La importancia de leer

Espacios para acercar los libros a los lectores.

La lectura tiene una importancia fundamental en la formación integral de las personas y los estados deberían bregar incansablemente para que su difusión alcance a las grandes mayorías. Sólo los pueblos ilustrados conocen su pasado, viven con plenitud el presente y están mejor preparados para aguardar las zozobras del futuro. La lectura nos despierta la mente, nos educa, es la práctica más importante para el estudio, nos aporta conocimientos, nos da placer, nos interpela, nos enriquece, pero fundamentalmente nos hace mejores personas. Sólo mediante la lectura podemos entender mejor las cosas que nos pasan. Ya sean libros de textos, de poesía, de ficción, ensayos o diarios y revistas. Dicen que Cervantes “leía hasta los papeles rotos de las calles”. Yo desde mi infancia fui formado por los libros. Mi alma se llenó de aventuras con Emilio Salgari, Julio Verne, Walter Scott, Miguel Cané, Juana de Ibarbourou, Alejandro Dumas y tantos otros autores que vendrían después. Cada uno de ellos me deja un deslumbramiento y al leer sus obras descubro verdaderos universos. Soy en lector compulsivo. Para que los hijos sean lectores en nuestras viviendas debemos tener libros por todos lados y en todos los ambientes, hasta en el baño (no hay mejor lugar para leer que el baño) porque el libro sabe esperar hasta que alguien lo abre y una vez producido ese milagro jamás se perderá la magia que transmite la palabra escrita. Por eso se deben abrir bibliotecas y acercar los libros a los lectores. No sea que suceda como en esa vieja copla popular que tristemente decía que “Madrid, ciudad bravía/ entre antiguas y modernas/ tiene trescientas tabernas/ y una sola librería”. Solo se puede ser un gran escritor si se es un gran lector. Porque la literatura es un edificio que se erige ladrillo a ladrillo y todos son importantes. Y ese oficio tan veleidoso sólo se aprende leyendo. Por eso Jorge Luis Borges supo decir “que otros se jacten de los libros que han escrito, a mí me enorgullecen los que he leído”. Y también escribió que “la gran diferencia entre escritor y lector es que el escritor escribe lo que puede, y el lector lee lo que quiere”. Y como él, cuántos nos hemos imaginado el paraíso en la forma de una biblioteca. La lectura es un hábito que se debe inculcar desde la más tierna infancia. Leyendo por las noches un cuento a nuestros párvulos, en el jardín de infantes y en la escuela primaria destinar un espacio especial para leer en voz alta. En la secundaria es esencial trabajar con textos clásicos porque su lectura es muy importante en esa edad en que el ser humano está en plena formación. Y cuánta falta hace políticos que sean buenos lectores. “Si hubiera más políticos que supieran de poesía, y más poetas que entendieran de política, el mundo sería un lugar un poco mejor para vivir” dijo John Kennedy. Gabriel García Márquez escribió un texto genial donde dice: “debo ser un lector muy ingenuo, porque nunca he pensado que los novelistas quieran decir más de lo que dicen. Cuando Franz Kafka dice que Gregorio Samsa despertó una mañana convertido en un gigantesco insecto, no me parece que eso sea le símbolo de nada y lo único que me ha intrigado siempre es qué clase de animal pudo haber sido. Creo que hubo en realidad un tiempo en que las alfombras volaban y había genios prisioneros dentro de las botellas. Creo que la burra de Balaán habló -como dice la Biblia- y lo único lamentable es que no se hubiera grabado su voz, y creo que Josué derribó las murallas de Jericó, y lo único lamentable es que nadie hubiera transcrito su música de demolición. Creo, en fin, que el licenciado Vidriera -de Cervantes- en realidad era de vidrio, como él lo creía en su locura, y creo de veras en la jubilosa verdad de que Gargantúa se orinaba a torrentes sobre las catedrales de París. Más aún: creo que otros prodigios similares siguen ocurriendo, y que sí no lo vemos es en gran parte porque nos lo impide el racionalismo oscurantista que nos inculcaron los malos profesores de literatura”. Y tiene razón el colombiano: hay que leer para soñar, para colmarnos de fantasías, para descubrir arcanos que no estaban velados. Como dice el pícaro de Estebanillo González un lector con los libros debe ser “mosquito de todos los vinos, mono de todas las tabernas, raposa de todas las cantinas, cuervo de todas las mesas”. Porque a la lectura tenemos que ir como somos y una vez entrado el gusto dejaremos de hacerlo de Pascuas a Ramos. No hay que esperar una maratón ni que sea el día de las bibliotecas para leer: hay que leer siempre. Cuando y donde se pueda. Aunque la lectura le robe tiempo a nuestro descanso nunca saldremos desfavorecidos por el contacto con el libro. A veces hasta una frase feliz nos puede salvar la vida. Yo como muchos tengo libros de cabecera: la Biblia, las “Vidas paralelas” de Plutarco, los clásicos, biografías, mucha poesía, “El Quijote”, Shakespeare, el Ulises, la trilogía de Marechal, “Rayuela” de Cortázar, ensayos, teología, historia, filosofía y más; mucho más. Pero como mucho me falta todavía, eso me da cierta impotencia al saber que ya habrá millones de libros que nunca podré leer. También soy un gran lector de diarios y revistas. Ya sea en soporte papel o la edición virtual. Leyendo me siento feliz. Aprendo. Tengo sed de conocimiento. Me da placer. Con los libros viajo sin moverme del lugar. Descubro perlas. Transito lugares donde nunca estaré. Y hasta viajo en el tiempo hacia el pasado o hacia el futuro. La lectura es mi compañera desde niño y jamás me ha defraudado. Tan es así que en los momentos difíciles de mi vida supo mitigar mis dolores y me ayudó a superar los trances. En este mundo posmoderno, especializado y exigente la lectura es la base de la sociedad del conocimiento; pero cuidado, porque leer despierta conciencias y menos personas pueden ser engañadas. Ya lo decía Sarmiento “el saber es riqueza y un pueblo que vegeta en la ignorancia es pobre y bárbaro” y eso rige también para las personas. Si la lectura fuera patrimonio de todos, sin duda que este mundo sería un lugar mejor para vivir y no se cometerían tantas atrocidades. No en vano el Evangelio de San Juan dice que “en el principio era el Verbo”: la palabra, el logos, y la palabra está en los libros y los libros están para leerlos. A los lectores del mundo, salud. Y a los que no lo son todavía están a tiempo para unirse a la cofradía. (*)Escritor – Valcheta.

Jorge Castañeda (*)


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