«Los impronunciables nombres del deseo» 26-4-03
Viaje al mundo sensual de las Drag Queens
En nombre de «lo divino, lo mágico, lo inalcanzable», la gente se deja «hacer» por ella, lo que sea. A su antojo, hace y deshace. Se sienta sobre regazos de muchachos a los que nunca vio en su vida, se burla de cómo bailan, toma de las copas ajenas, y cuando se cansa, monta en la barra del bar y se fuma un cigarro que le quitó a alguien de la boca. «Tú, ¡ven acá y dame fuego!». Pere es «drag» porque se considera diferente, porque pertenece -según él- a ese mundo de comunicación distinto, provocativo, sin censuras. Para él, en este momento de su carrera Ketty debe evolucionar, cambiar cosas, por eso se tomará un descanso. Piensa que los play-backs que hace ya encontraron su punto más alto: respirar al mismo tiempo que respira la cantante verdadera. Dice que le encanta esta «ambigüedad» con la que sale a la noche, pero «ahora necesito ser yo quien respire, quien cante sobre la escena verdaderamente». Las «drags» son un producto, como todo lo que se consume. En este caso, al servicio de la ilusión que provoca ver una «diosa» de dos metros, pintada a la perfección, con un cuerpo escultural y el glamour propio de las grandes divas de los años del cine de oro de Hollywood. Es un producto, además, porque dice cosas y porque cumple una función dentro del escaparate reinante. «Esto es una válvula de escape que además me permite vivir de él», afirma Pere. ¿Una válvula que le permite escapar de qué? Este artista considera que todo ser humano tiene una cara negativa y otra positiva. «Una cosa es lo que hacemos y otra es la que queremos hacer», dice. «El entorno nos condiciona muchas veces a llevar a cabo cosas que no queremos y otras que, milagrosamente, se hacen. El entorno interfiere e interviene en el quiénes somos y qué queremos». Ketty Pazo vive de noche, ¿qué cosas le permite Pere hacer a Ketty cuando sale? «Con Ketty hago todas las locuras que deseo y que yo no me permitiría hacer de día en un entorno social que dice ser normal, pero que encuentro hipócrita», expresa. La diferencia en cuanto a otros casos, como puede ser el de hombres que en la escena hacen de mujer como recurso interpretativo, es que Pere es gay y se disfraza de mujer, y muy especial, por cierto: mala, provocativa, puta, promiscua y descarada (lo estigmatizado por la sociedad). «Como si necesitara realizar una separación para poner, desde lo aceptado por la sociedad, lo malo de noche y lo bueno de día desde él mismo, como si no pudiera contener los dos aspectos simultáneamente. Este artista recurre a Ketty, personaje estigmatizado, de mujer, prostituta e indecente, con una ambivalencia muy clara: atrae pero en realidad provoca un rechazo social», afirman los psicólogos Ana Luz Cassino y Angel Fili. A Pere le gusta la «ambigüedad». Si es así, según el diccionario de la Real Academia, esto significa duda, incertidumbre, que ofrece más de una interpretación. Y lo que se ve en Ketty y en las «drags», no es duda, precisamente, es una ambivalencia, una presencia simultánea en las relaciones con un mismo objeto de tendencias, actitudes y sentimientos opuestos (amor-odio). No es lo mismo que una mezcla de sentimientos con respecto a alguien. Porque las actitudes contradictorias, en la ambivalencia, derivan de una fuente común y son interdependientes. Hay un mantenimiento de una oposición sí-no, en las que la negación y la afirmación son inseparables. ¿Es o no es? Como diría el personaje del travesti en la película, «Todo sobre mi madre», de Almodóvar, «las «drags» son un mamarracho, ¿dónde se ha visto una mujer calva y sin tetas?» Podríamos responder que son el mamarracho más onírico. Las hay verdaderamente bellas, como la precursora de este movimiento, «Diva», Ru Paul, o la otra barcelonesa, «Arroba» (recuadro y fotos). Jean-Frangois Casanova recrea a Rita Hayworth, Marilyn Monroe, Josephine Baker y hasta a la muy actual Madonna. Instalado en Buenos Aires desde 1980, este parisino es una de las figuras más destacadas del actual music hall porteño. Combinando el humor y la ironía busca destacar en sus trabajos la personalidad de artistas consagrados, con play-backs de por medio, mucho cuidado en la concepción del vestuario y cierto desparpajo en la caricaturización de los personajes. Su actividad genera mucho interés en los espectadores y aun algunos actores intentaron emularlo, sin buenos resultados. Cada uno de sus trabajos estrenados en estos años tuvo amplia repercusión entre los espectadores de distintas generaciones. Al respecto, en una entrevista con el