La presidenta retiró sus cosas del despacho e hizo caminata

Un vacío fantasmal invadía ayer la sede del gabinete de la presidenta Dilma Rousseff en Brasilia, mientras la presidenta ya comenzó con las tareas de mudanza de su despacho a la residencia, dos señales tempranas de la segura suspensión de su mandato.

Si bien el Senado continuaba anoche con sus deliberaciones y aunque la presidenta aseguró que luchará por su mandato con uñas y dientes, el ambiente en Brasilia era de despedida. Se anticipa el fin de una era.

La impresionante Plaza de los Tres Poderes en Brasilia, que reúne tres edificios diseñados por Oscar Niemeyer -el Palacio de Planalto (sede del Ejecutivo), el Congreso y la Corte Suprema-, estaba completamente vacía, rodeada por una valla policial que impide el acceso. Las avenidas estaban silenciosas, el estacionamiento estaba casi vacío y apenas un grupo de funcionarios de gobierno entraba y salía.

“El ambiente es muy triste aquí”, comentó una mujer que trabaja en el gabinete de Rousseff, al comenzar su último día de trabajo en el gobierno. “Muchos de nosotros estamos buscando un nuevo empleo. No queremos trabajar para el vicepresidente”, dijo en referencia a Michel Temer.

Rousseff ya ha retirado objetos personales de su despacho y las envió al Palacio de Alvorada, la residencia presidencial oficial, dijo un vocero de la presidencia .

Y debate si retirarse de Planalto de manera discreta posible o con la actitud guerrera que la ha caracterizado, rodeada de simpatizantes.

Dilma renunció ayer a su habitual paseo en bicicleta por Brasilia y salió a caminar por los jardines de su residencia, en la únic actividad visible de la jornada.


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