Lindenboim: “La idea del ajuste ya estaba desde el inicio del gobierno”

“Si todos los que perdieron su empleo se volcaran a la búsqueda de trabajo, la tasa de desempleo no sería del 13%, sería el doble”, sostiene  uno de los mayores expertos en empleo e ingresos, en diálogo con Río Negro.

Javier Lindenboim es Director del Centro de Estudios sobre Población, Empleo y Desarrollo (Ceped), de la Facultad de Ciencias Económicas de la UBA.

P: Según la última encuesta Permanente de Hogares (EPH), los ingresos cayeron en términos reales. Además, se amplió la desigualdad social por ingresos. ¿Qué perspectivas ve, considerando que la inflación va en aumento, y en muchos casos las paritarias son inexistentes?
R: Podemos hacer o no el agregado de la interpretación política, pero en situaciones extremadamente críticas como la actual no es desconocido para la historia social y económica de la Argentina que haya una preferencia por la preservación de los puestos de trabajo aún en desmedro de la capacidad de compra de los ingresos del sector asalariado. Esto se planteó explícita o implícitamente en estos meses, no es una novedad, a uno le puede gustar menos o más pero es un mecanismo que a la larga es preservador de vínculos laborales. Es obvio que el anuncio del aumento del salario mínimo vital y movil del 28% en cuotas está muy por debajo del deterioro de la capacidad de compra del salario. Lo que vamos a seguir viendo en lo que resta de este año, y probablemente en buena parte del que viene, es este estilo.

P: En una palabra: ajuste.
R: Con acuerdo sindical o sin él, es altamente probable que haya ajustes nominales que vayan no tan levemente por detrás del aumento medio de los precios. En enero me pidieron evaluar el primer mes de gobierno: lo primero que empezó a hacer el gobierno era exactamente eso, sólo que evitando hablar de ajuste, de la palabra. Guzmán ya hablaba de equilibrar las cuentas fiscales. La palabra ajuste tiene mala prensa, pero lo que significa es equilibrar lo que está desarticulado. La discusión probablemente más importante no es sí es que hay que hacerlo o no, sino cómo y dónde se ponen las cargas al ejecutarlo. El Presidente dijo en diciembre, después de haber dicho que iba a aumentar un 20% las jubilaciones con las Leliqs, que el mecanismo adoptado en 2017 para aumentar las jubilaciones es impagable. Si algo pasa de ser impagable a ser pagable, lo que se habla es de pagar menos. Se puede discutir si el achicamiento de la masa total se ejecuta sobre la base de dar un poquititio más a las jubilaciones más bajas y sacar mucho a las más altas. Pero eso es un ajuste. La idea del ajuste ya estaba desde el primer momento, y ahora no hay duda de que la idea es persistir en esa vocación, más considerando la negociación con el FMI. A la palabra ajuste se la puede ocultar, pero las acciones tienen ese contenido.

Hay menos personas trabajando y las personas que están trabajando están trabajando con ingresos reales depreciados. La perspectiva del empleo y el ingreso es difícil imaginarla con optimismo, el horizonte es muy oscuro»

Javier Lindenboim

P: Ahora, se hace el ajuste para preservar puestos de trabajo, pero vemos la tasa de desocupación que aumentó de 10 a 13,1%, y el número es engañoso porque la población activa se derrumbó y es gente que no salió a buscar trabajo. ¿Qué podemos esperar a fin de año en este sentido?
R:Lo que pasa es que estamos todavía en el medio de la tormenta. La prohibición para gran parte de las actividades económicas no terminó. La gravedad del problema es mayor aún. No tenemos aún la información del tercer trimestre, que lo conoceremos en noviembre. Yo no tengo dudas de que se va a seguir agravando. Hay menos personas trabajando y las personas que están trabajando están trabajando con ingresos reales depreciados; los propios productores de servicios se encuentran con una demanda mucho más acotada. La perspectiva del empleo y el ingreso es difícil imaginarla con optimismo, el horizonte es muy oscuro.

P: ¿Se puede hacer un pronóstico para este año sobre desocupación?
R: Se puede observar el dato del segundo trimestre: unas 2 millones y medio de personas dejaron de estar ocupadas y no pasaron a ser desocupados, sino que pasaron a ser inactivos. No dejaron de ser activos porque no les interesa la plata y dejaron de trabajar, sino porque tenían prohibido trabajar o estaban convencidos de que no tenía sentido dedicarse a buscar trabajo, o por lo que fuera. Es difícil que eso cambie, pero si toda esa gente se volcara a la búsqueda de trabajo, la tasa de desempleo no sería del 13%, sería del doble. Tendríamos más del 25%. Todo va a depender de cuál va a ser el comportamiento de la población. En el supuesto de que se volcasen, el efecto a la baja en el nivel de medio de las remuneraciones sería enormemente significativo. Si hay una masa disponible de fuerza laboral muy intensa, no es impensable que los demandantes de bolsa de trabajo digan yo pago hasta acá, y si no te gusta que pase el siguiente. Pero una interpretación en abstracto, no sabemos cómo se van a mover todas las variables.

Datos

3.757.000
trabajadores perdieron su empleo en el segundo trimestre del año, según informó el Indec.
18,7%
Fue, en el mismo lapso, la baja de población económicamente activa, es decir, aquellos que buscan empleo.

P: El Presidente dijo que tocamos fondo y sólo podemos salir.
R: No hay elementos para asegurarlo. Los elementos de los que disponemos como aproximación son negativos. Lo mejor que nos puede pasar es que no siga cayendo el volumen de empleo, pero el empleo precario que cayó y el empleo no asalariado que cayó puede ser ágil en la reconstrucción, como sucedió en 2002, en un contexto con anclas que tiraban a favor, y ahora esas anclas no las tenemos (no tenemos el sector externo ni tenemos el superávit que se pudo construir en aquel momento cuando se implantaron las retenciones). De manera que es difícil imaginarse mecanismos estimuladores de la actividad económica. Eso en términos económicos, y, no quiero meterme ahí, pero las señales políticas suenan más a una patada en el tobillo que a estimulantes orientados a generar confianza.

P: ¿De qué tasa de inversión estamos hablando hoy, y que implica eso?
R: Estábamos en un nivel del 15% y venimos bajando sistemáticamente. Si tomamos los gobiernos constitucionales de Alfonsín para acá, y tomamos el promedio de la torta de inversión de sus periodos anuales, la tasa de inversión fue declinando sistemáticamente gobierno a gobierno. Esto es: Argentina destina cada vez menos de lo que produce al incremento de la capacidad productiva. No es una sorpresa que el producto per cápita esté más o menos igual que hace una década atrás. Si tenemos en cuenta que los especialistas indican que para países emergentes la tasa de inversióndebería estar encima del 25%, estamos en problemas. Es absurdo considerar que todo lo que se produce tiene que ser dedicado al consumo, porque eso puede servir uno o dos años, pero lo que viene después es el derrumbe. Es lo que ocurre cuando cualquiera de nosotros se come sus ahorros. Es imposible imaginar un crecimiento sostenido, mayor empleo y mejor remuneración. La inversión es una condición necesaria.


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