periodista Carlos Pacheco, el actor opinaba: «Creo que a la gente le gustan varias cosas en este tipo de espectáculos, fundamentalmente el hecho de que todo sea tan rápido, que no se pierda tiempo en una introducción, un desarrollo y una conclusión; el despliegue de vestuario, la caricaturización de algunos personajes que conocen. Sin duda esto es demasiado complejo -acota Casanova. No me resulta sencillo ponerme en el lugar del que está mirando. Si es una señora grande, por ahí está escuchando una música que bailaba cuando tenía 20 años, ve un estilo de ropa que ella usó, o que le gustaría usar. Si es una joven quizás le interesa esa forma de parodiar un tema actual; por ahí se excita viendo a un chico vestido de mujer, esto también puede ser». Lo cierto es que los elementos de provocación están a la orden de la noche. El fetichismo sexual es permanente. Sólo en este espacio compartido del vale todo, el público puede tocarle el rabo a una mujer policía o adorar en vivo y en directo a Marlene Dietrich. Pere dice que él no se siente una mujer, cosa que le sucede al travesti. Es gay cien por ciento, pero es una «drag». «Me interesa hurgar en mí, buscar en el hombre gay que soy. Me he preguntado si me gustaría ser mujer, y la respuesta es no. Me gusta la provocación que genera Ketty, pero cuando la noche termina, el personaje termina con ella». Cuando alguien pregunta a un transformista por qué se viste con ropas femeninas, el transformista se puede encontrar con más problemas para explicarlo que para enfrentarse al medio. El motivo tal vez resida en una memoria remota, en una grabación estimulantemente grata de la infancia o posterior (asociada al fetichismo) o en un sentimiento arrastrado previo al nacimiento. En este último caso asociado a la necesidad incomprensible, casi permanente, de ser mujer. Según la visión de algunos psicoanalistas, en innumerables casos el transformismo es la etapa previa al cambio de sexo, al transexualismo. Pero las barreras sociales que psicológicamente se impone el transformista (no siempre objetivas), generan el suficiente «tope» (una venda antes de la herida) para continuar su evolución en la línea que impone su necesidad más primaria. «La solución a estos topes es compensada con el conformismo de una dualidad. La trayectoria que el transformista va realizando a lo largo de su vida bien puede provocar verdaderas ataduras que frenan el salto hacia el cambio de sexo. Pero el transformista no es una persona infeliz, todo lo contrario, ha alcanzado en su nivel un estilo de vida acorde con su entidad para avanzar poco a poco». Tal vez, ser «Drag Queen», es el «tope» de este avanzar. Muchos hombres han sido finalmente operados, y otros se contentan con el simple juego de cambiarse de ropa. Volviendo a Pere, ¿qué sucede cuando te llaman Ketty, de día? -El que me llama Ketty es porque en realidad es a quien más conoce. Al Pere no lo conoce mucha gente. Ahora el que habla es una mezcla de los dos. Ketty es una guarra, una descarada, es fantásticamente libre, con lo cual muy puta, promiscua, le encanta estar con hombres y le encanta provocar. -¿Es todo lo que le gusta a Pere? -No, al Pere le gusta ser mucho más profundo, mucho más normal. El Pere es más fiel. Creo que puedo desarrollar mucho mejor al personaje de Ketty porque no estoy liado con una persona en una relación estable. Si lo estuviera me sería mucho más complicado compaginar el personaje, ya que somos polos opuestos. Yo soy publicista, he trabajado siempre de día. -¿Te gusta la noche, cuando te maquillás y salís a ella? -La amo, pero también la odio porque me ha quitado una parte de mí: la real. Pagaría lo que sea por volver a tener un poco la ingenuidad que tenía, esa inocencia que fui perdiendo noche tras noche. Y eso ya me lo han robado y lo sé, soy consciente de ello. Y cuando uno sabe, ya no puede perder. -¿Qué pensás de la seducción? -Es un arte difícil. Hay muy poca gente experta en ello, y en este mundo noctámbulo, menos, porque ¡hay tantos cuartos oscuros! En la noche no existe la seducción porque todos los gatos somos pardos. En la noche existen la histeria, los culos, el correrse, drogarse, beber y hacer ver que el mundo es feliz y que todo va bien. Eso es tan fácil de hacer». -¿Ketty contribuye a eso? -Claro, porque es malvada y se apunta al carro haciéndoles sentir que ésa es la buena vida. Al fin y al cabo Ketty vive de ellos. -Y Pere, ¿qué piensa de esto? -Que no vale la pena hablar en la noche de todo lo fantástica que puede ser la vida. Oscar Sarhan
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