La solidaridad tras la tragedia de la Cooperativa
Familia de tres víctimas crea hogar para niños judicializados.Era un sueño de Fedra, la joven que murió en el 2012
NEUQUÉN
La pieza donde dormía Fedra es hoy un cuarto para niñas con cuchetas, muebles blancos y colores vistosos decorando las paredes. Solamente el marco de una ventana quedó como estaba, pintado de violeta. “Porque lo pintó ella y renegó mucho con eso porque era difícil de pintar”, acota Myrna Mellado, la mamá de la adolescente que falleció el 25 de octubre de 2012 en el derrumbe del supermercado la Cooperativa Obrera.
La familia Yáñez decidió transformar su casa en un hogar para niños judicializados. Claudio y Myrna son los padres de Fedra (18) y los tíos de Juan (3) y Tiago (5) tres de las siete víctimas fatales del desplome que ocurrió hace dos años en Ortega y Gasset y Godoy.
“Esto fue un proyecto de familia, desde cuando daban ‘Chiquititas’ Fedra estaba ilusionada con tener un ‘Rinconcito de luz’. En algún momento íbamos a armar un hogar de niños y después de lo sucedido se adelantaron los tiempos y decidimos continuar con algo que ella quería hacer”, explica Claudio en el quincho de lo que fue su casa y ahora es una sala de juego para los más chicos.
“Es el lugar donde vivió Fedra, es una casa grande, muy amplia para nosotros dos. Nos perdíamos acá adentro así que nos mudamos a un departamento y transformamos la casa en la fundación”, aclara Myrna.
La fundación “Fedra, Juan y Tiago” es la que da forma al hogar que recibe niños y niñas de 0 a 12 años, que son derivados a través del Ministerio de Desarrollo Social, luego de que la Justicia resolvió desvincularlos por diferentes motivos del seno familiar. Está ubicado en la zona oeste, a pocas cuadras de donde funcionaba el supermercado, y es uno de los pocos de gestión privada que hay en la ciudad. Cuenta con un equipo interdisciplinario integrado por una psicóloga, una asistente social, una docente y religiosas de la orden franciscanas isabelinas.
Esta semana recibieron a los primeros huéspedes: un chico de 10 y una nena de 12, y esperaban a cuatro más. “Nos renovamos, pudimos renacer con esto. A veces es como que les robamos nosotros energía a los chicos. Fue la manera que encontramos para canalizar el dolor”, confía Claudio. A Myrna el relato a veces se le corta, porque como dice Claudio “el dolor no se supera con nada”. “Llega la noche, cuando terminás con todas las tareas y nos encontramos los dos solos y es terrible, pero anoche (por el miércoles) nos acostamos y nos relajamos un poco”, cuenta la mamá de Fedra y Maxi, su hijo mayor.
En el hogar también participan la mamá de Claudio, su hermana Mariela (madre de Juan y Tiago) y familiares de Myrna.
Comentarios