Liliana Herrero nos lleva a profundos senderos sonoros

“Imposible” es el más reciente disco editado por la cantante entrerriana. En diálogo con “Río Negro”, cuenta cómo se hizo su flamante trabajo y las historias detrás de sus canciones.

El 9 de junio en el Teatro Ópera Allianz de Buenos Aires, fue la presentación oficial de “Imposible”, el flamante disco de Liliana Herrero, con diez temas y “Tres tangos errantes”. El disco recorre obras del dúo Raúl Federico Seeber (Juárez) – Juan Bautista Goñi (Quiroga), Chacho Müller, Don Atahualpa Yupanqui, Buenaventura Luna, Manuel José Castilla, Eduardo Falú, Gustavo “Cuchi” Leguizamón, Armando Tejada Gómez, Juan Laurentino Ortiz leído por Walter Heinze, y Juan Carlos Franco Páez (ver aparte), creador de la vidala que titula este trabajo.

Junto al cuarteto conformado por Pedro Rossi en guitarra y arreglos, el contrabajista y arreglador Ariel Naón, Martín Pantyrer en clarinete bajo –clarón, le dicen– y la percusión de Mario Gusso, la voz de Liliana sumerge en las profundidades de la memoria, propia y de quien se asome a escucharla, con un uso siempre preciso de la palabra, muy delicado en los matices, con voz tranquila, reflexiva.

“Es un disco de cámara”, le dice a “Río Negro” la cantante entrerriana en su casa de Boedo, “que tiene un sonido orgánico, digamos. No hay más que esos cuatro instrumentos”, revela.

P- Tu voz vuela sobre ellos.

R- Es cierto… Las tonalidades que elegimos, influyeron porque están un poquito debajo de mi tesitura habitual. Canté cómoda, pero ahora en el vivo, por ejemplo en la “Chaya de la albahaca”, que es solo percusión y canto, subí un poco la tonalidad. En el compacto está más grave que de costumbre porque yo quería susurrar, acercarme mucho al micrófono. Lo registramos en vivo en ION, una sala histórica que Teresa Parodi reconoció como tal, cuando fue Ministra de Cultura de la Nación. Un estudio que tiene sesenta años que ha mantenido esa sala grande en la que grabaron grandes orquestas clásicas y típicas de tango. La elegí porque estaba claro que el disco tenía que ser efectivamente en vivo. Se ubicó Ariel con el contrabajo (señala Liliana a su izquierda), Mario con la percusión, frente a él Martín con el clarón, y en el otro costado, enfrentado a Ariel, Pedro. Y yo, al lado de ellos en una salita separada por un vidrio que me aislaba un poco para que los instrumentos no se metieran por mi micrófono. Ahí se hizo algo muy directo.

Nos tomamos todo el tiempo para que el técnico (Ariel Lavigna) pudiera sacar el mejor sonido de cada instrumento, incluso de la voz. Me parece que si es necesario ocupar un día entero para esa puesta a punto, hay que hacerlo.

P- ¿Alguien más aporta en el disco?

R- Incorporé dos personas más, fundamentales, Santiago Giordano, periodista, escritor, músico además, que nos acompañó desde el principio –me llevó un año hacer “Imposible”, más o menos– y buscó información, investigó. Le dije que quería hacer un disco memorioso, austero, y recostada exclusivamente en autores del folclore. Y Santiago ayudó mucho. El equipo lo incluye, también a Ariel Lavigna, y a Lilián Saba…

Quería hacer “Lavanderas del Río Chico”, una zamba magnífica del Cuchi. De algún modo, en trabajos anteriores, lo había abandonado por muchos motivos. Tal vez, el fundamental, sea que después de grabar “Leguizamón-Castilla” con Juan Falú (2000), me era muy difícil capturarlo nuevamente.

El Cuchi es muy complejo, muy interesante y hacía dos discos atrás que venía sin abordar sus temas. Incluso, el anterior a éste…

P- …“Maldigo”, de 2013.

R- Se lo dediqué a él como una forma de convocarlo (ríe Herrero), porque se me estaba yendo, se me estaba escapando. “Lavanderas del Río Chico” es una pintura, se ve desde lejos a las mujeres lavando ropa en el río, llegando con los hatos de ropa en la cabeza, los chicos, el griterío, los perros, el bullicio de la ciudad, los hombres que al atardecer vienen a buscarlas, las ayudan con la carga y la tarde lenta se va / por los senderos jujeños / rumbo hacia la oscuridad, dice… Me pareció un cuadro de Pieter Brueghel (el más importante pintor holandés del siglo XVI). De esas pinturas en las que hay un trazado de comunidad, digamos.

Conversando con Miguel Rep en radio Nacional, antes del Ópera, que sabe mucho más que yo de pintores, por supuesto, me agregó a Pedro Figari (1861-1938), montevideano que trabajó una idea similar pero con afrouruguayos, con esa tan fuerte tradición negra de la otra orilla del Río de la Plata, que nosotros ya no tenemos. Yo me había imaginado una pintura con la pava, perros, chicos, el río Chico, las lavanderas.

P- La audición de “Imposible” me llevó también a la profundidad de las palabras. Decís las letras con nuevos trazos que les dan una dimensión más profunda.

