La “extranjerización” del fútbol argentino

El insólito River, Boca y el riesgo de quedar partido al medio. Racing, un club tuerca. Lo que no pudo la guerra de Malvinas. Toda una historia a la que se le ha dado "poca pelota".

Los emblemáticos River y Boca tuvieron orígenes muy diferentes y hoy son los más grandes.


El insólito Ríver, Boca y el riesgo de quedar partido al medio, Racing un club tuerca. Lo que no pudo la guerra de Malvinas. Toda una historia a la que se le ha dado “poca pelota”.


Cómo no encontrarnos con un panorama semejante si todo empezó con la paternidad de la Argentine Association Footbal League, en 1893, primer presidente Alejandro Watson Hutton.


Ostentoso título y una clara señal para que el bautismo de los clubes tuviera una fuerte orientación con aires del llamado Reino Unido, lejos de imaginarnos que la Argentina sería el proveedor por excelencia -especialmente para el fútbol europeo- de jugadores destinados a la historia grande de una práctica deportiva llamada a movilizar multitudes en todo el mundo.

Alumni fue el club que inauguró el fútbol en nuestro pais.


A la sombra de aquél Footbal “gringo” en los umbrales del siglo XX, nacía en tierras criollas como señal inequívoca de “lo que se venía”: nada menos que el English High School como primer equipo del balompié argentino, pero menos mal que la ya citada Argentine Associatión (antecesora de lo que hoy es la AFA) le obligó a cambiar el nombre porque era publicidad para el colegio. La opción podía se “los egresados” o “los graduados!, pero no, fue Alumni, el club de nombre inglés que venía a inaugurar el fútbol en nuestro país. Recién en 1934, tres años después de la apertura del profesionalismo, quedaría oficializada la Asociación del Fútbol Argentino, pero la fiebre del bautismo foráneo ya había calado hondo en cuanto a la elección de “títulos o rótulos” con marcado acento británico.


De acuerdo al carácter del presente informe, no acceden a la descripción que figura más abajo aquellos clubes cuyos nombres no posean connotaciones “externas” o su divisa responda a los lugares –localidades o barrios- donde se produjo su fundación, Como ejemplo y siempre con referencia a todos los equipos vigentes o que, alguna vez, hayan participado de certámenes superiores organizados por la Asociación del Fútbol Argentino, cabe nombrar a Cipolletti y Banfield, no obstante la curiosidad de que sus respectivos certificados de nacimiento “rozan” el meollo o argumento de esta nota. Sucede que cada lugar de fundación de dichos clubes se vincula a la invalorable gestión de dos ciudadanos extranjeros, uno y otro de profesión ingeniero: el italiano César Cipolletti y el canadiense Edward Banfield.

