Las hermanas de Allen que defendieron sus tierras y enfrentaron a los ocupantes

Durante tres días, 150 familias tomaron siete hectáreas de su propiedad. Beatriz y Mariela, que ya sufrieron una usurpación hace cuatro años, esta vez sacaron postes y alambres a los gritos. Su valentía conmovió a toda la región y se logró un desalojo pacífico.

Beatriz Tarifa y su hermana Mariela no dejan de emocionarse cuando recorren su chacra en Allen que recuperaron con mucha valentía tras una toma de tierras que duró tres días. Cuando se enteraron de que los usurpadores llegaron el sábado 4 ellas no dudaron y fueron a enfrentarlos cara a cara.

Mariela, con sus manos, tiró varios de los postes y carteles de madera que ya tenían escritos apellidos, mientras su hermana Beatriz les gritaba para que se fueran.

“Nos decían ‘no te molestes en sacar los postes, ya perdiste’’’,

recordó Beatriz.

Los medios registraron esos momentos dramáticos cuando desafiaron a las más de 150 familias que estaban ocupando sus tierras en el acceso del barrio Costa Oeste.

Esta determinación se viralizó en las redes y conmovió a la región. Incluso desde la Federación de Productores de Fruta de Río Negro y Neuquén convocaron a un desalojo con tractores si la justicia no daba una pronta respuesta.

Luego de una dura negociación en la que tuvieron que mostrar los títulos de su propiedad, los ocupantes se fueron el martes tras firmar un acta para acceder a lotes sociales.

“Cuando se fueron sentí que tocaba el cielo con las manos, nos abrazamos y lloramos, estuvimos allí hasta que no quedó nadie”, expresó con lágrimas Mariela.


Una chacra con historia


Beatriz, junto con su madre Leonor, contaron cómo llegó la familia Tarifa a Allen.

Su abuelo José ingresó al país a los 16 años desde Granada, España, con su hermano Francisco, escapando de la Primera Guerra Mundial que sacudía a Europa.

Los Tarifa se casaron con otras dos hermanas españolas.

El abuelo de Beatriz y Mariela primero trabajó en el Dique Ballester de cocinero y, luego, con su hermano compraron 50 hectáreas en Allen en el extremo sur de la Ruta 22, en las cuales se dedicaron a la fruticultura. Allí construyeron una casa grande en la que vivían todos.

Luego de que murió Francisco Tarifa, a las tierras las dividieron: 25 hectáreas para cada familia.

El abuelo de Beatriz tuvo seis hijos, entre ellos su papá, que también se llamó José y continúo produciendo la tierra. Con los años compró la parte de sus otros hermanos.

Su padre si bien amaba la fruticultura, no quiso que sus hijas se dedicaran a la actividad por la crisis que hace décadas afronta el rubro.

Vivian, Beatriz, Mariela y María Inés heredaron en 2009 estas hectáreas. Aunque las hermanas se dedicaron a otras profesiones nunca perdieron el amor por esta tierra. Pero hace cuatro años empezaron las tomas y en la primera perdieron 7 hectáreas donde hay construidas viviendas.

Después, con un plan del Funbapa, se sacaron todos los frutales y plantaron alfalfa en unas hectáreas. También un cuadro de peras nuevo de variedad Packham. “Lo quemaron durante la toma”, contó Beatriz.

Están esperanzadas de que se vuelva a producir en un futuro. Foto Juan Thomes.

Negociación y lágrimas


El sábado comenzó la usurpación.

Beatriz y Mariela encabezaron la lucha por su tierra, pero no estuvieron solas. Además de familiares y amigos, el presidente de la Federación de Productores de Río Negro y Neuquén, Sebastián Hernández y desde la Cámara de Productores Agrícolas de Fernández Oro acompañaron a las damnificadas.

El martes llegó el jefe de la Policía Osvaldo Tellería y el ministro de Desarrollo Humano Juan José Deco. Ese día fue marcado por negociaciones entre los usurpadores y los funcionarios.

“Cuando vi el acompañamiento de vecinos y productores no paré de llorar. Fuimos a sacar copias de los títulos de propiedad que teníamos que mostrar a los ocupantes y la chica de la fotocopiadora no me las quiso cobrar”,

recordó Mariela.

Cerca de las 15 comenzaron a salir en grupos los usurpadores.

Beatriz contó que no quieren que se instale ninguna torre de petróleo por el impacto ambiental. Las hermanas están esperanzadas de que sus hijas puedan producir la chacra.

“Amamos esta tierra, mi papá nos transmitió eso. Estamos convencidas de que el valle es producción”, aseguró Beatriz.


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