“Las consecuencias de apurar un parto se ven en el bebé”

“Dificultad respiratoria, premadurez en la piel, los pulmones y hepática, internación innecesaria que distancia al bebé de su mamá en las primeras horas de vida, pueden ser algunas de las consecuencias de no darle al bebé los tiempos que necesita para estar listo”, enfatizó la jefa de Neonatología, Alicia Pedrón.

“Está muy aceptado socialmente que se puede programar el parto. Aunque esté todo bien, hay que dejar que el bebé toque el botón cuando esté listo porque no es lo mismo nacer a las 37 semanas que a las 40”, añadió haciendo referencia a las presiones familiares que suelen aparecer cuando el trabajo de parto se extiende.

Recordó que el trabajo de parto es variable, y puede durar promedio 15 horas. “Hacer el trabajo de parto prepara tanto física como emocionalmente al mamá y al bebé”, remarcó.

Desde Gestar, Victoria Rivero coincidió en que “el parto lo desencadena el bebé” y que “si es una mamá sana, un bebé sano, una gestación que pasó por los controles habituales y todo está bien, no hay necesidad de apurar. Cuando comienzan las intervenciones, una lleva a la otra y ahí empiezan las complicaciones. Por eso es importante respetar el momento en que el bebé decida nacer”.

Cuándo inducir

“En el consultorio se realiza el último control a las 40 semanas, luego monitoreos. Recién si se cumplen la 41 se deriva porque en esos casos sí tiene criterio de inducción. Lo que no se produjo por medios naturales se hace con oxitocina sintética, que es lo que se conoce como goteo”, amplió la obstetra Noelia Bichara.

Excepto en casos de diagnóstico de diabetes o hipertensión, que derivan en embarazos de riesgo y que pueden derivar en cesáreas, la política del equipo de profesionales es “acompañar, no invadir”.

Para saber más