La muerte de un niño

Una vez más, miramos atentos y consternados las consecuencias: se nos muere un pibe (NDR: por monóxido de carbono, en una vivienda deficiente). A todos, se nos muere. Hace años fue una familia completa. Y también nos indignamos. Y ese plural tiene una razón, y es la responsabilidad que tenemos a la hora de cambiar las condiciones de acceso a la vivienda en la Argentina.

Cuando la vivienda es un mero negocio manejado por el sector privado sin regulación es que suceden estas cosas: la inhumana expulsión de ciudadanos del mercado formal de alquileres al informal. Todo, por la cantidad de dinero que se exige a una familia para ingresar a una vivienda digna.

Honorarios ilegales, alquileres altísimos, exigencias de garantías y recibos de sueldo, imposibilidad de ingresar con niños y mascotas, hacen imposible de cumplir para un ciudadano promedio. Así, muchas familias son forzadas a alquilar de manera informal, sin contratos, y expuestos a una frágil situación estructural de la vivienda, ya que generalmente sus ingresos les impide mudarse.

Pero no solo eso. Los alquileres informales, al no estar regulados, no tienen las condiciones de habitabilidad necesaria, y la “cultura de la ganancia” sin límites (que ha universalizado el mercado hacia el conjunto de la sociedad) trata de “bajar costos” para los propietarios, entre ellos el mantenimiento de las viviendas que corresponde por ley a los propietarios. Así, todos creen que los inquilinos deben pagar por todo. La vida de los inquilinos e inquilinas no vale una pérdida de gas. Pedimos, al conjunto de la sociedad, que no solo nos indignemos. Simplemente no permitamos la injusticia.

Unión de Inquilinos

Bariloche


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