Lecturas: “Como el viento entre los almendros”

En esta oportunidad, Cecilia Boggio nos trae una interesante novela (la primera, de hecho) de Michelle Cohen Carosanti, una prometedora escritora y licenciada en Derecho de Estados Unidos. ¿Lo vas a leer?

Hoy quiero comentar una novela con la que terminé el duro 2020, y esta obra no se quedó atrás. Lo es por los hechos que se narran, pero también está invadida de una ternura y un profundo compromiso que le dan otro aire a las dificilísimas situaciones vividas por los personajes.


Se trata de “Como el viento entre los almendros” ( B. de Bolsillo 2012), la novela que fue escrita por Michelle Cohen Carosanti, estadounidense de origen judío y licenciada por la Universidad Hebrea de Jerusalén, también Magister por la Universidad de Harvard sobre Estudios de Oriente Próximo y por último (y no menos importante), también licenciada en Derecho.

“Como el viento entre los almendros” es su primera novela, y pienso que quizá sea la única, porque lo siente como una necesidad surgida después de haber conocido los hechos vividos por los palestinos a partir de la creación del estado de Israel y que se agravaron desde 1955. Maduró la idea hasta a escribirla unos veinte años después.

Antes que nada, aclaro que se trata de una historia de vida narrada según un modelo lineal. Aquí se trata de seguir cronológicamente las cuatro partes del texto: 1955, 1966, 1974 y 2009. Como lectores se lo agradecemos, porque nos hubiera pesado la demora en saber cómo se resuelven los hechos.

Ichmad es el hijo mayor de una familia que vive en la zona rural de Palestina en las afueras de una aldea donde han sido llevados todos los agricultores a los que han confiscado las tierras en las que sus antepasados cultivaban naranjos y ahora son adjudicadas a los nuevos asentamientos israelíes.


Al cumplir los doce años, el padre de Ichmad es arrestado por el ejército y es llevado a una lejana cárcel en el desierto. El niño, como hijo mayor, debe hacerse cargo de la familia y trabajar denodadamente para que puedan sobrevivir.

Tiene una inteligencia matemática excepcional y tanto el maestro de la aldea, como su padre desde la prisión, lo instan a seguir estudiando, cosa que hace con muchísimo sacrificio.

No sigo con el argumento, solo decirles que es una lucha muy larga que dará sus frutos a pesar de la violencia, las confrontaciones ideológicas y religiosas. Ichmad supera obstáculos internos y externos, como dice Diego Silveira Rega, vence preconceptos en un camino cargado de sacrificios personales y familiares. Lo hace guiado por su concepto cultural de familia donde se deja de lado el individualismo.

Por otro lado nosotros conoceremos las costumbres palestinas, el espacio dado a la amistad y a los festejos, el machismo ancestral lentamente superado. Además del rigor del clima, también saborearemos el sabor de las comidas, el cuidado de las plantas, las formas de vestirse, la música, el baile, el arte y la reflexión. Hay momentos de suma alegría a pesar de cualquier circunstancia. Todo esto es parte inseparable de lo cotidiano de un mundo al que muy pocas veces habíamos llegado desde la ficción.

Recomiendo esta lectura porque, como dice el crítico ya citado “nos acerca al lado humano de un conflicto que solo conocemos a través de su faceta política y diplomática, y también porque en el fondo nos invita a romper tabúes y hace aflorar nuestros sentimientos más profundos.


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