Vuelta al Valle: la fiesta deportiva que cumple 80 años gracias al empuje de su gente

En tantas ediciones, sus organizadores y los medios periodísticos se adaptaron a todo con tal de cumplir el sueño original: conectar ciudades y provincias con los ciclistas y la "caravana multicolor". El próximo miércoles 29 se termina la cuenta regresiva. ¡Mirá las fotos históricas!

“¡Se viene, se viene! ¡Está llegando!”. Las voces en el spot publicitario repiten la frase generando expectativa. Comienzan los días de calor, con el perfume de las plazoletas y escuchar esta frase, acompañada por la emblemática marcha a pura orquesta, hace que se encienda la llama en el corazón de muchos nacidos, criados y adoptados por el Alto Valle. Sería descortés pensar que sólo los regionales entienden lo que es vivir esta semana al año, porque muchos foráneos que la conocieron se enamoraron de ella y no pudieron dejar de esperarla. Hoy todos la identifican como la “Vuelta al Valle”, pero nació allá lejos como “Primer Gran Premio Ciclista Regional del Alto Valle de Río Negro y Neuquén” y en esta edición cumple 80 primaveras emocionando gente a su paso.

Las sirenas en Allen nunca transmiten tanta adrenalina positiva como en este evento, que este año comienza el miércoles 29, para terminar el domingo 3 de diciembre. Ya tiene más de 150 inscriptos, incluidos dos campeones argentinos, organizados en 21 equipos nacionales y extranjeros, que tocarán siete ciudades hasta Chichinales, por un total de 2.5 millones de pesos en premios. Pero el número de la edición es histórico, entonces ocupa un lugar destacado el reconocimiento a corredores, dirigentes y colaboradores de la Comisión Central Organizadora (CCO), que hicieron posible estas ocho décadas de pasión.

Mucha tinta se ha destinado para difundir los momentos estelares de esta competencia, pero ¿por qué no hablar de esos desafíos que implicaba realizar la carrera, sin la tecnología y los servicios actuales? Un impecable cronómetro ruso de “doble acción” fue el puntapié para este rescate, símbolo de la época sin electrónica que obligaba a la CCO a activar la concentración y el ingenio, para definir una clasificación. Atesorado por Aldo Babaglio, integrante del “Gran Premio” durante sus años en Allen, ese instrumento por ejemplo, era el que utilizaba el periodista de Bahía Blanca, Quinto Astolfi, para tomar los tiempos de los ciclistas. De la misma manera, las demás necesidades de la competencia se debían cubrir sin computadora, radiofrecuencia, internet, chips o teléfonos celulares.

Los históricos


Fideos para el almuerzo de los muchachos, era el pedido de Don Arrigo Cecchi a su esposa Amábile Coppini. Este italiano llegado en 1938, trabajaba en la reparación de bicicletas con uno de sus siete hermanos y ya había organizado varias carreras en Allen, cuando cambió la historia a través de una convocatoria por carta, en agosto de 1944. 16 hombres lo siguieron, representando a distintas instituciones, para formar la primera Comisión Directiva, que comenzó con el Gran Premio, dos meses después.

Arrigo y Amábile, en plena juventud. Foto: Gentileza Familia Cecchi.

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Esa pasta que su esposa cocinaba para los ciclistas que volvían de una competencia era ejemplo del nivel de compromiso con el que se habían tomado la iniciativa: abrir las puertas de su propia casa, para quienes bajaban del tren sin equipo y con pocos recursos. El aprecio y respeto que cosecharon los Cecchi fue tal, que muchos años después, ya retirado, siguieron reconociendo a Arrigo como presidente honorario de la CCO. Y el día de su muerte en 1996, la “caravana multicolor” fue a despedirlo al velorio, justo antes de correr la tercera etapa de la 53° edición.

Así como Amábile, otras tantas esposas, secretarias y colaboradoras también hicieron posible la actividad, trabajando a la par en tantos días sin descanso. En las charlas para esta nota, no faltó el recuerdo de las pruebas anteriores a la Vuelta, plena década del ‘30, cuando había hasta categoría para Damas, con exponentes como Luisa Rivero, A. Gayalde y M. Olazábal.