De nombres importados y una perla indígena

Atlanta: el bautismo se corresponde con un acto de solidaridad, secuela del
terremoto que en el mismo año de la fundación del club -1904- se produjo en la ciudad estadounidense de ese nombre. River Plate: mientras los simpatizantes “millonarios” creen disfrutar sobre su cuerpo las aguas del río allende al estadio “Monumental”, el nombre del club es una espantosa traducción de Río de la Plata, ya que en realidad significa “plato del río”. Aldosivi: el nacimiento del marplatense responde a iniciativa de los señores Allard, Dollfus y Sillard Wiriot, propietarios de la empresa francesa constructora del Puerto. Las letras iniciales de los apellidos -transcurría 1913- gestaron el nombre de la entidad. Quilmes Athletic Club: la actual denominación oficial sucede a la fundacional de 1887 Quilmes Athletic and Polo Club (fútbol y polo) entidad acunada por la comunidad inglesa, escocesa e irlandesa afincada entonces en el sur bonaerense. Newell’s Old Boys: artífice, el director del colegio anglo-argentino de Rosario Isaac
Newell, quien impulso el fútbol entre los estudiantes. Así nacieron en 1905 “los viejos muchachos de Newell”. Almirante Brown: apellido del marino irlandés considerado primer almirante de nuestro país. Arsenal Fútbol Club: a imagen y semejanza de Arsenal Football Club de Inglaterra, iniciativa en 1886 de empleados de una fábrica británica de armamentos. Chaco For Ever: de la identidad quichua al “para siempre” a la inglesa. Nueva Chicago: bautismo a propósito de la avenida de igual nombre –actualmente denominada De los Corrales- en el barrio porteño de Mataderos. Football Club los Unidos de Nueva Chicago era el título original de la institución. Racing Club y Club Atlético Racing: la entidad de Avellaneda y su homónima de la provincia de Córdoba también con actuación en la división superior de AFA. Nombre de matriz inglesa que, con el agregado de Club, equivale literalmente a “organización de carreras”. Lanús: fundado en 1916 y fusionado al club El Progreso, abandonó el original “Lanús United”. All Boys: en la traducción “todos los muchachos” encontramos el sentido para identificar al club del barrio porteño de
Floresta que llegó a ser dirigido por Silvio Marzolini y Néstor “Pipo” Rossi. Colón: hace 115 años un grupo de estudiantes santafesinos se dio a la tarea de fundar el club eligiendo el apellido del navegante italiano, deslumbrado por la hazaña de descubrir América. Rosario Central: su fundación en 1889 es a instancia de un grupo de jóvenes de origen inglés empleados del ferrocarril. Desde 1903 el nombre actual se encargó de sepultar al británico Central Argentine Railway Athletic Club. Kimberley: el polígrafo Josep M. Albaiges, registra la denominación de la divisa marplatense como nombre de mujer y derivación del topónimo que corresponde a la ciudad sudafricana, famosa por sus diamantes. Deportivo Mandiyú: el club correntino que llegó a dirigir técnicamente Diego Maradona, luce el nombre de una voz indígena que significa “capullo de algodón”. Chacarita, Boca y Argentinos: consecuencia del híbrido Juniors, quedan integrados a la presente nómina de clubes, de algún modo, afines a señales idiomáticas procedentes del exterior.


La guerra de Malvinas también se suma a nuestra crónica futbolística. Es que a la desastrosa empresa de 1982 llevada adelante por los militares que encabezara el general Leopoldo Galtieri, se agrega una suerte de trastienda que felizmente culminó en lo anecdótico. Fue cuando en los días previos al estallido bélico, el mandatario de facto insinuaba a un incrédulo gabinete la orden de eliminar todos los nombres ingleses del país, poniendo el blanco, llamativamente, en la cita de Hurlingham, Boca Juniors y la firma Gath & Chaves que hacía ocho años había cerrado sus puertas. La descabellada cuestión nos lleva a recordar que en 1905 cuando un grupo de personas acordó fundar un club al que llamaron Boca, como la zona tenía fama de peligrosa, a propuesta de Santiago Pedro Sana, que sería el primer presidente del club, se agregó el Juniors con la finalidad –textual- “de evitar recelos externos”.


Concluimos –datos a la vista- que hace 127 años el fútbol desembarcó en estas tierras. Al influjo de su origen da la sensación de que una corriente británica jugó un rol preponderante en la denominación o nombre de muchos clubes que, de acuerdo al número de protagonistas que registra la AFA en la división superior, incluyendo a varios de los llamados “grandes”, marca una proporción significativa de “extranjerización”, lo que no sucede en otras ligas del planeta tierra. Dicha circunstancia supone en favor de nuestro país, crisol de razas, un signo de hospitalidad y empatía al que concurren las más diversas colectividades. La identidad de simpatizantes y dirigentes con cada uno de los clubes, cualquiera sea su nombre, está fuertemente consolidada más allá de sucesos aislados que atañen a grupos minúsculos de inadaptados.


Debemos sentirnos orgullosos de la convivencia entre todo los sectores de la sociedad, que han hecho al nacimiento de entes deportivos que aglutinan tanto a armenios como españoles o italianos. Debemos sentirnos orgullosos del clima intimista de los hispanos con San Lorenzo, los “tanos” con Boca, la colonia judía de Villa Crespo con Atlanta. Debemos sentirnos orgullosos de la Argentina, país generoso, pero no como culto a una frase más o la ironía canchera.

* Locutor y periodista neuquino


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