R- Está cantado chiquito, ¿sabés? Sin estridencias. En el concierto del Ópera, estaba Lilián Saba, extraordinaria música que arregló y dirigió ese tema. Yo temía que nosotros no pudiéramos capturar la esencia tan poderosa que capturé con Juan Falú en “Leguizamón-Castilla”. Estuvo entre el público y me dijo que sonaba completamente distinto de cómo lo habíamos grabado. Con una contundencia diferente. Nos reímos porque le propusimos grabarlo de nuevo… Claro, al tocar mucho un disco, se le encuentran otras cosas, es evidente.

P- Va madurando la obra.

R- Sí, recorre otros senderos sonoros. Eso también es muy hermoso… El compacto es resultado de un equipo y cuando se logra, para mí en muy valioso porque permite una preciosa conversación sobre los temas, cómo los encararemos, qué sonido les vamos a buscar, con qué instrumentos. Y nos llevó un año.

P- Tu permanente trabajo de cuidar la palabra, de encontrarle la sustancia, un valor preciso, sigue siendo raro en esta época de sinsentidos verbales, de comunicación vacía de contenidos.

R- De tanto desvarío… El primer tema lo quería hacer desde hace mucho tiempo porque es la primera zamba que me enseño mi padre, allá en Gualeguay. Y nunca supe de quién era. La mostré a algunos colegas, Juan (Falú) me dijo que le sonaba muy yupanquiana… Finalmente, Santiago Giordano investigó que la compuso el dúo Juárez-Quiroga en el ‘58, se llama “Carita morena”. Cómo

sería conocida que había una peña, por esos años, del mismo nombre. Formaron un trío con Eduardo Lago, como parte de la llamada proyección folclórica.

P- ¿Y el segundo tema?

R- Es el que le da título al disco, “Imposible”. Esa vidalita me la pasó Juan. Algunos la llaman “Vidala del imposible”, otros como yo la puse, pero buscando la partitura donde figura en una solo término. Un día, conversando sobre temas que tenían palabras muy difíciles de frasear, me la mostró. Claro, siguiendo la música, no hay más remedio que cantar ‘imposible’ con un acento que no tiene. Así que fue muy atractiva para mí, esa dificultad. Es un problema musical grande el que ahí se produce, porque yo estoy en una tonalidad y los músicos van subiendo en otras. Entonces, hay que mantener el tono inicial, cantando. Después conocí la historia del autor, Franco Páez, que había sido teniente en los años 30, en Tucumán. Puesto de oficio para defender al anarquista Severino Di Giovanni y lo defiende de verdad, en vez de cumplir un acto administrativo. A Severino lo fusilan, a Páez lo degradan y cuenta la leyenda que lo envenenan en una cena de camaradería (ver aparte). ¡Qué interesante historia! Ahora, la vidalita no habla de este tema, sino sobre lo que quiero y no puedo conseguir. La idea de lo imposible me atrae mucho y me parece significativa en estos momentos. Pensá que grabamos este disco en la semana previa a la segunda vuelta de las elecciones (22-11), y yo estaba muy cansada emocionalmente de sentir el malestar de la televisión bombardeando todo el día, degradada como está. Y un pueblo entero está capturado por esa lengua. La situación actual de la Argentina, sobre todo política, tiene de novedosa que está montada sobre una escandalosa deshistorización. Y ahí es donde “Imposible” viene a proponer una memoria, sin habérmelo planteado, testimonia qué tenemos. Acá hay diez autores fundamentales y es apenas una pequeña muestra de la memoria musical y poética de nuestra tierra.

Como en vivo. El disco fue grabado en los amplios estudios ION: “Se hizo algo muy directo ahí dentro”, destaca la artista.

Los tres tangos errantes

Ficha técnica

“Imposible”

Producción artística: Ariel Naón, Mario Gusso, Martín Pantyrer, Pedro Rossi, Santiago Giordano y Liliana Herrero.

Producción ejecutiva: Majo Minatel.

Grabado en vivo, del 16 al 19 de noviembre del 2015, en la sala Leopoldo Federico de Estudios ION, Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

Mezclado y masterizado: en Nómade Mix.

Ingeniero de grabación, mezcla y masterización: Ariel Lavigna.

Dirección de arte y fotografías: Nora Lezano.

Precio: 352 pesos (Yenny)

La portada de “Imposible”.

El compositor y guitarrista aportó a “Imposible” dos clásicos: “Luna tucumana” y “Chacarera de las piedras”.

Atahualpa Yupanqui

El poeta mendocino está presente en el disco de Herrero con la letra de “La chaya de la albahaca”, musicalizada por el Cuchi Leguizamón.

Tejada Gómez

Datos

Una curiosidad. Tangos de Carlos Gardel y Alfredo Le Pera interpretados por Liliana Herrero con el inolvidable Gerardo Gandini en piano, uno de los grandes músicos argentinos de todas las épocas. Grabaciones realizadas en los estudios de Iván Cosentino en 2003, parte de un proyecto que no llegó a terminarse y del que quedaron solo tres pruebas. “Fito Páez y Alina Gandini, revisando papeles de Gerardo, encontraron este material. Me lo mandaron y Ariel Lavigna, ante la imposibilidad de conseguir la grabación maestra, ya no existe, lo masterizó sin que se pase de agudos y graves. Así quedó y decidí sacarlo como disco aparte, dentro de ‘Imposible’. Es un paquete de memoria también, incorporando a Gandini y a Gardel”.

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