Más allá de las pantallas: leer es una fiesta cada vez más concurrida

Para escapar de la conexión permanente y de los celulares, cuatro amigos idearon las Fiestas de lectura. Empezaron tímidamente. Hoy son un éxito en todo el mundo.

Leer suele ser una actividad solitaria. Pero en estos tiempos de hiperconexión desconectada, la lectura -aún la lectura silenciosa-, se está volviendo una actividad social. O, por lo menos, en una de las maneras de dejar de lado por un rato la pantalla para estar con otros. Eso es lo que ocurre con las Fiestas de lectura que se organizan en todo el mundo y reúnen a personas de todas las edades que se sientan, cerca unas de otras, a hacer algo que, a esta altura del siglo digital, parece revolucionario: leer libros de papel.
Las primeras fiestas de lectura surgieron en 2023, organizadas tímidamente por Ben Bradbury y Tom Worcester, en Nueva York.


La idea surgió cuando el británico Ben Bradbury, recién mudado a Nueva York, se sintió un poco aislado. Con su compañero de piso, Tom Worcester, empezaron a pensar en crear algo que les permitiera leer, cosa que a los dos les gusta mucho, y que al mismo tiempo los conecte con otras personas, cosa que a los dos les estaba costando. En su proyecto, la idea de estar juntos y crear una comunidad era -es- tan importante como la lectura misma.


Convencidos de que “carecemos de tiempo libre para nosotros mismos, pero a la vez nos dirigimos cada vez más a una sociedad individualista y, lo que es peor, solitaria” , le dieron forma a unas reuniones que llamaron Reading parties o Fiestas de lectura.


La primera fue en 2023, en una terraza de un edificio del barrio de Brooklyn. Fueron sólo 10 personas. Pero la semilla estaba sembrada. A los pocos meses, se asociaron a otros dos entusiastas, Charlotte Jackson y John Lifrieri, y en noviembre de ese mismo año, después de dos encuentros más, un video en TikTok que contaba la experiencia, se viralizó. Fue la mano digital que les faltaba para apostar a los encuentros analógicos. Ahora, llevan organizados más de 200 eventos, reunieron hasta 2000 lectores y su idea se ha replicado en Buenos Aires, Corea, y muchas ciudades europeas.


¿Cómo son? Los participantes de las fiestas apagan sus celulares, abren sus libros y se sientan a leer unos 30 minutos en completo silencio. Luego, hay un descanso para que los que quieran hablen con quienes tienen más cerca. Después, hay 30 minutos más lectura y para terminar, una puesta en común acerca de un tema en concreto, donde los presentes pueden intercambiar opiniones levantando la mano.
Los encuentros se realizan en parques, en cafés, en librerías, en bibliotecas.


Aunque algunos tacharon la idea de “snob”, parece más bien un signo de época basado en por lo menos tres necesidades insatisfechas: escaparle a la soledad enfrascada que proponen los celulares, lograr por un rato que la capacidad de atención no se disperse, y estar con otros. Tres aspectos que parecen los pilares del malestar cotidiano, para muchas personas, de cualquier edad.


Es cierto, no hay nada realmente novedoso en lo que idearon. La autora del precioso libro “El infinito en un junco”, la española Irene Vallejo reflexionaba hace algunas semanas sobre una variante de estos encuentros, los clubes de lectura: “En nuestros tiempos acelerados, todavía sobreviven rituales lentos. Pienso en esa gente original que acaba sus tareas y se dedica a leer, prescindiendo del vértigo tentador de las redes sociales, la hipnosis de las pantallas, los anestesiantes píxeles de colores. Algunas de esas personas asombrosas encuentran a otros adictos a la imaginación y organizan juntos un club de lectura. Como ellos, en siglos de ritmo más pausado, al acabar el día, las familias buscaban la lumbre de las hogueras y de las historias. Tenemos noticia de un club de lectura ya en el siglo XV”, cuenta.


No es la novedad lo más impactante de estas fiestas de lectura. Lo curioso del gesto es proponerse leer en silencio por al menos 30 minutos, junto a otros, para dar crédito de qué sí, es posible crear oasis en un mundo tan atento al parpadeo continuo de las redes sociales.