Los problemas del sistema de riego del Alto Valle

Por Horacio Collado y Juan Kugler

Las áreas de riego de Río Negro se concentran principalmente a lo largo de los valles de los ríos Negro y Colorado, donde se han construido importantes obras a partir de las cuales es posible regar casi 140.000 has. Sus sistemas de riego y drenaje se encuentran en estado crítico y esto es especialmente notable en el Alto Valle, la mayor zona productiva por extensión y por el volumen de su producción.

Las principales causas del deterioro de estos sistemas se encuentran en su obsolescencia, en especial a causa de la falta de inversiones en el último período de la administración del Estado nacional, y en los efectos producidos por la puesta en funcionamiento de los embalses, fundamentalmente el de «aguas claras».

Las obras de riego fueron construidas por el Estado nacional a principios del siglo pasado en el Alto Valle. La empresa nacional Agua y Energía Eléctrica construyó y operó el sistema, soporte principal a partir del cual se desarrolló el modelo agrícola regional. No obstante este notable aporte, desde mediados de la década del setenta el Estado nacional restringió recursos para los planes anuales de mantenimiento y dejó de realizar las inversiones necesarias para remodelar y rehabilitar las obras, lo que arrojó que el sistema de riego y drenaje presente hoy un cuadro de alto grado de obsolescencia y generalizado deterioro.

Diversos estudios disponibles a partir de principios de la década del ochenta, citados en el denominado «Efecto de las aguas claras en el sistema de riego del Alto Valle», realizado por el Consejo Federal de Inversiones en abril del 2000 , marcaban las observaciones que a los autores les merecía el funcionamiento del sistema de riego, entre las que citaban: la obsolescencia y defectuoso mantenimiento de la red de distribución; la falta de revestimiento de los canales con las consiguientes pérdidas por filtraciones; los problemas de manejo en redes de distribución tan largas; los problemas a nivel de parcela; la falta de adecuada valoración respecto del costo del agua por parte de los productores. Todo esto previo a la construcción y puesta en funcionamiento de los embalses aguas arriba.

La puesta en funcionamiento en 1978 de las obras que constituyen el Complejo Chocón-Cerros Colorados, en particular estas últimas ubicadas sobre el río Neuquén desde el que se derivan los caudales necesarios para el riego del Alto Valle, produjo una serie de impactos en la región, unos actuaron de manera positiva y otros negativamente. Entre éstos se encuentra el denominado «fenómeno de aguas claras».

Los embalses del Complejo Cerros Colorados producen en las aguas del Neuquén, caracterizado históricamente por el importante volumen de sólidos que arrastra, un proceso de sedimentación del material en suspensión de modo tal que las aguas a partir de los embalses discurren claras, prácticamente libres de sedimentos. Este fenómeno tiene una importante influencia en el sistema de riego del Alto Valle y ha impactado sobre la productividad del área involucrada, especialmente incide en las pérdidas por infiltración en los canales y en su operación y mantenimiento.

Los efectos negativos que se verifican son principalmente:

a) Elevación del nivel freático. La ausencia de sedimentos en el agua de riego, que antes producían un efecto de sellado en los canales, ha incrementado sustancialmente las pérdidas provocando una recarga adicional a la capa freática del orden de los 10 m3/seg. Esto se traduce en una elevación de los niveles freáticos, incidiendo con mayor gravedad en aquellos sitios donde el drenaje es insuficiente y las pérdidas son importantes. La ausencia de sedimentos es un componente más en los factores que contribuyen a la elevación del nivel freático y se adiciona a la incidencia de los niveles del río, a la carencia de drenajes colectores y parcelarios, y a los excedentes de riego producidos por prácticas de manejo inadecuadas.

b) Proliferación de la vegetación acuática. Las aguas claras favorecen sustancialmente el crecimiento de la vegetación acuática lo que dificulta el mantenimiento de los canales de riego y drenaje y crea la necesidad de realizar mayores tareas de conservación y control.

c) Salinización de los suelos. El incremento de las pérdidas en los canales de riego y la consecuente elevación de los niveles de la capa freática, contribuye a la salinización de los suelos. La cuantificación de este efecto realizada en un período de 22 años (entre 1969 y 1991) ha determinado una disminución de un 20% en el área considerada apta sin restricciones para la actividad agrícola.

