Del espionaje a la memoria: pasado y presente de la Casona “Bachi Chironi” en Viedma

Lo ocurrido puertas adentro fue emblema de la oscuridad en dictadura, pero gracias a la lucha de los sobrevivientes y familiares, hoy es punto de encuentro para sembrar conciencia y defender la vida. No te pierdas las fotos históricas... 

Pese a ser tan vistosa, parece que nadie quería presentarse como el dueño original, el que la construyó, se la alquiló y vendió después al comando de Ingenieros. Por años estuvo rodeada de yuyos y en ruinas. El archivo de este medio señala que allí trabajarían los servicios de Inteligencia del Destacamento 181, dependiente del V Cuerpo del Ejército, ante el posible conflicto con Chile, a fines de los ‘70.

Sin embargo, los hechos después confirmaron que los blancos del espionaje terminaron siendo otros, residentes en Viedma, Patagones o Bahía Blanca, que incomodaban al régimen por pensar distinto. Varios de esos vecinos jamás volvieron y su familia todavía busca dónde llevarles una flor.

Se trata de la casona que sigue en pie frente al Boulevard Ituzaingó, entre la calle Misiones Salesianas y la costanera del río. La llamaron “la casona del Ejército”, tenebrosa, y hasta hubo polémica cuando trascendió que querían ubicar allí al Museo Tello. Los testigos recuerdan cómo en tiempos de dictadura, por sus puertas entraba y salía gente conocida de Viedma y hasta el jardinero habló de los asados que cocinaban en la parrilla.

Por años la casona permaneció desmantelada y en total abandono. Foto: Archivo Diario Río Negro.

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En la misma rutina, informantes llevaban hasta sus escritorios nombres y datos de personas, marcados por conocidos, amigos de un amigo, quizás algún integrante de la iglesia o agente de seguridad, que los “entregaba” por considerarlos sospechosos, por creer que la diversidad ideológica justificaba el secuestro, camuflado como arresto; y la tortura, encubierta en un interrogatorio. Coordinaban operativos y el destino final de las víctimas junto a la Policía Federal, la Policía de Río Negro, el Servicio de Informaciones Navales, Gendarmería, Prefectura y la Secretaría de Informaciones del Estado (SIDE).

 «Está un poco estropeadito», les dijo un guardiacárcel que accedió a dejar que la familia lo viera en la Enfermería del penal de Bahía Blanca, cuando terminó el horario de visita. El detenido era Eduardo “Bachi” Chironi, trabajador bancario, marcado por ser militante peronista y delegado universitario. En realidad había sufrido golpes, quemaduras de picana, le faltaban las uñas de las manos y hasta mechones de pelo. “No podían creer que fuera un baluarte montonero que no tuviera armas, eran sólo revistas”, contó Cristina Cévoli, su esposa docente y madre de sus cinco hijos

Foto: Archivo Familia Chironi – Cévoli.

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Cuando el obispo Miguel Esteban Hesayne logró su libertad, es cierto, “Bachi” ya no era el mismo. Pero volvió convencido de mantener su lucha por los derechos humanos y de que recuperar ese espacio iba a servir para mantener vivo el reclamo de justicia. Por él y por tantos.

Cristina es la que aporta los datos y se anima una vez más a recordar tanto dolor, para sembrar memoria. Con una sonrisa a pesar de todo, se aferra a la vida y al amor de sus hijos y nietos. “La casona era suficientemente ignorada como para que mucha gente la admirara y le gustara, por ser tan imponente en la Costanera, contó.

Era una de las primeras construcciones tipo mansión de esa zona, un chalet de 1.000 metros cuadrados y techos de tejas, con cuatro habitaciones, cinco baños, una sala de juegos, cocina, living, anteliving, entrada para autos y una pileta de natación. Abandonada a medida que se consolidaba la democracia, el gobierno provincial rionegrino la compró a Nación recién en 2004, por un valor de 163.200 pesos a pagar en 60 años. 

Foto: Archivo Diario Río Negro.

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Tanto insistió “Bachi” como concejal y legislador, que cuando falleció en 2008, sus allegados se acercaron en persona al gobernador Miguel Saiz para pedir que se la bautice con su nombre, a modo de homenaje. Fue la manera de abrir una etapa nueva, un aporte al “Nunca más”. Hoy funciona allí el Archivo de la Memoria, la sede de la Asociación de Familiares y Víctimas del Terrorismo de Estado, la Asociación de Reporteros Gráficos de la República Argentina y la Secretaría de Derechos Humanos provincial. Es la sede de las vigilias cada 24 de marzo y atesora recuerdos de detenidos desaparecidos, donados por sus allegados. 

Lo ocurrido allí dentro en dictadura se llevó a la justicia desde 2011. Gracias a eso lograron condenar a prisión perpetua por delitos de lesa humanidad a Norberto Eduardo Condal, quien fuera el jefe de esta Sección de Inteligencia. “Verdad más fuerte que las armas”, como dice la canción de Eduardo Meana.  

A pesar de tanto dolor, Bachi, Cristina y sus hijos lograron salir adelante. Foto: Archivo Familia Chironi – Cévoli.

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Foto: Archivo Familia Chironi – Cévoli.

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La Casona, la vinculación del aparato de Inteligencia en Viedma, y el centro clandestino bahiense fueron centrales en el juicio. Foto: Archivo Marcelo Ochoa.
Foto: Marcelo Ochoa.

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Foto: Marcelo Ochoa.

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Foto: Marcelo Ochoa.

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