El detrás de escena


A partir de aquel primer grupo, muchos fueron pasando por la dirigencia y los preparativos, sería imposible nombrarlos a todos. Pero mientras tanto la prueba crecía en prestigio y complejidad. De las primeras ediciones con dos etapas se supo llegar a las Bodas de Plata con 17 jornadas, uniendo Plaza de Mayo con Bariloche y Allen, con toda la logística que eso implicaba y ante la incrédula mirada porteña. Cada prueba era acompañada por la banda municipal de música y cerraba con una cena baile para la entrega de premios, en la que se elegía a la Reina del Ciclismo.

RÍO NEGRO pudo dialogar con históricos integrantes de la CCO, que se unieron después de la década del ‘70, como Eleodoro “Monito” Ortiz, Roberto Casas, Juan Carlos Guevara y Stella Maris Imas. Ellos heredaron el conocimiento y la sabiduría de sus antecesores en los controles de carrera, cortes de calles con banderilleros y abastecimiento.

Los herederos de Ingusci, parte de la CCO y la segunda generación de FM Líder. Foto: Matías Subat.

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Uno por uno, más protagonistas de esta nota.

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Juan Carlos Guevara recordó los años de controles en la ruta de la carrera – Foto: Matías Subat.

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Stella Maris Imas es ejemplo de perseverancia entre las mujeres de la CCO.

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De gorra, Pascual Ingusci en una de las competencias que auspiciaba la marca Monark. Foto: Gentileza.

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Después de décadas de trabajo y búsqueda de fondos, algunos retirados y otros vigentes, como Imas y Ortiz, contaron que al empezar se encontraron con gente experimentada que les fue explicando cómo actuar, bajo el sol, contra el viento y hasta con lluvia: calcular el tiempo que se tardaba entre una ciudad y otra, memorizar el recorrido, habilitar el tramo para hidratar y alimentar a los pedalistas, detectar los cruces donde reforzar los cortes de tránsito, coordinar la eterna fila que formaban los pelotones, los auxilios, motos policiales, ambulancias y hasta la prensa, evitar roces, conductas antideportivas y riesgos con los espectadores. Como muestra de los peligros reales que combatían, el histórico ganador de la “Vuelta”, Pedro Segundo Osses, reconoció en una entrevista haber sufrido al menos siete choques con coches particulares a lo largo de su carrera.

Cuando no había programas de computadoras ni “fotofilm” en la llegada, se usaban roles como el “juez de raya”, atento a línea de meta, incluso designando ayudantes que debían concentrarse en identificar quién ocupó cada puesto del podio. Ya con la aparición de los grabadores de cassette, los encargados del control registraban con su voz el sprint final, para después pasarlo en limpio en papel. Sin redes sociales o correo electrónico por donde enviar las clasificaciones a la prensa, al principio se “tipeaban” varias copias en máquinas de escribir, después de calcular los tiempos planilla en mano, con bonificaciones incluidas. Era una tarea que demandaba horas, a cargo de la CCO, antes de que se sumaran los comisarios deportivos pagos.

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El cronómetro ruso que usaba Quinto Astolfi.

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Las bicicletas eran de hierro y sin cambios de velocidad, así que los corredores podían confiar sólo en la potencia de sus piernas: como las rutas eran de ripio tampoco se podían aplicar estrategias de equipo con peones, embaladores y contrarrelojistas. Antes del casco usaban gorras de brin (algodón 100%) y zapatillas lisas que calzaban en la puntera del pedal. Volvían cubiertos de polvo, que se convertía en barro por el sudor, y mucho peor si habían protagonizado caídas.

Ossés y Adrián Gariboldi fueron los únicos en estos 80 años que alzaron la Copa Challenger, por acumular siete victorias cada uno. Desde entonces, la cifra de regionales y visitantes que sueñan con la gloria no ha dejado de crecer.

Testigos de los cambios en el mercado fueron los descendientes de Pascual Ingusci, antiguo bicicletero que integró la CCO y fue amigo de Cecchi. Hoy su hijo José y su nieta Mariana van camino a celebrar 60 años de trayectoria familiar en el rubro y recuerdan con cariño cómo el hogar de Pascual y su esposa María Lubello vivía los meses de preparativos para “la Vuelta”, con el apoyo de Salvador, su hermano. Según evocaron, esa generación vivió un tiempo en el que la industria del ciclismo auspiciaba ediciones completas y premios, con producción nacional que se fue perdiendo ante el avance de lo importado. Pero nada opaca el homenaje y por eso armaron un rincón de fotos históricas para ponerle rostro a las anécdotas.