La suma de estos graves problemas que afectan al sistema de riego y drenaje del Alto Valle del río Negro, su obsolescencia y el efecto de aguas claras, han provocado grandes perjuicios a la agricultura rionegrina, los que sin duda se irán magnificando de no actuarse rápidamente y con continuidad en su remediación.

La obsolescencia. La complejidad de los sistemas de riego que operaba en nuestro territorio Agua y Energía Eléctrica, y fundamentalmente su mal estado de conservación y mantenimiento llevaron a la provincia a demorar su decisión de concretar la transferencia de su operación, al menos hasta tanto no se realizaran las inversiones que aseguraran un adecuado funcionamiento. Las negociaciones de transferencia sufrieron reiteradas demoras a partir de las condiciones que imponía el Estado nacional. La provincia mantuvo permanentemente una actitud de prudencia atenta al impacto que sobre el presupuesto provincial implicaría el traspaso.

No obstante y teniendo en cuenta la imperiosa necesidad de mejorar los sistemas de riego, entre 1983 y 1988, a partir de estudios y proyectos elaborados con la empresa A. y E. E., Río Negro ejecutó obras a través del Plan de Mejoramiento de Obras de Riego incluido en el Programa de Tierras Aridas financiado parcialmente por la Operatoria BID 392 OC-AR, mediante el cual la provincia invirtió más de 32 millones de dólares en un sistema operado por el propio Estado nacional.

La necesidad de avanzar en el conocimiento de sus recursos hídricos y de tener las mejores herramientas para llevar adelante proyectos que permitieran incrementar su producción bajo riego, llevó a Río Negro a convenir con la empresa Agua y Energía Eléctrica la realización del Estudio para el Aprovechamiento Integral del Río Negro, que contó con recursos de las operatorias BID 746 SF-AR y BID 796 SF-AR. Este trabajo proveyó importantes datos y arrojó determinantes conclusiones.

A pesar de los avances que la provincia realizaba en camino a administrar sus sistemas de riego, el traspaso se demoraba por lo ya expresado. Recién en setiembre de 1992, en el marco de las profundas reformas implementadas por el Estado nacional, fue firmado el Convenio de Transferencia y a partir del mes siguiente Río Negro se hizo cargo definitivamente de los servicios de riego. Las condiciones impuestas por Nación para la transferencia no contemplaron ningún tipo de ayuda financiera para hacer frente al déficit operativo y/o para la ejecución de las obras necesarias e impostergables, justificándose en que se traspasaba a la provincia la abultada deuda de los productores en concepto de canon de riego, la que era de dudosa legitimidad y de extremadamente difícil cobrabilidad.

Como resultado de medidas instrumentadas por el Departamento Provincial de Aguas y la conformación de los consorcios de riego, se consiguió reducir drásticamente el déficit de operación de los servicios que hasta 1990 promediaba los 11 millones de dólares anuales, también se ejecutaron algunas tareas de mantenimiento largamente postergadas.

La provincia invirtió en obras de mejoramiento y reparación antes de concretarse la transferencia 32 millones de dólares y una de las conclusiones a que arribó para el sector riego el ya nombrado Estudio para el Aprovechamiento Integral del Río Negro, fue que las inversiones necesarias para remodelar la red de riego y drenaje del Alto Valle pueden estimarse en el orden de otros 160 millones de dólares.

Siguiendo el trabajo del CFI «Efecto de las aguas claras en el Sistema de Riego del Alto Valle», se puede arribar a su conclusión final: «Resulta evidente el impacto ambiental negativo del efecto de las aguas claras en el Sistema de riego del Alto Valle». El mismo estudio permite arribar a su cuantificación económica.

El efecto de aguas claras produce tres consecuencias negativas fundamentales:

a) Elevación de los niveles freáticos.

b) Proliferación de la vegetación acuática.

c) Salinización de los suelos.

