Latinoamérica: disputa e imperio

Darío Tropeano *


El golpe en Bolivia fue planificado antes de las elecciones, promovido por EE. UU. y apoyado en fuerzas internas racistas y convencidas de que es preferible ser dependiente y subdesarrollado.


El título de la presente tiene vinculación con el imprescindible documental “Latinoamérica territorio en disputa“ que trata a través de una serie de entrevistas a líderes populares del continente el conflicto de intereses que existe en él. Alude además al imperio y al repudiable golpe de Estado ocurrido en Bolivia hace escasos días. Cuando desde estas páginas escribimos “por la legalidad en Honduras “ (30/6/09) ante el golpe de Estado perpetrado en aquel país, se evidenciaba en el mismo un proceso de cambio con similitudes al Boliviano; el desenlace tuvo por cierto motivaciones y actores también similares.

Bolivia ha mostrado cambios extraordinarios en los últimos años: la más eficiente macroeconomía del continente, la nacionalización de los hidrocarburos que significó aumentar del 18% al 82% los ingresos nacionales casi US$ 80.000 millones adicionales. Ninguna empresa extranjera se fue del país por ello, por el contrario, los proyectos de inversión extranjera aumentaron, dejando a casi 2 millones de personas fuera de la pobreza y aumentando la clase media del 35 al 62% (mensaje del presidente Evo Morales a la Asamblea Plurinacional 22/1/19).

Como en el golpe de Honduras, no solo la soberanía y la inclusión social han desatado la furia imperial en Bolivia, sino la importancia de sus recursos naturales, principalmente el litio.

Soberanía de los recursos naturales, independencia internacional y el reconocimiento constitucional de un Estado plurinacional (inclusión de indígenas en los principales estamentos del Estado) fueron la marca distintiva de un gobierno que amplio derechos de un país sufrido y saqueado a lo largo de la historia.

Esos avances significaron su actual y seguramente breve retroceso hacia formas de dominación política bien conocidas en nuestro continente. Golpes de Estado promovidos, financiados y desarrollados desde los EE. UU., que quienes los sufrimos en forma personal -me refiero al golpe de Estado de 1976- conocemos en su mecánica y consecuencias.

Se ha hecho público el informe del sitio web de aquel país (cerrado horas después) “behind back doors”, que data del 8 de octubre, detallando cómo se estaba preparando el golpe en Bolivia. Debía producirse después de las elecciones generales, que se preveía iban resultar favorables a Evo Morales. Con detalles el informe señala nombres de exmilitares radicados en el país del norte, empresarios locales, ONG, iglesias evangélicas, militares y jefes policiales en actividad, medios de comunicación, preparando meses antes la desestabilización política y social. Resulta escalofriante cotejarlo con el programa semanal de desestabilización social del país, en tanto se adecua casi a la perfección con los sucesos ocurridos: denuncia de fraude electoral, intervención de la OEA avalándola, comités cívicos de desestabilización, creación de miles de cuentas de Twitter y Facebook para incitar la insurrección y por último la instauración de un gobierno paralelo apoyado por el ejército que supervisara un gobierno cívico-militar para convocar elecciones en el término de 90 día, sin la participación de Evo Morales y su partido, el MAS (parece ficción de acuerdo a lo que sucede hoy, pero fue la realidad planeada y sucedida).

Hay una situación delicada que deberá investigarse en nuestro país: el informe indica que los funcionarios del Departamento de Estado de los EE. UU. Rolf Olson y Mariane Scott se reunieron previamente con diplomáticos de alto nivel de Argentina, Brasil y Paraguay a fin de informar y planificar estas acciones de desestabilización.

Ello concuerda con informes que detalla un portal de noticias semanal de nuestro país, que en las últimas horas está siendo tomado por distintos medios de comunicación (no así por los grandes multimedios). Concuerda además con la posición adoptada por el Gobierno argentino y sus legisladores en el Congreso, no reconociendo como golpe militar lo sucedido en Bolivia. Como en aquel golpe de Honduras, no solo la soberanía y la inclusión social han desatado la furia imperial en Bolivia, sino la importancia de sus recursos naturales, principalmente el litio, base para la elaboración de las baterías que modificarán la industria automotriz y de tecnología en comunicaciones en los años próximos.

El país acaba de crear una empresa mixta con China (de mayoría estatal Boliviana) para elaborar baterías y componentes con litio, incorporando valor agregado al producto primario, creando además el primer automóvil eléctrico a nivel industrial, conjuntamente con una empresa privada nacional. Parece que el desarrollo independiente de Bolivia resulta intolerable para los EE. UU., que opta nuevamente por los golpes militares apoyado en fuerzas internas racistas y convencidas de que es preferible ser dependiente y subdesarrollado. Pendiente queda además el ferrocarril transoceánico financiado por China para unir la costa atlántica de Brasil, pasando por Bolivia y con salida al Pacífico peruano.

Por cierto, y en torno al informe preliminar de la OEA que observó anormalidades en el proceso electoral por el cual Evo Morales superó por más de 10 puntos a su seguidor, no solo no ha existido informe final detallando las mismas sino que hace pocas horas el Center for Economic and Policy Research en Washington -luego de un análisis técnico exhaustivo de las elecciones- afirmó que el monitoreo electoral de la OEA ha sido politizado con afirmaciones sin fundamento que pusieron en duda el recuento electoral. Esas afirmaciones deben retirarse -concluye- y tomarse medidas para asegurarse la neutralidad electoral de la OEA. Vemos nuevamente una desestabilización construida artificialmente (llamadas “guerras sintéticas “ en geopolítica internacional) para saquear -otra vez- un país independiente y soberano.

*Abogado, docente de la Facultad de Economía de la UNC


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