José y Mariana Ingusci, herederos de un oficio. Foto: Matías Subat.

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La voz en el parlante


En lo referido a la prensa, el semanario “Voz Allense” fue el principal seguidor de la prueba, dirigido por Ignacio Tort Oribe, uno de los fundadores del “Gran Premio”. Gracias a sus registros impresos se lograron muchas de las publicaciones que sirvieron para el archivo de la carrera, siendo la principal la “Crónica comentada 1944 – 2005”, que armó su hijo, Julio Tort, hoy ciudadano ilustre. Enviados desde otras regiones, periodistas como Héctor Suar (Diario Clarín) y Quinto Astolfi (Diario “La Nueva Provincia”), nombrado al comienzo de esta nota, fueron algunos de esos “extranjeros” que se enamoraron de la prueba y apoyaron a la CCO como uno más.

Desde la radio, LU5, por su parte, fue por años la encargada del “relato radiotelefónico”. Referentes como “Tito” Herrera, Dante Morosani y Agustín Orejas le fueron poniendo su voz a los parlantes, hasta que LU19 recién se sumó en la década del ‘60. Ese comentario radial permitía al trabajador, la ama de casa y hasta las escuelas, saber cuándo iban a pasar los ciclistas por el pueblo y así, salir a esperarlos.

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Julio Tort y su crónica comentada sobre la carrera – Foto: Matías Subat.

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El Falcón de FM Líder que sirvió como «Móvil 1» – Fotos: Gentileza Familia Chavarría.

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La familia de la radio en barrio Norte, siempre presente.

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Los Chavarría crecieron viendo a su padre en el relato de la Vuelta y hoy buscan honrarlo. Foto: Matías Subat.

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En esa tradición, Eduardo Chavarría empezó joven a construir un sueño desde Allen que hoy heredaron y continúan sus hijos, Martín y Darío, con la emblemática Radio Lider FM 94.1. Lo que comenzó con el reporte de la hora en La Voz del Comahue, se vinculó con la Vuelta al Valle al incluir los “flashes informativos”, contando las novedades de cada etapa. Para eso, Chavarría llamaba desde el primer teléfono público que encontraba en los pueblos por donde pasaba la carrera.

Con el tiempo, el auto con parlantes y publicidades, preparado para relatar la llegada y entrevistar al ganador, lo fue instalando en el oído de los seguidores, hasta que la apertura de su emisora en el barrio Norte, lo convirtió en una marca registrada del “rueda a rueda, pedal a pedal”. Su propia familia y amigos lo acompañaron desde la técnica y la logística, cuando amanecían preparando coches con antena y equipos para transmitir desde la ruta. Más de 30 años pasaron viviendo ese proceso, que incluyó hasta un avión transmisor y un canal comunitario de televisión, algo que hoy reemplazaron con los vivos en Facebook y el streaming, pensando a futuro.

Con todo esto a cuestas, la 80° edición encontró a la CCO en un año complejo, luchando por estar en regla y buscando dejar atrás antiguas diferencias internas. Pero el cansancio valió la pena: la nueva lista encabezada por el exciclista local Ricardo Valenzuela, ganó las elecciones para la conducción y hoy la cuenta regresiva para una nueva largada es un hecho.

Como muchos de los entrevistados para esta nota, Valenzuela se emocionó al recordar a los que ya no están y que hubiera deseado tener a la vista en la línea de largada. En honor a ellos renovó el entusiasmo y agradeció a todos los que hicieron posible esta realidad, soñando con la necesaria construcción de la sede. “Hay muchas carreras en el país que dejaron de hacerse”, advirtió, por lo que convocó al apoyo de nuevos socios para mantener en alto esta fiesta única.

De camisa blanca, Valenzuela acompañado por parte de su equipo para esta nueva etapa. Foto: Matías Subat.

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Foto: Matías Subat.

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El Trofeo Challenger «Ignacio Tort Oribe» que se entregaba al mejor regional – Foto: Matías Subat.

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Costumbre de otro tiempo, la impresión de tarjetas con nombre y foto de los mejores ciclistas. Gentileza Familia Cecchi.

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