La cuantificación de estos efectos ha sido realizada con criterios que han sido debidamente detallados en la citada obra del C.F.I.

El monto estimado de las pérdidas ocasionadas por la falta de sedimentos en el agua para riego, a lo largo de los 21 años desde que comenzó el fenómeno (hasta 1999) supera los 225 millones de dólares. Este valor es de un orden similar a los ingresos brutos directos que produce el sistema del Alto Valle en un año medio.

La realidad actual del sistema resulta ser un grave inconveniente para los productores y para la sociedad en su conjunto. En el contexto de grave crisis por la que actualmente atraviesa la actividad frutícola se impone la necesidad de aumentar la productividad de los montes y mejorar la calidad de la producción, pero también imperiosamente resolver los serios problemas en la infraestructura de riego y drenaje.

Para alcanzar este objetivo hay que realizar grandes inversiones en obras de rehabilitación y remodelación de los sistemas de riego y drenaje y promover un vasto plan de extensión dirigido a los productores.

La magnitud de las inversiones a realizar hace necesario un aporte extraordinario que debe realizar el Estado nacional como resarcimiento por la desinversión y abandono de los sistemas de riego y drenaje previas a su transferencia a la provincia y por el impacto ambiental negativo de la construcción de los embalses manifestado en el fenómeno de aguas claras.

Justifican la solicitud:

1. La importancia económica y social que hoy tiene el complejo frutícola de Río Negro, representando a una de las economías regionales más dinámicas del país con un aporte de divisas que supera los 360 millones de dólares y que atraviesa una situación de crisis producto de su atraso tecnológico y de los serios problemas ocasionados por el generalizado estado de deterioro que tiene la infraestructura de riego a consecuencia de la falta de inversiones por parte del Estado nacional durante 1975/1992.

2. La falta de ayuda financiera al momento de la transferencia de los sistemas en 1992, en particular el incumplimiento del artículo 19 del Acuerdo de Transferencia firmado entre el Estado nacional y la provincia, y que refería a los reclamos provinciales para hacer frente al déficit operativo y a las inversiones más urgentes.

3. Las inversiones realizadas por la provincia por 38,5 millones de dólares (32 millones entre 1983 y 1988 y 6,5 millones posteriores a la transferencia); estas inversiones actualizadas alcanzan una suma del orden de los 88 millones de dólares.

4. El impacto económico que tuvieron las grandes presas sobre el Sistema del Alto Valle por el denominado «efecto de aguas claras» que ha significado pérdidas por más de 225 millones de dólares.

5. La falta de rentabilidad que por largos períodos ha soportado el sector frutícola en materia de precios relativos, tarifas y presión impositiva, ha dificultado y dificulta, imposibilitando prácticamente, la programación de obras de remodelación del sistema de riego y drenaje a financiar con aportes de los productores. El traslado de las dificultades privadas persistentes en la economía frutícola a las finanzas provinciales, explica parte de su alto endeudamiento actual, planteando consecuentemente severas limitaciones para la ejecución de las obras requeridas.

6. El esfuerzo realizado por la provincia y los propios productores asociados en «consorcios de riego» para llevar a cabo la descentralización de la administración de los sistemas de riego y drenaje. Entre 1992 y 2000 fueron formados veintitrés consorcios de riego de primer grado y dos de segundo grado los que operan y mantienen las redes de riego y drenaje de más de 124.000 has, logrando reducir el déficit operativo de casi 11 millones de pesos anuales (promedio entre 1986/90) de la empresa Agua y Energía Eléctrica a menos de 500 mil pesos en la actualidad.

7. La necesidad de realizar las inversiones previstas en el Estudio Integral del Río Negro en el sistema de riego y drenaje del Alto Valle estimadas en alrededor de 160 millones de dólares.

El Estado nacional debe comprender no sólo el significado que tiene para el país el complejo frutícola rionegrino por el volumen de recursos económicos que moviliza, las exportaciones que genera y su impacto sobre el empleo, sino también las consecuencias de sus decisiones unilaterales y de dar acabado cumplimiento a la legislación ambiental vigente.


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