La Peña: El vino en damajuana y las historias mil veces repetidas

El bar del Tío Gordo, así lo llamaban sus habituales comensales, era de esos que vendían el vino por vaso y que generalmente no llegaba de una bodega distinguida. Eran vinos de mesa de otros tiempos, de marcas reconocidas, pero apenas con la calidad necesaria.
De todos modos nadie preguntaba la procedencia del vino ni la marca. La distinción en el mostrador era apenas entre tinto y blanco y los pocos que gustaban del rosado hasta temían decirlo en voz alta. El rosado no tenía buena fama por esas cosas del machismo más acentuado en otros tiempos.
Al Tío Gordo, que no era mi tío ni era gordo, llegaban 15 damajuanas los lunes y con eso el cálculo más o menos alcanzaba hasta el lunes siguiente, con la salvedad de que los domingos solo atendía medio día. Pero si en la semana había una pelea que prometía en televisión, con Monzón, Bonavena o algún otro, se agrandaba el pedido de damajuanas. El box y el vino siempre fueron aliados en el bar . Pero el Tío Gordo tenía en claro y sus clientes también, que al primer incidente el provocador se iba del local. De modo que los imitadores del boxeo se cuidaban bastante, aunque no faltaban los émulos de Monzón que le querían dar pelea hasta a su propia sombra.
En ese bar de modestas mesas, poca luz y rincones elegidos había varias consignas, propias de quien conocía el negocio. No debe faltar el pan, el vino, la soda, la mortadela y el queso de máquina. El Tío Gordo sabía que eso le garantizaba el ingreso diario.
Tenía sus horarios. Algunos sorprendían temprano, a eso de las siete y media de la mañana. Se llevaban puesto un vasito de tinto. Volvían tipo once de la mañana escapados del trabajo y a veces a la una, pero había lapsos en los que el bar no tenía comensales. A la tarde no aparecía nadie hasta las siete más o menos, pero de ahí en más se llenaba de clientes que le hacían honor a los cuentos, las mentiras largas y los olvidos. Del otro lado del mostrador sabían que esas historias ya se habían contado mil veces.


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