La entrada, la música, la cacería

«Hay dos filas para ingresar al boliche. Una fila, la más larga, es la de hombres, donde son palpados y algunos discriminados, por cómo están vestidos o por el origen. La otra es la de las mujeres, que ni siquiera llega a ser una fila. La condición para ingresar a la pista es ser mayor de 16 y menor de 24 (hay otras pistas pero esa es la de los jóvenes), y cuando estás en la puerta se escucha decir a los patovicas, 'documento en mano', luego sin pedírtelo». Así es el ingreso a uno de los boliches más concurridos de la zona, cuenta una adolescente a «Río Negro».

Sigue: «Una vez dentro, recién a las 3, sin darte cuenta el boliche se llenó (si se va muy temprano no hay nadie) la música cambió, pasando de ser pop y rock a cumbia, reggaeton o punchi», dijo y agregó, «en la pista de los jóvenes tenés la pista para bailar con tres barras, dos abajo y una arriba, y la pista para saltar, la «punchi» con una sola barra».

«Llegadas las 4 de la mañana los adolescentes ya están re enfiestados con la música, el alcohol que seguro consumieron, tal vez alguna droga, y energizantes», aseguró.

Respecto de las bebidas, «lo que más se toma son los baldes para grupos numerosos, si no medidas comunes de Gancia ($ 11), Speed con algún licor ($ 10), tron ice ($ 7), cerveza ($ 10) y toc toc ($ 5)».

«A veces hay fiestas temáticas, como la de la espuma, la de los cuartos años, o la de los collares. Muchos van de cacería, buscando alguna mujer para estar esa noche, otros van a pasarla bien con sus amigos/as, y toman para lograr desinhibirse», describió.

«En los baños se ve otro mundo. En el de mujeres, las chicas se lavan la cara para ver si se les va un poco el pedo, otras lloran por algún chico, o directamente vomitan. La pista punchi también es otro mundo ya que tiene aislantes para que no se mezcle la música. No se ven chicos con botellas de agua (que apaga la sed del éxtasis) y tampoco quejándose por que haya sido cortada el agua de los baños», reveló.

«A las 9 cortan la música y se prenden las luces. Los que quedan se deben ir estén como estén». Y así termina la noche puertas adentro de los boliches. Afuera, es otra historia.


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