Los jubilados y la atención en el PAMI

Neuquén

Ayer necesité hacer un trámite en la oficina de PAMI de Neuquén y experimenté la “amansadora”, que terminó con mi paciencia y la pasividad de muchas de las jubiladas que como yo estábamos “sentaditas”, observando los ocho puestos de trabajo, de los cuales solo atendían cinco (por ratos solo lo hacían tres), más uno donde acudimos a reclamar, ante la falta de un libro de quejas.

Entretanto, ¿qué ocurría detrás de los escritorios? Comentamos qué suerte tienen, ya que mientras trabajaban una ordenanza les cebaba mate. ¡Ah, no! Luego se ubicó en uno de los puestos y se puso a atender… Entre sus compañeros, uno se desperezaba, bostezando, desparramado en su mullido sillón de rueditas; mientras esperaba una o dos fotocopias de la máquina instalada a sus espaldas. También vimos que suelen desaparecer del escritorio mientras el jubilado aguarda pacientemente que vuelvan a terminar con su demanda, la que fuere…

La señora a mi lado me dice que ella ya vino ayer y perdió la mañana sin haber resuelto su necesidad, que por eso ha vuelto, debiendo dejar a su esposo postrado hace tres años al cuidado de una empleada a quien le abona por hora. También me encontré con una compañera de la universidad y me contó que también había venido el día anterior y recién ahora consiguió la indicación de medicamentos para su esposo diabético y que PAMI reconoce en la farmacia.

Lo que sorprende es que nadie ve este funcionamiento que deja mucho que desear. Estos empleados tienen la suerte hoy de tener trabajo, con todos los beneficios que ello conlleva, y se manejan con esta escasa actitud de servicio. ¡Por favor! Hay que ponerse en el lugar de todos estos jubilados. Otra vez, jefes de sector, observen ustedes y evalúen al personal y capacítenlo para una atención eficiente; adopten las medidas correctivas necesarias para que el servicio sea el adecuado.

Laura Colombino

DNI 3.265.053


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