La capilla de Florentina, que honró a María y que unió a Río Negro 

Conesa cuenta con un histórico santuario, levantado hace 90 años por uno de los impulsores del Ingenio Azucarero San Lorenzo. Activo junto a la Ruta 250, hoy celebra honrando a la Virgen Misionera, pero tiene mucho más para contar. ¡No te pierdas las fotos históricas!

El sitio patagónico elegido para este “Rescate” sigue funcionando a pesar de sus casi 100 años y este domingo, además, estará vestido de celebración. Como hace 44 años es el punto cúlmine de la peregrinación en honor a la figura de María, madre de Jesús, en la versión más autóctona para la comunidad católica: la Virgen Misionera de Río Negro.

Si bien el Alto Valle tiene un evento similar hasta Paso Córdoba hace casi 30 años y se multiplicaron las capillas con esta advocación en todo el territorio, la experiencia en Conesa, tiene como sede a un santuario especial, construído para homenajear a María y a otra madre más. Solitaria en lo alto de una lomada, su historia se divide en dos grandes partes: fue inaugurada el 8 de septiembre de 1933 como obsequio para Florentina Vattuone, quien trajo al mundo a Juan Pegassano, uno de los impulsores del ingenio azucarero “San Lorenzo”, del que hablamos en la edición pasada de este suplemento. Y a la vez, es recuerdo de una movilización de fe que unió a los católicos rionegrinos en plena dictadura.

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También conocida como la “Capilla de San Juan”, por la colonia agrícola en la que está emplazada, fue en su momento una de las tantas muestras de lo que movilizó la apertura de la empresa productora de azúcar en base a remolacha, en 1929. Era “un lugar paradisíaco”, lo describieron Felicina Capra y Mario Bricarello, inmigrantes italianos, en una entrevista que publicó Antonio Marcattili en Facebook, en 2019. Ambos recordaron las palabras de Pegassano, que vivió en esa región con su familia.

“Nos dijo: ´Ven allá, en lo más alto, voy a levantar una hermosa capilla, se va a ver desde donde ustedes están, y desde muy lejos inclusive. Y se hará en memoria de mi madre’”,

les anticipó el empresario y así fue.

Lamentablemente, apenas ocho años después de su construcción, el ingenio debió ser vendido y demolido. De todas las construcciones que Pegassano y su socio Benito Raggio impulsaron, sólo quedó el denominado “Casco La Luisa”, donde vivió Raggio, y justamente, esta capilla en cuestión.

Foto: Mary Devincenzi.

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La celebración de este domingo esperaba que lleguen cientos de peregrinos al Santuario. Foto: Pepe Piñeyro para Turismo Conesa.

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A partir de allí, un hueco en la historia, hasta que, según explicaron desde Turismo en Conesa, el edificio “recibió a su ilustrísima huésped”: la Virgen. Recién fue en 1979, “cuando más de 10 mil católicos creyentes la acompañaron en una ceremonia presidida por el nuncio apostólico Pio Laghi y el obispo Miguel E. Hesayne (1922 – 2019)”. Era la culminación de un proceso impulsado por Hesayne, recordado defensor de los derechos humanos, quien se propuso recorrer todas las iglesias rionegrinas, para unir a los fieles en un sentimiento común.

El que trae el recuerdo de esos años es el sacerdote Enrique “Kiko” Lafforgue, que por ese entonces era seminarista y al que habían designado para acompañar al obispo.

“Tuve la gracia y la suerte de haber estado en todo el proceso (…) eran momentos tan difíciles en lo político social, que fue un motivo de encuentro, de respiro»,

dijo en diálogo con Diario RÍO NEGRO.

En esa época, la Diócesis de Viedma abarcaba toda la provincia y según su memoria, Hesayne tuvo la idea de peregrinar con María, después de una recorrida similar anterior, en la Semana Santa de 1978. “Pasando por Aguada Cecilio, me dijo: «‘Qué lindo sería hacer una vuelta así también por todas las parroquias, pero con una imagen de la Virgen’. Ahí comenzamos a pensar con qué advocación lo haríamos”, relató Lafforgue.

«Fue un motivo de encuentro, de respiro», en tiempos de dictadura, recordaron.

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El diseño de la escultura fue inédito, fruto de esas charlas de viaje en las que la imaginaron con rasgos indígenas, en ojotas y sencilla. El párroco de Valcheta, Jesús Alegría, fue quien propuso el nombre de “Misionera”.

Ahora bien, ¿dónde la dejarían estable? “Ya finalizando el viaje”, siguió contando “Kiko”, “íbamos de Choele Choel a Conesa y notamos que en la Catedral de Viedma ya estaba la Virgen de La Merced y María Auxiliadora, entonces, mirando, veo un cerrito y digo: ‘ahí arriba hay una capillita’. Ni sabíamos de quién era, pero charlamos con el párroco en Conesa, el padre Luis Klobertanz, que hizo los primeros contactos con la familia Pegassano y sus herederos la donaron junto a una fracción del terreno”, explicó.

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Como cura y arquitecto que es, Lafforgue aseguró que a pesar de los años de antigüedad, la capilla sólo registraba el deterioro lógico del clima, ya que los materiales se conservaron notablemente. La comunidad de Conesa ayudó a acondicionarla.

Declarado Patrimonio Histórico Provincial por ley 3572, este Santuario se caracteriza por una construcción simple y sólida, con ingreso abovedado, techo de tejas rojas francesas y paredes ornamentadas con coloridos vitrales, mosaicos y mayólicas, también europeos. Cuenta con campanario y un Vía Crucis inaugurado en 2017, fuera del edificio. La peregrinación se realiza todos los años el segundo domingo de Octubre, por ser justamente el “Mes de las Misiones”.

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Una de las actividades en la Capilla, justo con la presencia de Gualberto Solano, padre de Daniel, el joven desaparecido en Choele Choel. Foto: Parroquia Choele Choel.


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