La radiografía del empleo joven

La Generación Z argentina, nacida entre 1997 y 2004, no la tiene fácil: tienen los salarios más bajos de la región, de acuerdo a una encuesta realizada en estos días por una consultora laboral. Valoran del home office la flexibilidad y el ahorro en transporte.

Hay toda una generación que no conoce el mundo laboral tal cual era antes de la pandemia. Estamos hablando de los y las jóvenes de la “Generación Z”, que durante su etapa final en la universidad debieron acoplarse a un modelo de virtualidad, en el que los finales eran por Zoom e incluso los actos de colación se vivían a través de una pantalla.


Desde la consultora Adecco Argentina se realizó un relevamiento de la situación de estos jóvenes nacidos entre 1997 y 2004, que recién estaban iniciando su camino laboral en el comienzo de la pandemia. Y los resultados, hay que decirlo, fueron muy desalentadores.

En principio, tenemos que mencionar que la tasa de desempleo de esta Generación es del 26%, duplicando el porcentaje de desempleo de la población total hacia el primer trimestre de este año.

Al respecto, la Directora de Servicios de Adecco, Carla Cantisani, aseguró que “los jóvenes quedan atrapados en un círculo a la hora de comenzar su carrera laboral: les piden experiencia pero nadie les da ese primer empleo, por lo cual será difícil que puedan adquirirla. Además hay un círculo muy importante de empleos informales”.

Hay un dato que hace las veces de diagnóstico de la situación: los jóvenes profesionales de Argentina cuentan con el salario más bajo de toda la región. Por ejemplo, si se toma como referencia al dólar, los jóvenes de nuestro país ganan apenas un tercio de lo que podrían ganar en Chile, la mitad de lo que ganarían en Perú y hasta un 35% menos de lo que podrían obtener en Brasil o México. ¿En qué se traduce esta información? En que un 96% de la Generación Z gana, en promedio, menos de 50 mil pesos mensuales.

Muchos de los jóvenes de esta generación ingresaron al ámbito laboral en un contexto distinto al que se vivía prepandemia.


Lógicamente, este contexto negativo lleva a que los jóvenes piensen otras alternativas. De hecho, un 81% de los encuestados aseguró que disfrutaría un cambio de trabajo, mientras que un 19% seguiría trabajando en el mismo lugar. Por su parte, un 74,6% cree que podría tener más desarrollo en caso de trabajar para un empleador extranjero, contra el 25,4% que pondera a los locales. Respecto a este mismo tema, un 87,6% considera que el teletrabajo les ofrece las mejores herramientas para trabajar hacia el exterior.

Si de trabajo remoto se trata, un 76,5% cree que ofrece mayores oportunidades para esta generación. Pero, al mismo tiempo, un 43,8% siente que trabaja más horas desde que se instaló esta modalidad. Del porcentaje restante, un 40% aseguró mantener el mismo horario y un 15,4% reconoció dedicarle menos horas a su trabajo. Y no solo esto: sobre gustos, un 42% afirma que prefiere el trabajo remoto, un 39% el presencial, y un 19% se desentendió porque nunca trabajó home office.

Pero, ¿cuáles son los pro y los contra de esta modalidad de trabajo? En principio, los jóvenes valoran la flexibilidad por sobre todas las demás ventajas, según afirmó un 42,3%. Además un 25,5% ponderó el ahorro en el transporte, un 18,3% la posibilidad de compartir más tiempo con sus convivientes, un 9,6% el tener más tiempo libre, y un 4,2% otros motivos.

También hay desventajas, claro. Casi un 30% señaló que no cuentan con el espacio adecuado para el trabajo, mientras que un 29% aseguró no sentir pertenencia con su empresa laboral, un 17,8% extraña a sus compañeros y un 15% asegura que trabaja “de más”.

Las condiciones de trabajo son complicadas, con salarios por debajo del resto de Latinoamérica.


Las cuestiones de infraestructura no son un tema menor. Y si bien dos tercios de los encuestados tienen todo lo necesario para trabajar, hay un 33,3% que tiene faltante de herramientas para afrontar sus tareas.

Las reuniones también fueron un tema de la encuesta. A un 33% no les movió la aguja, pero un 29% aseguró sentirse cómodo con las conversaciones virtuales. En contrapartida, un 18,5% se mostró “cansado” al respecto, mientras que un 5% está “agotado” y otro 5% directamente aseguró “odiar” este momento laboral.

¿Cuál es el veredicto entonces respecto a la presencialidad? Según un 39,1%, lo mejor es un modelo híbrido. Los sigue un 36,8% que quiere seguir trabajando desde casa, y un 24,1% que asegura querer volver a la presencialidad.

Volviendo a los jóvenes, un 23,5% de los encuestados pertenece al sector administrativo de oficinas. ¿Cómo se reparte el resto? En comercial, ventas y marketing (20,3%), industria (14,1%), sistemas (4%), hotelería, catering y gastronomía (3%), y otros (32,3%).


Respecto al conocimiento de estrategias gubernamentales para el desarrollo del empleo joven, un 52% desconoce su existencia. Del resto, un 40% directamente dijo que no existen, mientras que un 7,6% aseguró conocer dichos programas.

Así, los jóvenes afrontan un presente inseguro. Los ámbitos laborales son extraños, al menos en comparación a como solían ser prepandemia. A ello se suma que hay pocos puestos, muchos requisitos y que aún si llegara a cumplirse con todas estas condiciones, el contexto no mejora: los sueldos son muy bajos. Quizás esta radiografía ayude a entender cómo encaran este presente los jóvenes, y a partir de allí, a mejorar las condiciones.


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