y comportamientos que contribuyen a la independencia del paciente, y un mejor manejo de la enfermedad”.

Camino al XVII Congreso Argentino de Diabetes

La Sociedad Argentina de Diabetes (SAD) considera fundamental proporcionarle al paciente, su familia y grupo de relación más cercano “los conocimientos y herramientas necesarias para llevar a cabo el autocuidado de su diabetes, manejar las situaciones agudas y hacer cambios en el estilo de vida que posibiliten una mejor adherencia al tratamiento”.

Como todo aprendizaje, se necesita que el proceso de educación en diabetes sea continuo y repetido. Debe además, adaptarse al grupo etario, a la madurez del individuo, al tipo de diabetes, al momento biológico (niñez, embarazo, vejez), al estadio de su diabetes, a su estilo de vida y cultura. También, debe estar basado en las actitudes personales, creencias, estilos de aprendizaje, habilidad y facilidad para aprender, incluyendo los conocimientos previos y las metas fijadas.

El control de la diabetes, tanto en niños como en adultos, depende tanto de la medicación -como puede ser la insulina-, como de los planes alimentarios y el ejercicio, incluyendo los factores personales y la adaptación familiar. Según la SAD, “existe una mayor probabilidad de tener un mal control metabólico con una familia o núcleo familiar disfuncional, lo que pude llevar a un aprendizaje erróneo, por eso la educación debe ser administrada por profesionales del equipo de salud que posean conocimientos pertinentes de las necesidades y limitaciones de los pacientes y su entorno”.

Niños y adolescentes conviviendo con diabetes

En la primera infancia, existe una dependencia absoluta con sus padres para aplicarse las inyecciones, cumplir con el plan de alimentación y con los monitoreos glucémicos. “En la niñez los objetivos de valores de glucemias son más elevados de lo ideal para evitar riesgo de hipoglucemias repetidas, y la educación diabetológica implica citas o jornadas regulares y reiteradas”, reconocen los especialistas de la SAD.

Ya en edad escolar, se inicia un período de instrucción sistemática con aumento del entendimiento: desarrollan habilidades en el automonitoreo y las técnicas de punción; existe un reconocimiento progresivo de los síntomas y de las señales de alarma.

En la adolescencia y juventud temprana, experimentan un fuerte deseo de pertenecer a un grupo de pares y de encajar dentro de las normas sociales, por eso la SAD recomienda prestar atención en este período “ya que suelen presentarse omisiones en la aplicación de insulina, transgresiones alimentarias, exposición al alcohol, drogas, tabaco y vínculos sexuales. En esta etapa es importante desarrollar estrategias para manejar la transición”.

Trabajo en equipo

El trabajo del equipo de salud en forma inter y transdisciplinaria es fundamental a la hora de enseñar y educar, con la finalidad de permitir el desarrollo del paciente acorde a su tiempo, edad, enfermedad y situación biológica. La formación y actualización constante de cada profesional sobre la diabetes y su capacitación pedagógica (médico, enfermero, licenciado en nutrición, psicólogo, profesor de educación física, etc.), son indispensables para lograr la adherencia al tratamiento y favorecer la integración y el consecuente desarrollo de los potenciales de las personas con diabetes.


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